septiembre 16, 2011

AMLO, angustia máxima

Pablo Hiriart (@phiriart)
phl@razon.com.mx
La Razón

Uno de los órganos de campaña de Andrés Manuel López Obrador difundió hace unos días, en su primera plana, que el ex Presidente Carlos Salinas había retado a un debate al ex candidato perredista.

La inexistente invitación a debatir se habría dado en el marco de una conferencia de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI).

De todos los medios de comunicación que cubrieron el evento de la AMAI, ninguno reportó tal reto, que habría sido noticia por insólito.

Ni siquiera la nota del órgano de propaganda de AMLO lo afirma. Sólo el titular, en la primera plana, lo anunciaba.

Se trataba, obviamente, de una estrategia política y no de una confusión periodística.

Había que montar lo que después se armó: López Obrador dice que sí acepta el debate y le exige al ex Presidente que use sus buenas relaciones para que la discusión pase por el canal 2.

Lo anterior viene a confirmar que el ex Jefe de Gobierno no las trae consigo. Ni él ni sus estrategas.

A partir de una mentira quiere treparse al Canal de las Estrellas.

Y cuando de la oficina de Carlos Salinas responden que no hubo tal reto ni invitación, entonces el órgano impreso de su campaña cabecea que “se rajó Salinas con su oferta a debatir”.

Ninguna importancia tendría este hecho si no fuera indicativo de lo bajo que anda López Obrador.

Hace seis años tenía a los medios de comunicación en la cobertura de todos sus eventos. Todos los días estaba en la televisión.

Se difundían por todo el país sus imágenes en las conferencias de prensa, frases con intención jocosa, más anuncios pagados con dinero de la Ciudad que aparecían en el futbol, en las telenovelas y hasta en programas de alta frivolidad como Big Brother.

Tanta era su facilidad para estar en los medios que rechazó ir al primer debate de candidatos presidenciales.

Ahora tiene que hacer trampas para ver si por ahí brinca la posibilidad de un debate y así aparecer de nueva cuenta en la televisión.

Tiene que ganar notoriedad porque su imagen se ha ido deteriorando desde que rechazó los resultados de las elecciones de 2006, tomó Reforma y se proclamó presidente legítimo.

¿Qué tienen que debatir López Obrador y Salinas de Gortari? Nada.

En todo caso, si trae ganas, que AMLO debata con Ebrard, quien ya lo rebasó en adhesiones dentro de la izquierda.

Que se comprometa en un debate, de cara a Marcelo Ebrard, a respetar el resultado de las encuestas de tales casas encuestadoras, para que el candidato de la izquierda sea el que prefiera la ciudadanía.

Y el que pierda en la encuesta que renuncie a ser candidato por otro partido.

Así de claro. Sin trampas.

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