Razones
Excélsior
El PRD debe desbrozar su camino, deshacerse de López Obrador y transformarse en el partido socialdemócrata que no ha querido ser.

Si en el PAN ese deslinde con la derrota no es asumido por nadie, en el PRD la debacle sufrida es absolutamente huérfana. Nadie quiere reconocer nada, ni siquiera lo evidente y, así, Los Chuchos, con bastante razón, acusan de la derrota a López Obrador; Dolores Padierna a Los Chuchos; Ebrard trata de zafarse de ese debate y dice que la culpa es de Encinas; Encinas no ha dicho esta boca es mía; López Obrador culpa de todos sus males a la mafia en el poder, ¿cómo podía ser de otra manera?; Camacho dice que “si hubiera libertad hubieran ganado” (¿con una diferencia en contra de 40 puntos en el Estado de México, de 30 en Nayarit y con una votación inferior a 1% en Coahuila?).
Lo único cierto de todo esto es que el PRD se encuentra, una vez más, ante una disyuntiva que hace ya muchos años que no quiere resolver: sigue a López Obrador o trata de conformarse como un verdadero partido político. Seguir a López Obrador implica diluir al partido en un movimiento supuestamente carismático. No seguirlo implica perder una parte sustantiva de votos, pero comenzar a trabajar con un perfil propio tratando de construir una fuerza de centroizquierda democrática. Simplificando las cosas, el PRD tiene que decidir entre Chávez y Lula.
En 2010, el PRD parecía haber encontrado con las alianzas un rumbo, después de otra notable debacle electoral en 2009. Implicaba, entre otras cosas, asumir que no tienen, solos, los votos suficientes para disputar el poder. No tuvieron sus impulsores ni la fuerza ni la determinación para sacarlas adelante en los comicios del pasado domingo. Ahora deben decidir qué hacer para 2012. El problema es que el esquema de la alianza PAN-PRD parece ya agotado, no porque sea inviable, sino porque existen demasiada fuerzas que no aceptarán participar en ese esquema. Pero la posibilidad está en sus manos.
Ebrard volvió a insinuar ese tema en estos días. Si afirma que el no haber construido esa alianza es la causa de la derrota mexiquense, está diciendo que sin ella no podrán triunfar sobre el PRI en 2012. Tanto el PRD como el PAN, después del desencuentro mexiquense, reiteraron que irían solos en la elección presidencial y tendrían que ocurrir demasiadas cosas para que decidieran dar marcha atrás. ¿Qué cosas? Básicamente, que ambos partidos comprendieran y asumieran que solos no pueden contra el PRI y que encontraran un candidato viable. En el Estado de México eso no se pudo lograr porque López Obrador se opuso, pero también se había opuesto en los estados en los que hubo alianzas en 2010: la diferencia es que en el Estado de México no tuvieron un Gabino Cué o un Rafael Moreno Valle. Esperaron hasta última hora que el PRI se equivocara y que Eruviel Ávila no fuera candidato del tricolor para tratar de jalarlo hacia la alianza. El PRI no se equivocó, no hubo alianza y Eruviel será el próximo gobernador priista de la entidad.
Salvo el caso, siempre indefinido, de Juan Ramón de la Fuente, no veo quién pudiera ocupar ese espacio a nivel federal. Pero, incluso así, esas decisiones deberían tomarse muy en el corto plazo. Un acuerdo de ese tipo incluye, además de la Presidencia, muchas otras posiciones y gran cantidad de cálculos electorales, asumiendo ambos partidos que perderán una parte de su perfil, aunque fuera de la Presidencia vayan con listas propias. Es difícil y complejo, pero no descabellado. Ahí está el caso de la concertación chilena entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. Pero si quieren llegar a ese punto, el PRD debe desbrozar su camino, deshacerse de López Obrador (que de todas formas será candidato con o sin el PRD) y transformarse en el partido socialdemócrata que no ha querido ser. La paradoja es que hoy el PRI está más cerca de esas posiciones de centroizquierda que el perredismo.
Elba y Yunes
Conozco bien y desde hace años tanto a Elba Esther Gordillo como a Miguel Ángel Yunes. Nunca pude entender muy bien qué fue lo que los unió políticamente en el pasado siendo personalidades tan antagónicas, quizás aquello de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, pero había poco que cimentara esa relación. Ahora ese diferendo ha estallado y, además de las pasiones y los enconos, en el fondo hay decisiones políticas antagónicas asumidas por ambos en torno a 2012. Los dos ya han elegido. Los dos se conocen. Los dos saben que recorren caminos que no se cruzan. Pero la personalización y la denuncia demuestran cómo será el debate en las elecciones presidenciales. Nadie asume responsabilidad alguna.
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