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La Crónica de Hoy

El comportamiento de estas dos variables ha sido el típico en épocas de incertidumbre, en tiempos en los cuales los agentes económicos no tienen claro, hasta dónde tal tarea resulta humanamente posible, qué va a suceder, tal y como ha pasado en los últimos meses, todo relacionado con la siguiente pregunta: ¿entrará la economía estadunidense en una segunda recesión (yo preguntaría, de entrada, si realmente salió de la del 2009)?
Durante el segundo trimestre del 2010 la economía estadunidense creció, medido dicho crecimiento por la producción de bienes y servicios, en términos anualizados, 3.2 por ciento; un año después, a lo largo del segundo trimestre de este 2011, el crecimiento fue solamente del 1.0 por ciento, dos terceras partes menor que aquel, lo cual da como resultado una clara desaceleración (menor crecimiento), que bien podría desembocar en una recesión (dos o más trimestres consecutivos de crecimiento negativo, según la definición “oficial”). Hasta aquí los datos.
Entre enero de 2009 y junio de 2011 la Reserva Federal (el banco central de los Estados Unidos) le “inyectó” a la economía estadunidense la friolera de 2.3 billones de dólares con el objetivo, inmediato, de reducir las tasas de interés, y con el fin mediato de, desincentivando el ahorro, incentivar primero el consumo, luego la inversión y, al final, la producción, algo, esto último, que simple y sencillamente no ha sucedido, tal y como lo muestran los datos del párrafo anterior.
Ante los pobres resultados de la estrategia practicada por la Reserva Federal, el pasado miércoles 21 se anunció en los Estados Unidos una nueva “inyección” de dólares, esta vez por 400 mil millones, entre septiembre de 2011 y junio de 2012, anuncio que ocasionó, el jueves 22, una debacle en los mercados bursátiles y cambiarios: en México la bolsa de valores perdió 4.8 por ciento y el peso se devaluó 2.8 por ciento frente al dólar, habiendo alcanzado, en 14.10 pesos, su máximo anual. ¿Por qué? Porque el anuncio de la nueva “inyección” de dólares fue un reconocimiento, franco y abierto, de que las “inyecciones” anteriores no dieron el resultado esperado, hecho ante el cual muchos nos preguntamos si ahora sí, con esta nueva “inyección”, esta vez por 400 mil millones, las cosas funcionarán. Para responder no hay que olvidar que las presiones recesivas se comenzaron a gestar, hace diez años, cuando la Reserva Federal, entonces a cargo de Greenspan, comenzó a “inyectar” dólares a la economía estadunidense con el objetivo de reducir las tasas de interés y desincentivar el ahorro y, consecuencia de ello, incentivar el consumo, la inversión y la producción, todo lo cual, al final de cuentas, desembocó, burbujas financieras de por medio, en la recesión de 2009. Con más de lo mismo, ¿habrá resultados distintos? No, claro que no.
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