julio 08, 2011

Ciudadano Murdoch

Fran Ruiz
fran@cronica.com.mx
La aldea global
La Crónica de Hoy

En qué se parecen el ciudadano Kane y Rupert Murdoch? En que ambos son magnates y poseen una insaciable sed de poder, en concreto del cuarto poder, el de la prensa, con la que no dudaron en calumniar, intimidar o directamente derribar a personajes públicos.

La diferencia entre Kane y Murdoch es que el primero es un personaje cinematográfico —aunque basado en la vida del magnate William Hearst, quien, por cierto, prohibió en sus periódicos cualquier mención de la película “Ciudadano Kane”—, mientras que el segundo es un personaje real cuya ambición no conoce límites.

Este personaje real se encuentra en el ojo del huracán porque uno de sus diarios, el tabloide sensacionalista dominical News of the World, el más vendido del país, había espiado durante años a multitud de personas en el Reino Unido, mediante la intervención de teléfonos.

Hasta ahora, el magnate australiano había esquivado el escándalo relativamente indemne, a base de pagar multas, como a la actriz espiada Sienna Miller (130 mil dólares), o pedir en 2007 a su director, Andy Coulson, que dimitiera tras estallar el primer escándalo, ocurrido en 2006, cuando el tabloide publicó una información sobre una lesión en la rodilla del príncipe Guillermo.

La ambición por publicar cualquier exclusiva, aunque fuese tan tonta como la que afectó al nieto de la reina Isabel II, fue el principio del fin del News of the World, un periódico con 168 años de antigüedad y que este domingo saldrá al aire por última vez; y todo porque no supo responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo supo el tabloide de esa lesión si se manejó con tanta discreción que sólo existía un mensaje de voz en el celular de un miembro de la familia real? La consecuencia fue el paso por la cárcel del reportero de la familia real, Clive Goodman, y del investigador privado Glenn Mulcaire, ambos condenados por intervenir ilegalmente teléfonos.

Pero la espiada rodilla del príncipe no era sino la punta del iceberg de un escándalo que no supo ver ni el ahora primer ministro David Cameron, quien ahora se ve salpicado en el escándalo por haber contratado como asesor de comunicación a Coulson, el dimitido director del News of the World, a quien tuvo que pedirle su renuncia este enero pasado, tras denunciar el diario The Guardianque casi cuatro mil personas habían sido espiadas por el tabloide de Murdoch, entre ellos los actores Gwineth Paltrow y Hugh Grant, el alcalde de Londres Boris Johnson , el cantante George Michael, o la ex esposa de Paul McCartney, Heather Mills.

Muchos de estos casos de escuchas ilegales se produjeron bajo la dirección de Coulson y Rebekah Brooks, jefa del conglomerado de medios en Gran Bretaña que controla cabeceras como el sensacionalista The Sun y el prestigioso The Times. Pero ni la poderosa periodista ni Murdoch se preocuparon por corregir el periodismo basura en el que se había convertido el News of the World, hasta que otra serie de torpedos abrieron esta semana una vía de agua por debajo de la línea de flotación del tabloide.

No contentos con espiar a personajes públicos, se destapó que el dominical intervino teléfonos de familiares de las víctimas del atentado de Al Qaeda que en julio de 2005 mató a 56 personas en Londres, así como de familiares de soldados británicos muertos.

Pero el caso que ha causado más repugnancia entre la opinión pública ha sido el de Milly Dowler, una niña de 13 años que desapareció en marzo de 2002 y fue hallada muerta seis meses después. En este intervalo, un investigador a sueldo del News of the World logró acceder al correo de voz del celular de la niña, del que no dudó en borrar mensajes antiguos para que entraran nuevos, con lo que no solo destruyó pruebas para la investigación, sino que dio falsas esperanzas a la familia, que creyó que era ella quien los mandaba.

Por delitos como este, el exdirector del News of the World”y exasesor de Cameron podría ser detenido hoy viernes, según informaba ayer el diario The Guardian.

¿Y qué pasará con Murdoch, el temido magnate al que se atribuye la derrota del laborista Neil Kinnock, quien partía favorito en las elecciones de 1992 y vio cómo el día de la votación salió The Sun con la siguiente portada: Si Kinnok gana hoy ¿puede la última persona que abandone Gran Bretaña apagar la luz?; qué pasará con quien se dice que negoció apoyar la candidatura de Tony Blair a cambio de que no metiera la libra en el euro; que pasará con el dueño de medios tan influyentes como The Wall Street Journal o el ultraconservador canal Fox News, dedicado a desprestigiar a Barack Obama cada día? ¿Alguien cree que la persona más influyente en la prensa mundial, con medios en cuatro continentes, no sabía que tantas exclusivas publicadas por el News sólo podían venir de sobornos a la policía o teléfonos intervenidos?

Es probable que logre esquivar a la justicia e incluso que su imperio se reponga del escándalo, pero el daño a su imagen ya está hecho y pasará a la historia como el magnate que convirtió el periodismo amarillista en pura basura “hasta extremos repugnantes”, como dijo su ahora enemigo Cameron ante la Cámara de los Comunes.

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