agosto 17, 2011

Indecente aprovechamiento de la palabra paz

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Me fastidia el manoseo de la palabra paz en relación al tema de la seguridad. Ahí tenemos, por ejemplo, la marcha PAZos por la Paz, promovida por Javier Sicilia (un pequeño paréntesis, con el permiso de ustedes: un pazo, según reza la definición del diccionario, es una “casa solariega gallega”; varios pazos, por lo tanto, serían varias de estas mentadas casas; en el español mexicano que hablamos nosotros, pazos y pasos se pronuncian de idéntica manera; supongo, entonces, que Sicilia y los suyos quisieron meter a como diera lugar —con calzador— el término paz dentro del sustantivo paso —pasos, en plural— para dar un idea de movimiento, es decir, de que los pies de sus seguidores se desplazan por la paz: Pasos por la Paz, o sea. De cualquier manera —más allá de la mezcolanza gráfica de mayúsculas, eses y zetas— se trata de un atentado contra nuestra lengua, de por sí ya muy vapuleada en un país donde cometemos garrafales faltas de ortografía y, viniendo de un poeta, una infracción gravísima, digo yo. Se cierra el paréntesis).

En fin, volviendo a lo de la susodicha “paz”, demandarla, exigirla o reclamarla como tal es un contrasentido porque, así fuere que el presidente de la República hubiera hablado, imprudentemente, de “guerra”, el hecho es que no se puede pedir algo que no es: la terminación de la ofensiva contra los criminales —dicho de otra manera, dejarlos en paz a ellos, renunciar a aplicar la ley, ni más ni menos— no nos llevaría a una situación de paz, sino de absoluta indefensión. Y, por favor, así como la captura de un hombre que ha asesinado a 600 personas no es un acto de guerra, tampoco es paz que el gobierno se quede cruzado de brazos. Sería, más bien, vivir de rodillas ante los canallas. Pues eso.

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