septiembre 23, 2011

Las máscaras desaparecen

Rafael Segovia
Reforma

Falta de entusiasmo, indiferencia, las preocupaciones son otras. O los partidos han recibido orden de no moverse, de dejar que las cosas transcurran tranquilamente pues saben que a la gente le preocupan otros temas, otras inquietudes situadas al margen de las electorales. Estas inquietudes ni a los partidos ni al gobierno les interesa llevarlos a un primer plano. Su interés está volcado en el empleo, en el costo de la vida, en los sueldos, en última instancia en el futuro de los hijos, en la pavimentación de la calle, en lo que sea, pero no en las elecciones.

Los medios, como algunos suelen decir, no nos incitan aunque algunos articulistas -perdón, analistas- en la prensa dejan caer alguna información sobre unos candidatos posibles que no mueven a un público excesivo. Interesan más los resultados del futbol o la persecución de Gaddafi, que aparecen como algo vivo, aunque no afecte ni a nuestras vidas ni a nuestras pasiones, aunque las tengamos.

Las actividades políticas sólo nos despiertan de nuestra modorra cuando las cosas se ponen verdaderamente mal, cuando hay una devaluación o un candidato inesperado en Estados Unidos, cuando se desechan fosas con más de quinientos cadáveres. De pronto hay un despertar ante un hecho esperado, por ejemplo, que el señor Peña Nieto, anuncia su candidatura, aunque la anuncia como si molestara a alguien, cosa natural por no ser el único que se pone en la fila, máxime que su deseo espera que sea apoyado por el PRI. Lo más probable es que el Tribunal electoral y el IFE, también tengan su opinión, como la quieren tener en todo. No es seguro que a estas dos instancias las escuchen.

En medio de estos silencios que no auguran nada bueno oímos voces sensatas. La señora Vázquez Mota pide que el pueblo sea consultado aunque no es demasiado clara sobre la manera de hacerlo. Estas consultas populares, en cualquier caso superiores a las encuestas, tienen un método que sin ser infalible se equivoca poco, y que consiste en organizar por los partidos elecciones internas, llamadas primarias, en las que, como ha decidido el partido socialista de Francia, se exija un compromiso por escrito y un pago, muy pequeño, por parte del afiliado, que signifique un compromiso por parte de esa persona. Los inconvenientes, aparecen por todas partes, si bien no pueden ser mayores que una junta directiva, compuesta por más personas normales, elegidas o designadas nadie sabe cómo, de acuerdo con un reglamento por lo general incomprensible, resuelven quién ganará la candidatura.

Las influencias por más que una serie de personas intenten superarlas, siempre existirán y se ejercerán. Simpatía, dinero, amistad, amenazas y cuanta actividad humana se pueda imaginar entrarán en movimiento tan pronto como haya una situación abierta, no vigilada por una autoridad de una pureza angélica y de una neutralidad absoluta. Las elecciones son una materia de riesgo, como se verá en 2012.

La opinión pública es más o menos invencible, más aún cuando se la prohíbe. Hay en estos momentos unos cuantos candidatos a la presidencia de la República: las señoras y señores Creel, Peña Nieto, Vázquez Mota, Cordero, Ebrad, López Obrador, que son vistos como aspirantes, pero no hay nada más que su interés y su voluntad, quizás tengan algún apoyo de su partido pero de eso no se sabe nada. Quedan unas semanas antes de conocer quienes son los verdaderos contendientes.

Vivimos en unas conjeturas que no tienen un apoyo auténtico, excepto en este momento el del Presidente de la República que durará hasta el "destape" del PRI y, quizás, el del PRD. Después ese poder de decisión, dividido y puesto en duda como será, se convertirá en una materia evanescente que pasará a arrastrar una serie de hombres políticos, sea quien sea el favorecido, el agraviado por el pueblo, cosa que aún está en el aire.

No puede haber una decisión popular por no haber más que un partido con fuerza, con algún llamado de los gobernadores, los presidentes municipales y los eternos funcionarios de la organización. El voto popular en las condiciones que se encuentra en este momento importa poco, el deseo de la señora Vázquez Mota no se va a cumplir pese a ser la única solución sensata. Puede haber intervenciones desesperadas que emborronarán el panorama. Como es una costumbre casi ancestral, se espera que sea la última elección en que no se pueda confiar.

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