septiembre 15, 2011

Competitividad

Macario Schettino (@macariomx)
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor del ITESM-CCM
El Universal

Se publicó la semana pasada el nuevo reporte del índice global de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés)

Se trata de un índice bastante famoso, pero el más subjetivo de todos los famosos. Cerca de dos terceras partes de la información que este indicador compila provienen de la opinión de empresarios de los países evaluados, y sólo una tercera parte tiene su origen en datos duros.

Por lo mismo, hay que tomarlo con cautela, pero esto no significa que los datos que el índice ofrece sean falsos, es sólo que son subjetivos, es decir, percepciones.

En el caso de México, los empresarios que respondían el cuestionario del WEF solían ser muy pocos, menos de cien, de cerca de 800 invitados cada año. Por ello, suponíamos que parte de nuestra mala calificación provenía precisamente de tener una muestra pequeña, que posiblemente sesgara la evaluación de forma negativa. En esta ocasión, entre la secretaría de Economía y el Consejo Coordinador Empresarial promovieron una mayor tasa de respuesta, que superó los 350 cuestionarios, de forma que ya no podemos argumentar eso.

Tal vez por esa mayor respuesta, México es el país de América Latina que más posiciones escala en este reporte. Pasamos del lugar 66 (de 139 países) al 58 (de 142). No es poca cosa: Brasil subió 5 puntos y Chile bajó 1, aunque ambos están por encima de nosotros. Cosa interesante, entre los puntos que más mejoramos están cosas como “eficiencia de los consejos de administración” o “delegación en administración profesional” que parecen ser autoelogios de nuestros empresarios. Por el contrario, evaluaciones subjetivas claramente erradas, como las que corresponden al costo de la violencia o la calidad de la educación, no mejoraron.

Digo que son claramente erradas porque según nuestros empresarios México se encuentra en el lugar 139 de 142 países evaluados en materia de costo de la violencia, y un poco mejor, pero no mucho, en costo del terrorismo o confiabilidad de la policía. No cabe duda que estamos muy mal en el tema de policía, y que hay mucha más violencia que antes, pero esto no nos lleva a ser el peor país del mundo en eso, ni nada cercano. Y en el caso del terrorismo, prácticamente no tenemos ejemplos en México, a pesar de los excesos verbales que luego tenemos.

Lo mismo ocurre en calidad de la educación, en donde nos ubicamos entre el lugar 120 y el 130, de los 142 países. Esto no es correcto, aunque en muchas ocasiones nuestro sistema educativo nos parezca espantoso.

Es malo, pero no tanto, y seguimos por encima de prácticamente toda América Latina y África.

Con estos detalles, que nunca hay que perder de vista, el indicador de competitividad del WEF tiene la ventaja de que nos ofrece una comparación con buena parte de los países del mundo, y eso no es poca cosa.

Sin duda, hay grupos empresariales más contentos con su país y otros que lo aprecian menos, y tengo la impresión que andamos más bien en el segundo grupo, mientras que, por ejemplo, Brasil anda en el primero. Pero aún con eso, nos da una buena señal de más o menos en dónde andamos si queremos competir por la inversión y, tarde o temprano, lograr que este país sea exitoso.

Si comparamos a México con los países BRIC, resulta que no encontramos diferencias sustanciales. Unos andan mejor en una cosa y otros en otra. Todos somos países grandes: desde China que es la segunda economía del mundo hasta nosotros que somos la número 12. Todos tenemos problemas serios con alguno de los “pilares de la competitividad”. Siendo honestos, no se ve gran diferencia entre México y los otros cuatro países.

Pero si nos parecen ellos una buena comparación, hay dos cosas que tenemos que corregir: las instituciones y el mercado laboral. En el primer grupo (que es el primer “pilar” del WEF) están cosas como el cumplimiento de contratos, los derechos de propiedad, y también todos los temas de seguridad, que es en donde nos calificamos peor. En el segundo grupo están las prácticas de contratación y despido, la participación de las mujeres en el mercado laboral y la flexibilidad del mismo. En todo andamos mal, como usted se imaginará. En el último año mejoramos bastante en el mercado de bienes, otro pilar en que andábamos muy mal, y que gracias a la reforma de la Ley de Competencia Económica, entre otras cosas, ha mejorado bastante.

Si México decidiese enfrentar seriamente al crimen organizado (entre todos, no nomás culpando a Calderón), reformar al Poder Judicial y empezar a cumplir la ley, por un lado, y renovar a fondo el mercado laboral, por otro, no sólo mejoraríamos veinte posiciones en estos pilares, sino que seríamos claramente superiores a los cuatro países BRIC, que tanto se usan como referencia.

Sin duda, más allá de ello hay muchas otras cosas que ir componiendo, pero no se trata de querer hacer todo al mismo tiempo y no lograr nada. Son dos cosas, complejas pero realizables, que permitirían una transformación brutal de la imagen de México en el exterior (y para nosotros mismos): cumplir la ley y renovar el mercado laboral. No espero que esto ocurra en este año ya electoral, y en el caso de cumplir la ley, la verdad no espero que ocurra en un buen tiempo.

Pero no está de más dejar claro que ahí está el meollo del cambio en este país. Por los que tengan alguna duda.

No hay comentarios.: