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Códice
La Crónica de Hoy

El Ejército debe estar en los cuarteles, no en las calles. En eso hay consenso. No está a discusión que la preparación y las atribuciones legales del instituto armado se diseñaron para otro tipo de responsabilidades, que patrullar calles, caminos y carreteras no es lo suyo. Para hacerlo, el Ejército ha tenido que reconvertirse. No ha sido sencillo aparecer en la plaza pública para ser visto y juzgado, para convertirse en un emisor institucional relevante y aceptar los cometarios de los formadores de opinión en medios electrónicos y escritos. Ha tenido que implementar un vasto programa de Derechos Humanos para normar sus relaciones con la ciudadanía. Sus nuevas tareas tienen resonancia internacional. Según las relevaciones de Wikileaks, el inefable embajador Pascual se atrevió incluso a dudar de su arrojo y ahora, más recientemente, una delegación de la ONU llegó al extremo de pedir, sin más, que los soldados regresen a sus cuarteles, pues, dijeron, el trabajo desplegado ha tenido como consecuencia el aumento de la criminalidad.
ONU.—Organismos internacionales no conocen el pudor. Al mismo tiempo que el llamado grupo de trabajo de la ONU hacía su recomendación, un grupo, por cierto, encabezado por un diplomático de apellido Osmán, de Líbano, en ese sufrido país de Oriente Medio donde aumentan las bajas civiles ocasionadas por los bombardeos de aviones de la OTAN, que están soltando su carga mortal ¡con la bendición de Naciones Unidas! con el propósito de tumbar a Gadafi. Allá avalan matanzas y aquí le hacen el caldo gordo a las bandas del crimen organizado. Que allá los solados salgan de sus cuarteles y que aquí se regresen.
No necesitamos que nos vengan a decir que los soldados no deben hacer tareas de policías, eso ya lo sabíamos, no están afuera por su gusto, lo que necesitamos de los organismos internacionales es ayuda concreta para detener el tráfico de armas, el lavado de dinero y la producción de drogas en América del Sur, pero también en Asia, de donde salen las drogas sintéticas. Se trata de acciones criminales que involucran a dos o más países. Lo que ayudaría sería organizar una reunión internacional para abordar el problema y que los países involucrados se pusieran fechas para cumplir con sus compromisos. Lo que ayudaría sería entregar abundantes recursos extraordinarios a México, acordes con el sacrificio que se ha hecho aquí, comenzando por los soldados, para combatir en nuestro territorio a los cárteles de la droga. Los señores Osmán y Dzhumhur quieren a los soldados en sus cuarteles, como lo queremos todos, pero no dicen qué fuerza tomará su lugar en la lucha contra los pistoleros del narco. ¿Dejamos que los sicarios trabajen con plena libertad? ¿Quieren meter a los Cascos Azules? ¿Qué pasaría en plazas como Guerrero, Tamaulipas, Michoacán o Chihuahua sin las fuerzas federales?
Top Ten.—En flanco norteamericano las amenazas son otras. Allá lo que buscan son motivos para justificar una intervención en territorio nacional de los marines. Por eso dicen disparates como que los narcos mexicanos, su poder de fuego equivale al Ejército número diez del mundo, por eso quieren que se les considere terroristas, para poder mandar a sus soldados. Si los pistoleros del narco constituyen un peligroso ejército invasor, o son terroristas de Bin Laden, pues lo que procede es que contingentes de la US Army crucen la frontera para aplastar el peligro. Sus jugadas son obvias, pero no por grotescas debemos pasarlas por alto.
Lo dicho: el flanco internacional de la lucha del gobierno federal contra el crimen organizado es vulnerable.