febrero 08, 2011

PRI, la zona de confort

Juan Manuel Asai
jasaicamacho@yahoo.com
Códice
La Crónica de Hoy

Felipe Calderón va ganando la batalla al PRI. Es así porque el Presidente es un contendiente político sagaz, determinado, con un pragmatismo salvaje. Un estereotipo de hombre de poder. Sabe lo que quiere y lo consigue sin reparar en los medios. En el momento cumbre de su carrera política se abrió de capa: gané, haiga sido como haiga sido. En contraste, en la cúpula priista impera el desconcierto. Todavía no les cae el veinte de que Calderón los está golpeando arriba y abajo del cinturón; por delante, pero también por la espalda. Felipe se comió cruda a Beatriz porque la tlaxcalteca nunca entendió que el juego de Calderón no tiene reglas. ¿Lo hará también con Manlio, Rojas, Moreira y Peña?

Los priistas suponen, de manera por demás equivocada, que la arena política se restringe a los procesos electorales, y que el trabajo legislativo y las tareas gubernamentales cotidianas van por otro carril. Justo lo que Calderón quiere. Por eso en realidad no se oponen, acompañan. Los republicanos en el Capitolio de EU muestran lo que debe ser una oposición. No dejan ni un minuto en paz a Obama, lo tienen sujeto a marcaje personal, respirándole en el cuello con un cuchillo entre los dientes. Detienen sus piruetas por las buenas y por las malas. Hacen sentir su mayoría de manera áspera, para que nadie se equivoque. Aquí, en cambio, líderes opositores priistas se la pasan en la chorcha con el Presidente. Dirán que lo cortés no quita lo valiente. Lo dirán mal. La forma es fondo y lo que se ve, no se juzga. Los priistas que encontraron en la oposición su zona de confort, ahí se quedarán.

HRW.— La organización Human Rigths Watch tiene sus oficinas centrales en un rascacielos de la Quinta Avenida de Nueva York. ¿Sabe el amable lector quién paga la renta, cuánto cobran sus directivos y quién patrocina sus trabajos alrededor del mundo? Yo tampoco lo sé, pero si ese grupo se toma la libertad de acusar al Ejército y la Marina de México de graves violaciones a los derechos humanos, también podría decirnos, para tenerle confianza, qué manos mecen su cuna. Manejan recursos millonarios. Si dicen que viven de las aportaciones anónimas, deberían terminar de inmediato con el anonimato, pues sus acusaciones tienen, en cambio, nombre y apellidos. ¿Las organizaciones humanitarias que operan desde EU tienen, al final del día, objetivos políticos coincidentes con los del Departamento de Estado? Eso parece. La cárcel de Guantánamo puso al descubierto la violación de los derechos humanos como política de Estado, no como actos aislados cometidos por agentes del gobierno norteamericano que se equivocaron, sino del Estado en su conjunto. Muchos de los responsables de esas violaciones, comenzando por Bush y la señora Condoleezza Rice estuvieron el pasado domingo en el estadio de los Vaqueros viendo el triunfo de los Empacadores de Green Bay muy quitados de la pena; mientras que los investigadores de HRW, que viajan con viáticos generosos, tenían la mira puesta en Egipto, México, Sudán, Honduras, Haití…

Cuarto oscuro.— ¿Qué política laboral seguirá el gobernador electo de BCS cuando asuma el poder? ¿Impulsará reformas al Código Civil para permitir las bodas entre personas del mismo sexo? ¿Responderá a su formación perredista o a la línea conservadora de la franquicia que, al cuarto para la hora, lo llevó al poder? Aunque son preguntas interesantes a ningún integrante de la clase política de allá le importan. Ellos están en lo suyo, frotándose las manos con el botín a la vista. De hecho, Gustavo Madero, el dirigente nacional del PAN, aprovechó el triunfo del ex perredista para externar otra perla de su filosofía política: “las ballenas se están azulando”, dijo en referencia a los cetáceos que por esta época del año chapotean en el Mar de Cortés. Los partidos políticos están convertidos en cadeneros de ese antro de mala muerte que llamamos democracia. Un antro, con un enorme cuarto oscuro en el que todo se vale. Nadie sabe con quién pierde, ni tampoco con quién gana. La promiscuidad política aturde. Desde el altiplano es prácticamente imposible entender quién ganó la elección en BCS y qué tipo de gobierno podemos esperar.

El voto de la ira

Antonio Navalón
Periodista
El Universal

En el PRI —que es mucho más que un partido, unas siglas o una historia de 70 años, que ahora es la cantera desde la que se nutre el PRI y el ante PRI, el pasado y el futuro— hay preocupación.

