septiembre 19, 2011

Tres mosqueteros

Denise Dresser
Reforma

En la novela de Alejandro Dumas los tres mosqueteros eran Athos, Porthos y Aramis. En la tragicomedia del PAN son Ernesto Cordero, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel. Pero hay una diferencia importante: el lema de los franceses declamaba "Todos para uno y uno para todos", y el lema de los panistas parece ser "todos contra todos". Con la espada desenvainada, con la bayoneta empuñada, dándose sablazos entre sí. Debilitando al PAN frente a una contienda presidencial que ya muchos dan por perdida. Colocando a su partido en una posición cada vez más difícil ante el 2012, porque mientras los panistas deciden, los priistas avanzan. Mientras los panistas pierden el tiempo resolviendo quién será su candidato, el PRI entroniza al suyo.

Porque el último Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto es un acto que evidencia todo lo que se suponía superado, y el PRI se encarga de resucitar: el protocolo real, la disciplina férrea, la línea impuesta, la genuflexión colectiva, la cargada evidente. Todos se presentan a rendir tributo. A ofrecer lealtad. A cargar en hombros al joven dinosaurio. Al pre-candidato presidencial que lleva una ventaja de 30 puntos por encima de cualquier contrincante en el PAN o el PRD. Cada día más popular y cada vez menos cuestionado. Atenco y los feminicidios en el Estado de México y el último lugar que el gobierno mexiquense ocupa en los indicadores de transparencia parecen ser cosa del pasado para el joven del copete acicalado.

Y ante él y lo que representa, el PAN sigue sin definirse, sin unirse, sin ofrecer un frente común ante la maquinaria que se le viene encima. Sigue perdiendo el tiempo, construyendo candidaturas en el aire, imaginando que algún día aterrizarán. Porque ése es el caso de Ernesto Cordero: un buen secretario de Hacienda y un pésimo candidato presidencial. Alguien con buena preparación técnica pero mala preparación política. Alguien que puede negociar presupuestos pero no logra levantar apoyos. Felipe Calderón lo mira y ve en él a sí mismo y los problemas que logró superar. Piensa que la exposición en los medios, y el andamiaje del PAN, y el apoyo de ciertos grupos empresariales en algún momento lo harán crecer. Ascender. Subir. Pero es poco probable que ello ocurra ya que el 2012 no es el 2006 y ahora la competencia real no es Andrés Manuel López Obrador y el "peligro para México" sino Enrique Peña Nieto y el peligro que el regreso del PRI representa para la democracia en México.

Por su parte, Santiago Creel es ya un mosquetero quemado, vetusto, cuestionado. Ya no tiene la armadura reluciente que alguna vez portó. Ya no tiene la pinta de valiente que en el pasado lo caracterizó. Llega cargando a cuestas con una espada corroída y una capa manchada. Sobre su nombre pesan los múltiples errores que cometió cuando fue secretario de Gobernación de Vicente Fox. El "decretazo" televisivo que auspició. Las negociaciones con el PRI que propició. Las concesiones para casinos que negoció. Y por ello, a pesar del reconocimiento de nombre que tiene entre la población, no podría ganar una primaria dentro del PAN ni una elección general. Así como Aramis -en el libro de Dumas- se retira a vivir en un monasterio, Santiago Creel debería retirar una candidatura presidencial que ya no tuvo razón de ser, ni la tiene hoy.

Finalmente Josefina Vázquez Mota ofrece sus servicios de espadachín a un panismo real -encabezado por Felipe Calderón- que no la ve con buenos ojos. Josefina es la mosquetera incómoda. La que pelea con más independencia y menos sometimiento. La que el Presidente no apoyaría pero quizás no tenga más remedio que hacerlo. Porque Vázquez Mota le ofrece al PAN la única posibilidad real de contender; la única posibilidad real de competir. Ante la cara bonita de Enrique Peña Nieto podría erigirse la candidatura histórica de una mujer al frente del PAN. Ante el político Potemkin podría colocarse la falda bien puesta. Y así despertar en el PAN algo que tanta falta le hace: ganas de ganar, ánimo para pelear, entusiasmo para empuñar la espada y destreza para usarla.

Porque el PAN aparece hoy como un partido desanimado y dividido; cabizbajo y contrahecho. En lugar de ser un sitio para los amigos inseparables, se ha vuelto un lugar para las animosidades insuperables. El romance de D'Artagnan se ha convertido en la pesadilla de Calderón: un PRI robustecido ante un PAN deprimido; un PRI rebosante ante un PAN encogido.

La única manera de salir de la posición perdedora en la cual se encuentra el panismo hoy es cerrando filas detrás de un@ de los tres mosqueteros, en lugar de permitir que sigan debilitándose entre sí. La única forma enfrentar al enemigo común es eliminando la división en casa. División producida por la confrontación constante entre los seguidores de unos y otros. Y por ello, en vez de retar a un duelo a muerte entre sí, deberían mirar al adversario afuera. Los tres mosqueteros de Dumas eran solidarios, valientes e inteligentes. Ante la magnitud de los retos que enfrentan, los tres espadachines del PAN no deben demostrar lo contrario.

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