octubre 03, 2011

El cajón de los recuerdos

Pedro Ferriz (@PedroFerriz)
El búho no ha muerto
Excélsior

El hecho es que habrá eventos sorprendentes en el marco de las campañas. Es irremediable, el narco querrá hacerse presente

En el intento de seguir la crónica de la guerra que México libra en contra el narcotráfico, identificar sus fases es requisito... Su evolución es clara. Inicia con el sexenio y se va exacerbando al provocar una serie de acciones, reacciones, enconos y luchas intestinas. Unos grupos delincuenciales buscan acrecentar su poder. Otros pretenden no desaparecer. Hay bandas criminales que al ser perseguidas se vuelven más violentas. Otras, que al caer sus líderes, entran en una especie de devaluación, al ser comandadas por el nivel de sus sicarios. La inteligencia de sus primeras acciones tiene que dar paso a la violencia propuesta por sus nuevos operadores. Si bien los cárteles perseguidos resultan más espectaculares en sus actos, también son más primitivos. Esto los vuelve vulnerables. La astucia cede el paso al primitivismo de sus nuevos mandos. Gente perversa, pero ineducada y tonta. No podemos negarle a muchos de los narcos originales, una inteligencia estratégica. Esa que ha mantenido en jaque a la estructura de gobierno.

Las circunstancias y el tiempo nos fuerzan a ver el futuro. Debemos proyectar por lo menos las dos siguientes fases de lo que vivirá México en esta guerra. Al sexenio del presidente Calderón le restan 14 meses. Eso lo sabe usted, pero también la delincuencia. Y así como nosotros nos permitimos hacer un cálculo de la caducidad del poder, ellos hacen lo propio. Trazan su ruta crítica vital. Ruta que pretende garantizar su sobrevivencia transexenal. Las opciones resultan claras: O me escondo para no ser perseguido y espero a ver la estrategia del próximo Presidente... O acelero el paso en aras de ratificar mi fuerza, hegemonía y capacidad logística. No resulta igual la circunstancia del cártel de los Arellano Félix o los Beltrán Leyva, que la omnipresencia del Chapo Guzmán o los Zs. Hay grupos y cárteles en proceso de extinción. Los hay también en pleno auge, no obstante el fragor de la batalla.

Mucho de la sobrevivencia de los fuertes tendrá que ver con mantenerse así hasta el final. Les resultará clave la capacidad que éstos tengan de corromper autoridades, cuando resulta innegable que parte de nuestro esquema de gobierno está involucrado con los delincuentes en vías anchísimas de corrupción.

Lo malo de las guerras es que éstas no entienden de “cambios de administración”. Lo vital de la lucha mexicana en contra de los cárteles de la droga será justo este último tramo. De aquí al primero de diciembre del 2012. Esta “última y nos vamos” de Calderón es estratégica. La justificación de seis años de esfuerzo.

Ni usted ni yo tenemos garantía de cómo se presentará la política de lucha en el siguiente sexenio. Es más, no hay garantías de siquiera la habrá. Si bien hay grupos políticos que se han pasado estos años afirmando a los cuatro vientos que ésta no es la forma de atacar el problema, tal vez en el futuro ya no haya siquiera que criticar la estrategia, ante el desánimo de un Presidente que de plano no quiera enfrentar el asunto.

Las condiciones están dadas para el inicio de campañas políticas. Pueden ser violentas. Algunos aspirantes a Los Pinos son abiertos al decir que quieren luchar hasta limpiar a México. El más claro es Manlio. Otros, no tocan el tema, como López Obrador, que piensa que es más peligroso un rico que un narco. Marcelo quiere la batalla “a brazo partido” en alianza con los gringos. Josefina, extenderla contra la corrupción de jueces y gobernadores. Enrique Peña desea llegar a la silla sin hacer compromisos o definiciones. ¡Lo bonito es la retórica! El hecho es que habrá eventos sorprendentes en el marco de las campañas. Es irremediable, el narco querrá hacerse presente.

¿Quién nos puede garantizar que el próximo Presidente no tenga la tentación de pactar con lo que hoy ha sido intransigencia? Es más, veo en el futuro que algunos de los protagonistas de las siguientes elecciones, resultan vulnerables a los apetitos de los cárteles mexicanos.

Me pregunto lo que realmente están pensando vividores del sistema como: Humberto Moreira o René Bejarano. Dónde anda la mente —si es que la tienen— de imberbes como Roberto Gil Zuarth o el Niño Verde, de flexibles convicciones. ¿Quién quedará al frente de la Sedena, la SSPF o la Armada? ¿Qué harán algunos gobernadores si ya no sienten la presión de Los Pinos?¿Donde acabarán las intenciones de liquidar a los enemigos de México?:

En la máxima prioridad de terminar el trabajo... O en el enorme cajón de los recuerdos y las buenas intenciones.

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