En el grupo parlamentario, la armada invencible, para la que estaba clarísimo que era únicamente un problema de tiempo, una partida de ajedrez para ir acumulando victorias electorales gubernamentales, hasta conseguir la conquista de la Presidencia en la República, hay desasosiego, desconcierto, preocupación.

A pesar del momento que vivimos en el que impera el desgarramiento por la violencia, el crecimiento económico innegable pero que no repercute hacia abajo y por lo tanto no consigue terminar con desbalance social y la situación general de la sociedad, se está dando el fenómeno político de que cada vez se vota más y lo que es peor, se vota contra el sistema.

Se vota contra el sistema que representa y personifica al PRI, si hubiera algún candidato panista podríamos ver claramente cuál es el voto de castigo que hay contra el PAN, pero la verdad es que en esta pelea electoral moderna, entre padres e hijos, todo es PRI contra PRI.

¿Por qué el PRI histórico —el que tiene la marca, los diputados, el presupuesto, tantos gobernadores y también el que puede ser el que conquiste la Presidencia de la República—, está perdiendo elección tras elección esa posibilidad? En mi opinión, porque el PRI histórico no ha comprendido que no son sus compañeros aquellos que se van con un pozole de siglas —y yo soy de los que creen en las alianzas—, y quienes reciben el voto de la esperanza para ¿qué?... ¿para el buen gobierno? ¿O es que de golpe, simplemente porque Aguirre no aparece en la boleta bajo las siglas del PRI, es otro Aguirre?

No, la explicación tiene que ver con algo que está apareciendo cada vez más claro y que denomino el voto de la ira. En México, precisamente por todos los problemas que tenemos, la magnitud, el dramatismo y la dimensión, hay dos maneras de actuar: o te inhibes o te lanzas.

En este momento, el lanzamiento es democrático, es bueno, y sin duda alguna es una seria llamada de atención. Todas esas caras, todos esos votos, todos esos programas, sin tener en cuenta cuál es el rugido profundo de la desigualdad social o qué es lo que sostiene por igual a los sicarios de a dos mil pesos al mes, que a los carteles, no valen nada. Esta es una clara llamada para los gobernantes, para que se pongan a hacer la tarea de gobernar —en medida de lo posible, con eficiencia y limpieza—, pero sobre todo recogiendo una situación social que no se aguanta más.

Si quiere alguna prueba más observe el mapa electoral de Guerrero. Olvídese del río de dinero que tenían unos y la casi espartana campaña que hicieron los otros, no es naturalmente que sean cartujos contra corruptos, no es naturalmente que fuera una campaña ejemplar, siendo una llena de dinero pero sin ideas. Se trata simplemente de un recordatorio de que si el RPI quiere volver al gobierno, si no quiere destruir una vez más todo lo que tiene, debe empezar a considerar no sólo donde está el capricho, el interés, el bolsillo o esa programación política fantástica de cada uno de los candidatos sino que debe también entender que el pueblo, el de abajo, por primera vez escupe sobre la despensa y elige el voto, solo que está vez es el voto de la ira.

Egipto está muy lejos, también es una cultura y una civilización milenaria y tiene algo en común con cualquier país: a Mubarak no lo echó sólo el ansia de libertad de su pueblo, lo echó el fracaso consecutivo y la pérdida de treinta años de posibilidad de arreglar la fractura social, en este caso, las manifestaciones, el alarido no pudo ser el voto de la ira, pero en el fondo hay algo que comparten todas las situaciones: estamos asistiendo a la llamada final para ponerse a la tarea de arreglarlo… o lo arreglarán.

P.D. Al PAN por fin le toca algo dentro de este revuelto de nombres y partidos. La Baja es azul con fondo amarillo.

Una sopa de su propio chocolate

Jorge Alcocer Villanueva
Reforma

Transcurridas las dos primeras jornadas electorales del año y conocidos los resultados en Guerrero y Baja California Sur (siempre a reserva de lo que, en su caso, decida el TEPJF) quedan sobre la mesa algunas definiciones de orden nacional, otras de ámbito estrictamente local, y un incierto cuadro en lo que hace al futuro de las alianzas electorales.

