jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE
El Universal

¿Y eso cómo se logra? Pues es muy sencillo. La manera en que el tráfico de drogas deje de ser redituable es que deje de ser un oligopolio en manos de unas cuantas bandas y que, por eso, baje el precio del producto y en consecuencia las ganancias. Para ello, debe haber un libre mercado de drogas que permita a cualquier productor y distribuidor entrar en el negocio. Y eso sólo se logra eliminando las restricciones para acceder a la producción y venta de drogas. O sea, eliminando la prohibición. No hay de otra. Sobra decir que al quitar la prohibición de las drogas, el uso de la violencia y la corrupción por parte de las bandas dedicadas a este negocio disminuiría de manera sensible y tendría los niveles que tiene cualquier otra actividad económica legal. Probablemente subsista algún grado de corrupción, si es que el gobierno sigue propiciándola, como ocurre todavía en algunas áreas de la actividad económica legal en las cuales hay que tramitar permisos o que están sujetas a inspección, pero la violencia simplemente desaparecería. Ciertamente dicha medida no acabaría con otras formas de la delincuencia organizada. No. Para ello sólo queda fortalecer las instituciones aunque también se pueden aplicar algunas “soluciones de mercado” que reduzcan los oligopolios, los cuales favorecen el desarrollo de actividades de extorsión, como es el caso de los casinos. En otras palabras, la legalización de las drogas ilegales no es la varita mágica que resuelva todos los problemas de delincuencia, pero sí le quita combustible a la delincuencia organizada al reducir las ganancias de un negocio que hoy por hoy es el más redituable de las actividades del crimen organizado.
Evidentemente, un escenario de legalización de los estupefacientes no va a ser inmediato y total. Es muy probable que la legalización de la mariguana ocurra pronto, pero la de otras drogas no. Nadie es tan ingenuo como para pensar que el próximo mes va a ocurrir un cambio tan radical. No obstante, sí llama la atención que el Presidente mexicano, quien hasta ahora había declarado abiertamente su oposición a una medida de este tipo, la sugiera en público de manera velada, o no tan velada. ¿O será que después de cinco años de guerra contra el narcotráfico sin alcanzar aún resultados deseables el Presidente empiece a pensar en opciones “fuera de la caja”? ¿Será que a Calderón le esté pasando lo mismo que a Zedillo y Fox, quienes luego de intentar sin éxito combatir al narco han acabado por apoyar abiertamente quitar la prohibición de las drogas? Puede ser. Y puede ser también que cinco años de combate frontal al narco han evidenciado lo absurdo de una legislación que quiere combatir al mercado con la fuerza del Estado. Puede ser que el gobierno mexicano se ha dado cuenta, por fin, de que en el caso de las drogas no hay víctimas sino clientes y que las víctimas aparecen sólo cuando se intentan aplicar leyes inaplicables. Puede ser. Ojalá.
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