Atando Cabos
El Universal

Recuperada la calma, todos quisieron hablar para tranquilizar a sus familias, pero fue imposible. Las líneas estaban saturadas.
Hoy sabemos que los sicarios no estaban dentro del estadio y que no buscaban entrar para matar a diestra y siniestra. La balacera se dio afuera cuando un convoy de tres camionetas se encontró en la esquina del estadio con una patrulla de municipales. En el estadio se vieron armas largas, pero las autoridades dicen que eran de guardaespaldas de políticos y empresarios que estaban en palcos.
Fue una casualidad que se diera la balacera ahí y a esa hora. Pero hasta ahí el elemento fortuito, porque en La Laguna todos, periodistas, políticos, policías y gobernantes, saben que en los últimos meses la violencia, los muertos y las balaceras se han incrementando de forma considerable. Son hechos aislados que no llaman la atención de la prensa nacional, pero cada día aparecen muertos en diferentes lugares. En junio pasado se rompió el récord de asesinados con 95, en julio fueron 73 y en lo que va del año ya se superó la cifra del total de asesinatos del año pasado.
“Esta fue una de tantas”, me dice un reportero de la zona. Aquí las balaceras son cosa de todos los días, la única novedad es que fue junto al estadio con 20 mil personas dentro y en evento que se transmitió a nivel nacional.
“Ahora sí que ni modo que no se den por enterados allá en el centro”, me dice con un dejo de amargura el directivo de un diario. “Quizá esto es lo que hacía falta para que también aquí manden a fuerzas federales y respondan a nuestros repetidos llamados de auxilio”. ¿Acaso las autoridades federales van a esperar a que maten a muchos o a que caiga un notable para reaccionar? Las llamadas de autoridades, empresarios y periodistas se acumulan en las oficinas de la Presidencia y de la Policía Federal. Lo que tienen que saber ya lo saben. Y los números son contundentes: La Laguna está en el top tres de los lugares más violentos del país, pero no se le da la misma atención y apoyo que a Monterrey, Ciudad Juárez o Acapulco. El alcalde Eduardo Olmos lleva años pidiendo ayuda federal.
Por lo pronto, la imagen de la gente aterrada guareciéndose entre las butacas de un estadio de futbol ya le dio la vuelta al mundo y conmovió a millones. Esperemos que mañana no salgan las autoridades a minimizarlo. En La Laguna se sienten dejados a su suerte, pero todavía se atreven a levantar la voz. Ojalá la autoridad no espere a que reine el silencio en la Comarca, como ocurrió en Tamaulipas, para intervenir.
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