En el orden nacional los resultados dan al traste con la mitología del PRI regresando a los viejos tiempos; la idea de que el partido tricolor retornaba a la edad de oro de la hegemonía, del "partido casi único", ha quedado hecha añicos. No hay cómo sostener los pronósticos de quienes veían el 2011 como una ruta sembrada de rosas y frutos para el PRI, y de la jornada electoral del primer domingo de julio de 2012 un acto de mero trámite para consagrar el anunciado e inevitable retorno al poder. El PRI no sólo ha fracasado en recuperar dos gubernaturas, sino que además ha vuelto a evidenciar la debilidad de fondo de su estrategia electoral, basada en los métodos del pasado y en los operadores de siempre; la división interna y la fuga de aspirantes a otros partidos siguen siendo mortíferas para el tricolor, que ahora exhibe otras debilidades que le provocan la pasiva aceptación de una anticipada candidatura presidencial construida por y desde las televisoras.

Confiar en que la "popularidad" del gobernador mexiquense es como sangre que mediante transfusión mediática se puede inyectar a sus candidatos en otros estados, para convertirlos en seguros ganadores, ha vuelto a quedar de manifiesto como el más grave error de la estrategia electoral del PRI. Así ocurrió el año pasado en Puebla, Sinaloa y Oaxaca. Ahora en Guerrero y Baja California Sur.

Enrique Peña Nieto ha exhibido una faceta que puede afectar su presencia y aprecio dentro del PRI. Al emprender la graciosa huída de Guerrero, dejando al candidato Manuel Añorve desnudo ante los electores, demostró que por encima de la solidaridad y el compromiso de militante partidista están las evaluaciones que sobre su presencia mediática le presentan sus estrategas para 2012. Culpar a otros del fracaso en Guerrero ha sido la forma de eludir corresponsabilidad, pero las fotos de Peña Nieto con Añorve, colocadas o transmitidas de manera intensiva en todo el territorio guerrerense, y su ausencia en el cierre de campaña, quedan como evidencias de una conducta que deja mal parados al gobernador, al candidato derrotado y a su partido.

Se reafirma que los resultados de elecciones locales dependen de las condiciones propias de cada estado; que lejos estamos de estar ante tendencias nacionales que encuentren fiel reflejo en el ámbito local. La fórmula exitosa para las oposiciones, mortífera para el PRI, ha sido la unidad del PRD y el PAN, y la postulación de candidatos que ayer, o antier, eran figuras destacadas en el PRI; así fue en los tres estados perdidos por el tricolor en 2010, así volvió a ser en Guerrero, con la diferencia de que la suma del PAN a la candidatura de Ángel Aguirre se produjo cuando la ventaja de éste era evidente.

En Baja California Sur el PAN ha dado al PRD una sopa de su propio chocolate al arrebatarle el gobierno que detentó durante dos sexenios, con un candidato fugado de las filas del partido del sol azteca, que se ubica en tercer lugar en votación. En el primer balance del año, el PRD queda con un gobernador ajeno (Guerrero) y una derrota que vuelve a exhibir el costo de las fracturas que lo mantienen postrado, incapaz de construir proyecto y tener candidatos propios.

Para el PAN y su nuevo jefe nacional la derrota del PRI en Guerrero y su victoria en Baja California Sur, así sea con candidato prestado, son oxígeno puro. En el primer caso, saludan con sombrero ajeno, ocultando la debilidad propia; en el segundo -BCS- recuperan la imagen de partido capaz de ganar elecciones estatales sin alianza con el PRD, al que dejan en la estacada, mientras que al PRI no sólo lo condenan a otros seis años en la oposición, sino que le rompen la expectativa de recuperar el estado vecino.

Las decisiones que en materia de alianzas se habrán de tomar en Nayarit, Coahuila y el estado de México tienen hoy nuevas coordenadas. Ya no serán vistas como la única vía para derrotar al PRI, tampoco como anticipo de futuro.

Alianzas en nuestro tiempo

Ricardo Pascoe Pierce
Especialista en análisis político
ricardopascoe@hotmail.com
Excélsior

La Concertación supo gobernar Chile de 1989 a 2009.

Después de las primeras dos elecciones estatales en este año (Guerrero y Baja California Sur), el debate en torno a la cuestión de las alianzas va a recrudecer, y seguramente lo hará aún más mientras se acerca la elección en el Estado de México en julio. Por ello no perjudica ver alguna experiencia histórica, incluso allende nuestras fronteras, para poner en perspectiva el debate.

