De Tácticas y Estrategias
Milenio

Para ese momento, la fecha del lanzamiento de iSteve: The Book of Jobs estaba pactada para la “primavera del 2012”.
Pero al parecer, la muerte del genio de la computación ha adelantado los planes de la editorial Simon & Schuster. Ayer, Amazon ya ofrecía el libro (17.88 dólares en su versión de papel y 11.99 dólares en su edición Kindle) con un nuevo título y fecha de lanzamiento: ahora simplemente se llamará Steve Jobs y saldrá a la venta el próximo 24 de octubre.
Ojalá que las 40 entrevistas realizadas durante dos años y que han sido sintetizadas en 448 páginas, logren trasmitir la esencia del co-fundador de Apple y Pixar (y del mayor accionista individual de Walt Disney).
Porque más allá de las innovaciones tecnológicas, de mercadotecnia, de administración y gerencia, Jobs legó la certidumbre de lo intangible: toda realidad tiene como semilla un sueño.
El 12 de junio 2005, Jobs daba un discurso con motivo de la graduación de una generación de estudiantes de la Universidad de Stanford.
Pronunció unas palabras sencillas y escritas no por el gran inventor y hermético multimillonario, sino por el huérfano que jamás se graduó y que tenía que recoger botellas de Coca Cola para obtener cinco centavos por cada una de ellas y poder comer. Entonces habló del cáncer de páncreas que, para ese momento, creía superado. Y habló de la muerte como la bendita benefactora de las pasiones que se agolpan en nuestro interior y que muchas veces castramos y enjaulamos en el más obscuro de los silencios:
“En los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me pregunto: ‘Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer?’”.
“Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida (…). Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso, todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando sólo aquello que es realmente importante”.
El optimismo de Jobs no evade la realidad: “La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la muerte es muy probable que sea la mejor invención de la vida (…) Su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas, no vivan con los resultados del pensamiento de otras personas”.
Jobs nos aconseja: “No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencie su voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, porque de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario”.
De eso se trata, de soñar y de atreverse. De espabilarse sabiendo que Cronos es imparable e invencible.
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