septiembre 22, 2011

El retorno de los brujos

Alfonso Zárate Flores (@alfonsozarate)
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario, SC
El Universal

Dos datos merecen subrayarse de la ceremonia en la que Eruviel Ávila rindió protesta como gobernador. 1) El carácter del festejo: un acto cortesano para el gobernador saliente, y 2) la reaparición de Arturo Montiel Rojas, mandatario mexiquense de 1999 a 2005, uno de los personajes emblemáticos de los abusos del poder y la impunidad.

El hombre que instruyó a su operador Isidro Pastor para que comprara a un grupo de legisladores de Acción Nacional —maniobra por la que pudo disponer en el Congreso de la mayoría absoluta que le habían negado las urnas, por lo que pudo dedicarse alegremente a meterle la mano a las arcas públicas—, ahora, sin pudor, se asoma a un escenario público y en vez de repudio —o, al menos, silencio— recibe el respaldo de sus correligionarios, cómplices, beneficiarios…

Los expedientes que se difundieron en 2005 sobre la enorme riqueza de Arturo Montiel, sus hijos y su entonces mujer, Maude Versini, sólo explicable como fruto de una gestión arbitraria y sin contrapesos, exhiben apenas una parte de sus trapacerías.

Montiel no es ingenuo. Sabe que la memoria es corta, que ya no está Germán Dehesa para preguntarle cómo durmió; aunque seguramente duerme bien, porque los rufianes no tienen remordimientos. Sabe también que a pesar de todas las evidencias, las autoridades del estado no encontraron ilícitos. Alfonso Navarrete Prida —el mismo que hoy preside la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados— era procurador general de justicia.

Sin rubor, Montiel puede exhibirse en público como tantos otros delincuentes de “cuello blanco”. No sólo tiene la certeza de que no habrá sanción judicial, sino que, en un auditorio pletórico de priístas, no existe riesgo de reprobación moral porque es uno de ellos; todos (o casi) son parte de la misma cofradía a la que, por cierto, también pertenece el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, el que, piadoso, pide a políticos: “No se claven mucha lana”.

En los últimos años un electorado que porta la subcultura del “dame” —estirar la mano para recibir los mendrugos de Papá Gobierno— le ha dicho al PRI en las urnas: “¡No te disfraces de nada, no aparentes ser lo que no eres, así te queremos, corrupto pero eficaz!”.

La subcultura del cinismo que premia a sus mejores exponentes. De ahí que el regreso de los brujos, como Arturo Montiel y su cordial enemigo Roberto Madrazo, sea una mala noticia para la balbuceante democracia. También lo es la decisión del gobernador Ávila de privilegiar la gratitud y la lealtad sobre los valores republicanos. ¿Qué consejos, qué experiencias, recogerá Eruviel de sus antecesores, sobre todo de Montiel?

Por su trayectoria y por su origen, Ávila está obligado a marcar un quiebre en el ejercicio del gobierno: cerrarle espacios al despilfarro (los incalculables gastos en imagen de Peña, en detrimento de la inversión social) y a combatir la impunidad. Son muchos los problemas que sufre el Estado de México, entre ellos, el ascenso de la violencia criminal, el incremento del número de quienes se ubican en la pobreza extrema, la disparidad brutal entre regiones, la ausencia de obras de infraestructura que hubieran evitado, por ejemplo, la inundación de aguas negras en municipios tan importantes y poblados como Cuautitlán, Teoloyucan, Ecatepec, Nezahualcóyotl…

Entiendo las razones de la realpolitik: no es cualquier cosa sustituir al muy probable presidente, pero Eruviel tendría que mostrar de qué está hecho. Aunque, para efectos prácticos, el espectáculo de la unidad priísta y sus complicidades parece ofrecer una respuesta categórica.

Por ahora, todo apunta a un “minimato”, parodia a escala de un ejercicio de poder a control remoto del mandatario que se va. Así parecen anticiparlo, por un lado, el desmesurado elogio a su antecesor y, sobre todo, la integración de un gabinete a modo de Peña Nieto, en el que sobresale la repetición en cargos clave: secretaría de Finanzas, Procuraduría General de Justicia y Contraloría, entre otros.

Para destrabar la elección de consejeros

¿Y por qué no pedir a un grupo de seis u ocho académicos, expertos en materia electoral y sin militancia partidista, que evalúe a los 17 candidatos seleccionados por la Cámara de Diputados y proponga a los tres consejeros del IFE con el mejor perfil, quienes serían aprobados sin reservas?

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