fran@cronica.com.mx
La aldea global
La Crónica de Hoy

A ese simbólico 49 por ciento se apuntó también este verano Washington DC, muy lejos ya de ese 64 por ciento de blancos que vivía en la capital de EU en 1990.
De esta manera, las dos ciudades más influyentes de EU se suman así a la lista de 22 grandes urbes en las que los blancos han pasado a ser minoría racial.
Los responsables de esta tendencia imparable son los hispanos, pero no son los que cruzan la frontera (en fuerte retroceso desde hace dos años por la recesión en EU), sino los nacidos durante el baby boom de la última década entre inmigrantes ya instalados en el país.
Esta revolución racial es evidente en California, donde el declive blanco es tan agudo que los niños hispanos son ya el 51 por ciento y los blancos apenas un 27 por ciento; pero es Nuevo México donde este fenómeno está batiendo todas las marcas, con un 58 por ciento de niños hispanos frente a 26 por ciento de niños blancos, según el Censo 2010. De hecho, el estado hace cada vez más honor a su nombre, ya que la abrumadora mayoría de sus nuevos habitantes son de sangre mexicana. Otro ejemplo más: en Arizona, su gobernadora Jan Brewer debe haberse jalado de los pelos cuando haya leído en el último Censo que el año pasado los niños hispanos superaron en su estado, por primera vez, a los niños blancos (43 a 42).
En cifras absolutas, de 2000 a 2010 la población de niños blancos cayó en 4.3 millones, mientras que el número de niños hispanos creció en 4.8 millones. No existe parangón en el mundo de un trasvase racial como el que está sucediendo en EU.
El paisaje que vemos ya en Estados Unidos es el de un país de ancianos blancos (el 80 por ciento de los mayores de 65 años, según el Instituto Brookings) frente a un griterío de bebés y niños no blancos, que son ya más de la mitad en todo el país.
En este cuadro policromático destaca, además, un fenómeno nuevo. Los hispanos se están mezclando más rápidamente con otras razas que los blancos anglosajones. En 2008, el 9 por ciento de los blancos se casaron con personas de otra raza frente a un 16 por ciento de los negros y un 26 por ciento de hispanos, según datos del Centro de Investigación Pew. Esta situación ha generado una variada paleta de colores raciales de los que han surgido nuevos términos, como blacksicans (mexicanos negros) o incluso mexipinos (mexicanos filipinos).
Todas estas cifras son las que ponen a temblar a los supremacistas blancos. Pero esta es, le pese a quien le pese, la realidad de EU: la de un país en rápido proceso de “desblanqueamiento”; un país que, ahora sí, hace honor a la etiqueta de melting pot, esa ensalada de razas que muchos analistas previeron hace años que iba a acabar pasando tarde o temprano, y cuyas guindas son la llegada al poder del primer presidente negro, Barack Obama, o el nombramiento de un hispana, Sonia Sotomayor, como jueza vitalicia en la Corte Suprema de EU.
Pero toda revolución tiene su contrarrevolución. Mucho millones de blancos adultos se niegan a ser un ingrediente más de esa ensalada de razas y mucho menos que ésta esté aderezada por un presidente negro. Estos contrarrevolucionarios que rechazan el melting pot son los que se han lanzado en masa a beber esa infusión amarga que les propone el Tea Party. No se trata ya de pasar a la clandestinidad y convertirse en organizaciones criminales y supremacistas, como el Ku Klux Klan, activo desde el siglo XIX, sino de convertirse en organizaciones de resistencia civil que presionan al Partido Republicano para que se radicalice y asuma una ideología que convierte en sospechoso a cualquiera que no sea de raza blanca y hable perfecto inglés.
Además de ser una ideología racista y tremendamente injusta (no olvidemos que, con excepción de los indios nativos, todos los estadunidenses blancos son finalmente de origen inmigrante) fomenta un odio que sí desemboca finalmente en actos criminales, como la matanza de Tucson en enero, cometida por un joven que envenenó su cerebro con las proclamas radicales del Tea Party y decidió abrir fuego contra la congresista demócrata Gabrielle Gifford y todos los que las que la escuchaban en un mitin callejero, con el resultado de siete muertos y una veintena de heridos, entre ellos la legisladora opositora a las leyes inmigrantes de Arizona.
Sin embargo, el terror no puede parar lo imparable y es la transformación de EU en una inmensa ensaladera donde caben todas las razas y donde la blanca dejará de ser mayoría en unos 30 años para convertirse en otra minoría más. Y esto ocurrirá por mucho que quiera el Tea Party amargar la ensalada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario