Atando Cabos
El Universal

¿Por qué el Senado vota leyes y en la Cámara todo se congela? Juan Pardinas, director del Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco), se lamentaba ayer en su columna de que “la Cámara de Diputados se ha convertido en un territorio anegado” y en cambio, en el Senado, “sí han cumplido con su principal función constitucional: discutir y aprobar las leyes relevantes para la vida de México”. La respuesta no radica en un mayor sentido del deber de parte de nuestros senadores, ni un ataque contagioso de indolencia entre los diputados. No, la razón es que el líder de los priístas en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, quiere distinguirse de Peña Nieto por ser un hombre de ideas y de proyectos y lleva años construyéndose una imagen de hombre responsable y propositivo.
En la Cámara Baja, donde los priístas obedecen a los intereses de Peña Nieto, lo único que quieren es no hacer olas que puedan perjudicar al puntero en las encuestas. De hecho, ningún priísta está en contra de la reforma laboral, pero los simpatizantes de Peña Nieto temen que si la aprueban le van a dar un magnífico pretexto a López Obrador para que inicie una ruidosa movilización en contra de la reforma y lo prefieren calladito. A Beltrones, entonces, le conviene ser visto como un reformista y los de Peña Nieto quieren que nos sumamos en una dulce somnolencia que nos lleve tranquilitos hasta la víspera de la elección. ¡Ni modo país!
Fue exactamente lo mismo que provocó una de las tantas rupturas entre Carlos Navarrete y Andrés Manuel López Obrador: cuando discutían que posición tomar respecto a la reforma energética, Navarrete abogaba por una posición que tomara en cuenta las dificultades por las que atravesaba la paraestatal y López Obrador lo interrumpió bruscamente diciéndole que de eso se encargarían cuando ellos estuvieran en el poder.
El mensaje es clarísimo: lo primero es que el otro no se anote ningún punto. ¡Ni modo por el país!
Lo mismo ocurre en estos días en los Estados Unidos. Obama les pide a los republicanos que se preocupen por crear empleos y ellos lo único que quieren es sacarlo del poder cuanto antes.
En sociedades polarizadas, como en últimas fechas son la nuestra y la estadounidense, lo primero, lo que importa, es sacar al otro del poder o mantener el poder a toda costa, los intereses del país vienen luego.
Por eso, sea cual sea la opción de cada quien, la apuesta debería ser de entrada una que ayude a enfriar este encono que hace que los intereses del país queden en un segundo plano. Ahora sí, que por el bien de todos.
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