schettino@eluniversal.com.mx
Profesor del ITESM-CCM
El Universal

No va solo el señor Moreira en la irresponsabilidad. Michoacán, Chihuahua, Nuevo León y Quintana Roo tienen deudas que más que duplican sus ingresos por participaciones. Multiplicaron su deuda —en los últimos 10 años, de manera brutal— los estados de Zacatecas (más de 15000%), Michoacán (8000%), Coahuila (nuevamente, más de 4000%), y Nayarit, Oaxaca y Veracruz (entre 2 y 3000% cada uno de ellos).
Salvo Michoacán, todos los estados mencionados son gobernados por el PRI, y por eso no parece extraño que el mismo señor Moreira, en su carácter de presidente de ese instituto político, haya exigido una nueva Ley de Coordinación Fiscal antes de cualquier tipo de reforma: de seguridad, laboral o política. Primero más dinero; después lo que sea. Pero ese después nunca llega. En los dos años que lleva el PRI con mayoría en la Cámara de Diputados, no han decidido nada. Ni siquiera las reformas planteadas por ellos mismos. Nunca hubo la Ley de Emergencia Económica que anunciaron en 2009, ni una nueva Ley de Banca de Desarrollo (mejor, imagínese cómo la manejarían, viendo cómo manejan sus estados), ni reforma laboral. Nada.
Lo que debería preocuparnos es que esa Cámara de Diputados, y ese presidente del PRI son el equipo del gran candidato del partido. Ése es el equipo de Peña Nieto y, en consecuencia, eso es lo que uno debería esperar si el gobernador del Estado de México gana la Presidencia. Habrá quien diga que no, que si algo ha hecho bien Peña es limpiar las finanzas de su entidad. Es cierto, el Estado de México ha mejorado su posición financiera durante el gobierno de Peña Nieto, pero no puede decirse lo mismo de sus socios en el camino al poder. Y en política todo se hace en equipo.
Puede uno suponer que Peña Nieto se equivocó en 2009, cuando decidió asociarse con los personajes que hoy sabemos han saqueado a sus estados, o que han utilizado esos recursos para fingir un buen gobierno cuando lo que hubo fue dispendio. Tal vez así sea, pero en su papel de líder de la fracción del Revolucionario Institucional en la Cámara, Peña ha detenido todas las decisiones. Ya lo decíamos hace algún tiempo: tal vez porque sabe que no gustarán a los mexicanos, tal vez porque pueden ser dañinas, o tal vez porque no le importa. Le atribuyen a López Obrador haber dicho que nada debía cambiarse sino hasta que él llegara a la Presidencia. Puede que la frase le quede mejor a Peña Nieto. Tal vez los dos son inseparables, como argumentaba José Antonio Crespo en días pasados.
El hecho, incontrovertible, es que diversos gobernadores han endeudado a sus estados de forma totalmente opaca. No sólo porque no queda claro en qué gastaron, sino porque el endeudamiento se hizo mintiendo o escondiendo información. Lo más grave, desde la democracia, es que esa información era desconocida para los votantes cuando eligieron al sucesor. Es un fraude político, si no es que financiero.
Eso, para los más jóvenes, es lo que vivimos durante el siglo XX. Gobernantes que endeudaban al país sin que nadie se enterara, que lo hacían para fingir que sus gobiernos eran buenos, que ocultaban la información hasta después de las elecciones. A esos gobernantes les debemos las crisis de los 80 y 90: Echeverría devaluó cuando ya se había elegido a López Portillo, quien devaluó (y nacionalizó la banca) cuando ya De la Madrid era electo. O Salinas y Zedillo, que siguen discutiendo quién causó el error de diciembre. Todos nos empobrecieron. Igual que los gobernadores lo hacen hoy.
Pero hoy lo sabemos antes de elegir. Ya sabemos qué podemos esperar. Está en nuestras manos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario