julio 08, 2011

Mal candidato, partido desnudo

Macario Schettino (@mschetti)
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor del ITESM-CCM
El Universal

Las elecciones del domingo pasado fueron, a grandes rasgos, iguales a las de hace seis y hace 12 años. En Coahuila, el PRI había ganado con más de 60% de los votos hace 12 años, y con 58% hace seis; en ambas elecciones, el PAN había obtenido 35%. Lo mismo que ahora. En Nayarit, el PRI obtuvo 45% de los votos hace 12 años y 48% hace seis. La diferencia en esa entidad ha sido si hay o no alianza, y hacia qué partido de oposición se van los votos.

El que parece un gran cambio es el Estado de México, en donde el triunfo del PRI parece algo espectacular. En cierto sentido lo es, porque superó el 60% del voto, una situación que no había ocurrido desde hace tiempo. Sin embargo, resulta que el PRD mantiene su nivel: hace 12 años obtuvo 22%; hace seis casi llegó a 25%, y ahora ronda el 21%, es decir, prácticamente lo mismo. La clave del gran triunfo del PRI es el derrumbe del PAN, que hace 12 años obtuvo 35% del voto de los mexiquenses, y hace seis, apenas llegó a 23%. Pero ahora a duras penas supera el 12%. Esos 10 puntos perdidos por sexenio explican el avance del PRI de 42% en 1999 a más de 60% ahora.

Por eso es un poco sorprendente que muchos opinadores perciban en la votación del pasado domingo una avalancha priísta que apunta a la inevitabilidad del triunfo de ese partido en 2012. Reitero, el domingo no pasó nada nuevo. El único cambio aparente, que el PAN perdió 10 puntos, resulta que no es cambio alguno, exactamente así ocurrió hace seis años: el PAN perdió 10 puntos en la elección mexiquense, y al año siguiente se llevó la Presidencia.

Pero las cosas no son iguales, claro. Hoy el aspirante con mayor intención de voto resulta ser el gobernador saliente del Estado de México, y eso sí es una diferencia relevante. Aunque no hay nada automático en lo electoral, los 3 millones de votos de Eruviel bien pueden repetirse el próximo año para Peña, y eso es el 20% del triunfo.

Hay varias cosas que pueden aprenderse de este domingo. Primero, que las leyes electorales en México no están hechas para ayudar a procesar conflictos, que de eso se trata la democracia. Están pensadas para evitarlos, y eso no ayuda, al contrario. Pero como esto no va a cambiar para el año próximo, porque en este momento al PRI no le conviene, pues es una enseñanza para un futuro. Qué tan próximo ese futuro, dependerá de quién gane.

Lo segundo que se puede aprender es que no hay forma de cambiar las preferencias estructurales con candidatos malos y campañas desunidas. Usted dirá que esto es obvio, pero tanto el PAN como el PRD tuvieron candidatos malos y campañas desunidas, así que lo obvio suele pasarse por alto.

Calificar de malos candidatos a Luis Felipe Bravo Mena y Alejandro Encinas no significa que estos dos personajes sean malos políticos. Por el contrario, ambos tienen una carrera política que demuestra sus capacidades y sus defectos, y en ambos casos el resultado es positivo. Pero que sean buenos políticos no implica que sean buenos candidatos. Y si eso es cierto para quienes tienen una trayectoria

No hay manera de competir si el candidato que se propone no es aceptado por la ciudadanía. Esto puede ocurrir por diversas causas: falta de credibilidad, una presencia que no es llamativa, un discurso separado de las creencias y preferencias de los votantes, por ejemplo. En el caso del Estado de México, me parece que los dos candidatos derrotados cayeron en las dos últimas fallas.

Pero si a un candidato inadecuado le suma usted un partido desunido, el fracaso está asegurado. Y también eso pasó en la elección del Estado de México. En el PAN nunca hubo un arreglo al interior que promoviera el apoyo al candidato, y como no había elecciones de alcaldes o diputados, pues menos interés tenían los grupos en esforzarse. En el PRD, la división más importante vino de la dinámica nacional: el gran conflicto entre los obradoristas y Nueva Izquierda, por un lado, y entre López Obrador y Ebrard, por otro. No son exactamente el mismo conflicto, pero en Edomex tuvieron efecto similar.

Así pues, rumbo a 2012 el PRI tiene un candidato que parece bueno (eso dicen las encuestas), pero le falta asegurar la unidad. El PRD, en cambio, no ha decidido aún su candidato, pero la decisión parece asegurar que no habrá unidad. El PAN, finalmente, parecería el partido con más probabilidad de mantenerse unido, pero con menor claridad acerca de cuál será su candidato. Y, a diferencia de los anteriores, en la baraja de siete aspirantes hay muchos malos candidatos.

Hasta que no haya candidatos, no sabremos quién puede ganar. No se confunda.

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