Reforma

1. Un grupo de empresarios de Monterrey asumió las conclusiones de la Comisión Global de Políticas Sobre Drogas, a saber: a. Romper el tabú e iniciar un debate abierto, racional y fundamentado sobre el tema de las drogas; b. Cuestionar los paradigmas con los que hemos vivido por más de 40 años; c. Medir los objetivos por resultados y no por actividades. La violencia y las adicciones son indicadores de resultados, por el contrario, los decomisos de drogas y la detención de capos son indicadores de actividades; d. Reemplazar la política de criminalización por una política de salud con enfoque a la prevención, la educación y el tratamiento de las adicciones.
De acuerdo con estas recomendaciones -concluyen-, proponemos a los ciudadanos en general, a las organizaciones de la sociedad civil, al Presidente, a los senadores, a los diputados del Congreso de la Unión, gobernadores y presidentes municipales que abran este debate en México, con el apremio y seriedad que la violencia en nuestro país demanda (Mty, 17/jul/11).
2. Era de esperar- se que la propuesta de los empresarios -que también incluye a académicos- hubiera obtenido una pronta respuesta del gobierno federal y del Congreso. Pero no fue así. Los legisladores no han dicho hasta ahora ni pío. Y por el gobierno federal respondió el inefable Poiré con la muletilla: "el gobierno está abierto al diálogo".
3. La postura de los empresarios tiene argumentos de fondo y responde a un hecho trágico y dramático: la tercera ciudad de la República se ha convertido en una tierra de nadie donde proliferan los asesinatos, los bloqueos de avenidas y carreteras y, por supuesto, la corrupción y cooptación de las corporaciones policiacas. Con un agravante indiscutible: no se ve la luz al final del túnel ni existen posibilidades de que esa "guerra" se gane.
4. El 17 de junio de 1971, Richard Nixon declaró la guerra a las drogas. Eran los tiempos de la Unión Soviética y el mundo se encontraba polarizado entre el bloque socialista y el mundo occidental. En 1973, el presidente Allende fue derrocado y luego vino la revolución sandinista en 1979. De entonces a la fecha, se colapsó el bloque socialista, desapareció la Unión Soviética y hoy el mundo es otro.
Pero la guerra contra las drogas continúa y ha sido un gran fracaso. El consumo se ha incrementado, el volumen del negocio mundial ronda los 500 mil millones de dólares y hay países, como México, donde la violencia alcanza niveles similares a la guerra de Vietnam. Estamos por alcanzar y rebasar los 52 mil soldados estadounidenses que murieron enfrentados al Vietcong.
5. El contraste entre Estados Unidos y México no puede ser más dramático ni absurdo. Allá los niveles de violencia están controlados. Acá ponen en riesgo la seguridad nacional. Hay zonas del país donde el Estado es impotente y el crimen organizado reina. No están en el sureste ni en la Sierra Madre Occidental. Están en la frontera norte.
6. Pero lo más absurdo está en lo que ocurre con las drogas, en particular la marihuana. En Estados Unidos 16 estados la han legalizado con fi- nes medicinales. Hace meses, el condado de Oakland, en California, estudiaba la posibilidad de permi- tir la producción industrial de la cannabis. La revista Gatopardo publicó hace tiempo un reportaje de David Samuels so- bre la forma en que se cultiva y comercia la marihuana en California (http://info.upc.edu.pe/hemeroteca/tablas/actualidad/gatopardo/gatopardo94.htm).
Los relatos, hoy, de los consumidores y distribuidores en California señalan que la marihuana mexicana es de pésima calidad y ha sido sustituida por otras especies que se cultivan allá. Y mientras eso ocurre del otro lado de la frontera, acá se destruye un plantío de 120 hectáreas en Baja California y cualquier campesino que la cultive en su parcela terminará en la cárcel.
Pero lo más grave es el costo humano que todo eso tiene. ¿Vale la pena la muerte de miles de mexicanos para controlar la oferta en Estados Unidos de la cannabis y otras drogas?
7. El gobierno de Felipe Calderón se ha escudado en una verdad a medias, reiterada por el joven Poiré: la lucha es contra el crimen organizado que se ha diversificado. La legalización de las drogas no resolvería ese problema.
Verdad a medias, repito. Porque el meollo de la cuestión es que los recursos que obtiene el crimen organizado por el tráfico de drogas son descomunales.
Y tal como se asienta en el manifiesto de Monterrey: "Es sumamente difícil combatir el crimen organizado con medidas policíacas cuando las mafias siguen siendo financiadas por este mercado negro cuyos ingresos rebasan por mucho, los presupuestos de seguridad nacional".
8. Adicionalmente, hay inconsistencias legales y morales en la guerra contra las drogas. Los estudios científicos muestran que el alcohol y el tabaco, que también son enervantes, tienen efectos mortales sobre la población.
Comparadas con ellos las muertes por consumo de heroína, morfina y cocaína son ínfimos. Para no mencionar la marihuana, que es incapaz de causar la muerte. Además que el famoso diagnóstico de que causa la muerte de neuronas no tiene fundamento (cfr. Youtube, Marihuana: el negocio tras la prohibición).
¿Con qué principio moral se prohíbe entonces el consumo de ciertas drogas pero se permite el uso del alcohol y el tabaco? Amén de que es un derecho de cada quien, como ocurre con los fumadores y bebedores, consumir lo que mejor le parezca siempre y cuando no dañe a un tercero.
9. Es hora que el gobierno federal y el Congreso abran el debate y asuman su responsabilidad. No hay excusa que valga.
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