julio 13, 2011

El PRI, pichicato y cicatero

Pablo Hiriart (@phiriart)
phl@razon.com.mx
La Razón

El miedo del PRI a la reforma política es injustificable.

Porque hay muchas posibilidades de que lleguen a Los Pinos en diciembre del próximo año, en ese partido hay una tendencia a “no moverle”.

Sí, no moverle porque el actual esquema favorece las decisiones unipersonales y sin transparencia del Ejecutivo en áreas de control.

El Presidente decide a quién le da concesiones de televisión y a quién no, a quién le echa la PGR encima y a quién no.

La reforma política que impulsó Beltrones en el Senado blinda al país de tentaciones clientelares del actual gobierno y del que viene el próximo año.

En muchos casos la reforma se queda corta, pues no da autonomía a la PGR, aunque sí otorga autonomía a los órganos reguladores, como la Cofetel (Comisión Federal de Telecomunicaciones).

No puede seguir siendo que el gobierno en turno premie con un canal de televisión o una estación de radio al grupo de su simpatía.

Da risa oír argumentos como que tal o cual precandidato presidencial tiene en su bolsa a una televisora porque invierte en ella mucha publicidad.

El gobierno en turno es el que tiene la sartén por el mango porque si las televisoras se portan bien tiene la capacidad de inhibirles la competencia y si se portan mal les puede poner a un competidor de tonelaje.

La Cofetel cuenta con un grado de autonomía técnica, pero es el gobierno el que nombra a los comisionados y éstos han sido subordinados del secretario de Comunicaciones y Transportes.

¿Cuál autonomía? No hay tal. Ahí manda el Ejecutivo con toda la discrecionalidad del caso.

El PRI tiene que entender que ésta es su oportunidad para mostrarse renovado. ¿Cómo? Haciendo una reforma política para el país y no para un grupo.

Resulta bochornoso el argumento de algunos priistas de que las cosas deben seguir como están en los órganos reguladores porque los van a manejar ellos a partir de diciembre de 2012.

Las candidaturas independientes, que van en el paquete de reforma política que envió el Senado, tienen la virtud de abrir espacios institucionales al descontento hacia los partidos y representantes populares.

La animadversión que existe contra los políticos en general, debe tomarse con sensibilidad y no con la paranoia que asalta a algunos priistas en el Congreso.

El PRI debe asumir que hay un descontento real de buena parte de la población (las encuestas ponen a los políticos peor catalogados que los policías) y perder el miedo a despresurizar el sistema político con la apertura de espacios.

Ya lo hizo antes, ¿a qué le teme ahora?

La reelección es un tema discutible para quienes ocupen puestos ejecutivos (alcaldes, gobernadores, Presidente), pero irrelevante en el caso del Legislativo. ¿También le tienen miedo?

El PRI no ha sido magnánimo en la victoria del domingo tres. Tal vez porque no piensa serlo si gana en 2012.

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