agosto 08, 2011

Los extremos se tocan

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Triste consuelo: la clase política de Estados Unidos (de América) parece, de pronto, tan inoperante como la de Estados Unidos (Mexicanos). Los extremistas de allá, esos militantes derechistas fanáticos del Tea Party, son tan estorbosos como los adeptos sectarios de nuestra trasnochada izquierda. Unos y otros rinden una estrecha devoción a sus dogmas particulares: el obtuso rechazo al Estado, en el caso de los conservadores estadouniamericanos, y el necio repudio al mercado por parte de unos “revolucionarios” estadounimexicanos que todavía no se enteran de que existe un sistema, muy exitoso, llamado socialdemocracia.

La apuesta de estos intransigentes es el obstruccionismo por principio: decir no a todo y oponerse automáticamente a cualquier iniciativa, proyecto, propósito, intención, objetivo o designio planteado por un adversario al que no se le reconoce nunca una condición de interlocutor válido. La derecha religiosa yanqui descalifica así a Obama de manera tajante y perentoria; la presunta izquierda azteca se niega, de la misma manera, a admitir cualidad alguna en Calderón. De haberse salido con la suya en las negociaciones para elevar el techo de la deuda, los agitadores de allá hubieran obtenido una recompensa muy dudosa en verdad: la suspensión de pagos de la primera potencia económica mundial; los alborotadores de aquí apuestan por el derrumbe puro y simple del régimen calderonista.

Ocurre, sin embargo, que una gran mayoría de los ciudadanos somos gente moderada. Aquí y allá. Y, llegado el momento, nos expresamos muy claramente en las urnas. Al tiempo, como dice uno de los colegas.

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