La Concertación de Partidos por la Democracia se formó en Chile, en 1989, para ganarle al pinochetismo la presidencia de ese país. Mucho se criticó, desde la derecha y la izquierda, la creación de ese conglomerado político, justamente por las razones que hoy se critica en México a las alianzas del PAN y el PRD. “Enemigos políticos” se les decía a la Democracia Cristiana y al Partido Socialista, y se les recordaba su enfrentamiento durante la presidencia de Salvador Allende, y después del golpe de Estado de Pinochet. “Contrarios ideológicos” se les tildaba, al asegurar que era imposible que gobernasen juntos incluso un municipio. Sin embargo, la Concertación supo gobernar al país de 1989 a 2009, con disciplina interna, a pesar de las diferencias entre partidos. Logró superar diferencias sobre el manejo de la economía y ante la política social. Votaban diferente —pero negociadamente— sobre los temas valóricos (aborto, matrimonios homosexuales, eutanasia, divorcio, etcétera). En esencia, podría afirmarse que los partidos integrantes de la Concertación chilena lograron lo que sus opositores de izquierda y derecha afirmaron que sería imposible: crear un nuevo espacio en el centro político, al combinarse las tesis del humanismo cristiano con el humanismo laico. Todo estuvo en la capacidad de articular los acuerdos políticos adecuados.

En 2009 la Concertación perdió la Presidencia de la República a un candidato de la derecha, e inició una etapa completamente nueva en su existencia como partido conglomerado. Hoy está debatiendo internamente la validez de su unión, tema sobre el cual hay versiones diversas. Baste ver la entrada en Wikipedia (no confundirse con WikiLeaks) sobre la Concertación para poder apreciar los distintos tonos y temas que hoy atraviesan al conglomerado. Pero también se observa el esfuerzo de distintos líderes y sectores que plantean la necesidad de dar continuidad y fuerza al acuerdo político esencial que dio origen a la alianza.

Ciertamente se creó un nuevo “centro político” en el país, con la aparición de la Concertación. Pero también se cuestionó la validez y seriedad de las tradicionales etiquetas políticas aplicables en Latinoamérica, como las “izquierdas” y las “derechas”. Sobre economía y sociedad debatieron, y pudieron alcanzar acuerdos programáticos suficientes y adecuados para gobernar. Repartieron posiciones de representación gubernamental, de tal suerte que hubo una adecuada integración del conjunto de miembros de las colectividades y de sus pesos específicos. Sobre lo que no lograron superar visiones tenían que ver con los temas de valores y ahí supieron votar diferenciados, más no enfrentados.

Los asuntos referidos a la validez de las alianzas en periodos históricos determinados de los países son de gran importancia para México. Las alianzas electorales entre PAN y PRD resultan más significativas que las alianzas del PRI con el Partido Verde, el PT y con el Panal. Las razones vienen de su carácter político. Mientras PAN y PRD son partidos nacidos fuera del Estado y con una fuerte convicción oposicionista, todos los otros, sin excepción, nacieron dentro de una oficina gubernamental. Así, el hecho de aliarse electoralmente en algunos estados de la República, no puede sino verse como el sinónimo a la creación de un nuevo tipo de centro político en el país.

El cuento del alcoholismo de Calderón

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

1. Hace dos o tres años, una columnista de MILENIO refirió el supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón. Le pedimos que diera las fuentes. Con fuentes sólidas publicaríamos su texto: sería una gran nota. Sin fuentes era una calumnia: jamás lo publicaríamos. Zanjamos así ese problema editorial.

2. Hasta donde sé, el presidente Calderón jamás ha encabezado un acto público en estado de ebriedad. Ni se ha tropezado o vomitado con gente alrededor. Tampoco es famoso por cancelar citas. Luce fresco, bien dormido en las mañanas. Y en los actos se le ve concentrado. Improvisa con frecuencia y facilidad. ¿De dónde viene el cuento del borracho? ¿Lo filtró el Estado Mayor, el staff de Los Pinos, Gobernación, la PGR? No hay un rastro periodístico para hacer tal insinuación. No es siquiera un mito. Es un cuento.

3. Insinuación sin fundamento es calumnia. La del alcoholismo de Calderón la propalan los de costumbre: los mediocres diputados del PT, uno que otro columnista, los twitteros más arteros. Es decir, quienes no pueden, no saben registrar un hecho, pero confían en que repitiéndolo varias veces conseguirán el objetivo de dañar al espurio.

4. Si mañana alguien inventa que el secretario de la Defensa es adicto al crack y el veneno de ratas, ¿es su obligación salir a callar esa mentira porque tiene 100 mil soldados bajo su mando? ¿De qué estamos hablando?

5. Triste momento para el conocimiento colectivo en México. Quisiera pensar que es un momento de confusión. Pero no, es más bien de malignidad. Se acusa maligna y reiteradamente a Felipe Calderón sin una prueba. Sin fuentes es una calumnia. Jodida. Vulgar. Divulgada por calumniadores jodidos, vulgares.