agosto 09, 2011

Derrota en puerta

María Amparo Casar
Reforma

Hasta hace muy poco la pregunta era quién del PRD gobernaría el Distrito Federal. El ala de los Chuchos aliados con Ebrard o algún candidato de AMLO con el apoyo de las redes de Bejarano. La especulación giraba en torno a si Ebrard cedería en su pretensión de aparecer en la boleta presidencial a cambio de conservar para alguno de los suyos el gobierno capitalino o si AMLO se alzaría con las dos candidaturas.

Con los datos de la encuesta de Reforma las coordenadas cambian drásticamente. La pregunta es si el PRD será capaz de conservar la capital. La preferencia por partido sitúa al PRI 7 puntos abajo del PRD. Si hoy fueran las elecciones para elegir a jefe de Gobierno, el 37% de los capitalinos votaría por el PRD, el 30% por el PRI y el 14% por el PAN. En el caso de la Asamblea Legislativa la distancia es aún más corta: PRD 30% y PRI 28%.

Si a las etiquetas partidarias les ponemos candidatos, los resultados invierten al ganador. En los tres careos los posibles candidatos del PRD -Carlos Navarrete, Mario Delgado o Martí Batres- pierden por entre 25 y 29 puntos contra la candidata del PRI. Beatriz Paredes se alzaría con 52% de la votación y el mejor perredista -Navarrete- con 27%. Eso sin contar que la izquierda se partiera y hubiese un candidato por el PRD y otro por PT-Convergencia.

Es cierto que falta un año para la elección pero hace casi 6 años el PRD iba en caballo de hacienda. Ebrard tenía 60%, Sodi 20% y Paredes 18%. Al final Marcelo acabó ganando con 46% del voto y el PRD se quedó con 14 delegaciones y 34 diputaciones locales.

Lo que la encuesta de Reforma confirma es la tendencia a la baja en el desempeño electoral del PRD del DF. Si en 2006 su votación fue de 49% en las elecciones locales, en el 2009 fue de 26% (el PT se llevó 10% y Convergencia 2%)

Qué le pasa al PRD en su bastión más perdurable, estable y seguro.

Como no puede decirse que Beatriz haya estado en campaña pública y abierta y no se tiene noticia del trabajo territorial del PRI en el DF ni de la renovación de sus cuadros locales, no cabe más que encontrar las razones de la caída del PRD en causas internas sin descontar, desde luego, el factor Peña Nieto.

Ebrard no tiene mala imagen pero no puede mostrar las mismas calificaciones que AMLO en su momento. En 2005 más del 80% de los capitalinos aprobaba la gestión de López Obrador y como precandidato a la Presidencia no tenía rival. Hoy solo el 50% aprueba el desempeño de Ebrard y ni entre la población abierta ni entre los perredistas está claro que vaya a ser el candidato en el 2012.

La mayoría de las delegaciones gobernadas desde hace 15 años por los perredistas se han visto envueltas en casos de corrupción y sufren el desgaste del poder. La Asamblea Legislativa con sus aciertos y errores es también controlada por el PRD. En la capital hay carro completo. De lo que pasa en ella no hay culpa compartida porque el gobierno en todas sus instancias es monocolor.

El control de la estructura clientelar en parte construida por el PRD y en parte arrebatada al PRI ya no responde a un solo partido ni a un solo hombre. No le pertenece al PRD como partido sino que divide lealtades entre sus tribus. Además, ha habido desprendimientos y fugas hacia otros partidos. Así como se rompió en Iztapalapa primero con Juanito y después con la escisión de Círigo y Arce, así puede seguir resquebrajándose y dividir su voto en el 2012.

Pero el factor explicativo más fuerte es que el perredismo no ha podido posicionar a un candidato. Como en el PAN a nivel nacional, tienen una amplia baraja; como en el PAN, no dejan crecer a ninguno; como en el PAN, prefieren perder que cerrar filas.

Al PRD lo atacan muchos males: el desgaste del poder, el efecto Peña Nieto, el descrédito de los delegados pero sobre todo su imposibilidad de llegar a acuerdos entre sí y, con ella, su disposición a pavimentarle el camino al PRI.

Perder la capital es perder mucho. Con ella se pierde el gobierno de 9 millones de ciudadanos y un presupuesto de 137 mil millones que ha servido para las tareas de gobierno pero también para las del partido y por mucho tiempo para el movimiento de AMLO. Se pierden las redes clientelares que no están fundadas en ideologías o programas sino cimentadas en el presupuesto. Esas redes se pondrán al servicio del mejor postor en cuanto el presupuesto cambie de manos. Se pierde la idea de un partido que avanza y se confirma la de uno que retrocede. Se les fue el segundo lugar en la Cámara de Diputados, Zacatecas y Baja California Sur. El próximo puede ser el DF.

La receta para revertir la derrota la conocen. La medicina está a su alcance. Solo les falta tomarla.

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