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La Razón

Aprovechó el mensaje por su quinto informe para despejar dudas, si es que las había.
La ruta que tiene enfrente no es sencilla, pero cuenta con atributos para construir una candidatura competitiva, que dé la pelea y logre retener, además, lo que ya tienen, la Ciudad de México.
Ebrard está elaborando un discurso amarrado a sus logros como gobernante y estableciendo una clara diferencia con su principal rival en la contienda interna, Andrés Manuel López Obrador.
Por ello puntualizó que lo suyo es establecer políticas de tolerancia y respeto, donde las mujeres decidan sobre su cuerpo y las preferencias sexuales sean respetadas.
El contraste con López Obrador es evidente, ya que el tabasqueño impidió que se aprobara la legislación de sociedades de convivencia y tiene una alianza con algunos sectores del clero mexicano, no los más progresistas, por cierto.
Ebrard, en cambio, mantiene un litigio con personajes de la jerarquía eclesiástica que difamaron al gobierno capitalino y contravinieron la ley de asociaciones religiosas.
En uno de los temas más álgidos, el de la seguridad, el gobernante capitalino se inclina por el desarrollo humano y la educación, y está convencido de que es justo esto lo que ha permitido que la capital del país permanezca ajena a la espiral de violencia que azota a otras regiones.
El Jefe de Gobierno representa a la izquierda moderna, la que tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad, en algunas cosas, y la expansión de los derechos.
Por eso una de las claves de su política es justamente la instrumentación del sistema de protección social más grande de América Latina.
Con esas credenciales, que son respaldadas por haber gobernado en un momento por demás complicado, es con las que el Jefe de Gobierno buscará la candidatura de su partido.
Sabe bien que es la única posibilidad que tiene la izquierda de convocar a un electorado que rebase a su voto duro.
Las elecciones se ganan apelando al centro y generando confianza en los electores, inclusive entre aquellos que son antagónicos.
El tema más inquietante, sin embargo, es cómo resolverá la izquierda la postulación de su candidato presidencial.
Aunque los datos son claros y muestran que la postulación de López Obrador puede ser un desastre, hay grupos que insistirán en que las cosas caminen por esa ruta.
Ya con las cartas sobre la mesa, iniciará la cuenta regresiva para el perredismo y tendrían que aprovechar los meses que faltan para la contienda para tratar de corregir lo que los llevó a la debacle en los últimos años.
Con Ebrard tienen una buena oportunidad de mandar el mensaje correcto, el que los coloca como una alternativa y con un proyecto que, en efecto, signifique un cambio de rumbo.
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