julio 22, 2011

El legado de Rupert Murdoch

Andrés Oppenheimer @oppenheimera
El Informe Oppenheimer
Reforma

Cuando leí la noticia de que el magnate Rupert Murdoch había cerrado su tabloide sensacionalista británico News of the World, mi primera reacción fue pensar "¡Que bueno!". Pero ya no estoy tan contento: el creciente escándalo por los excesos del desaparecido periódico británico amenaza con darle nuevos argumentos a quienes quieren controlar a los medios en todo el mundo.

Ya puedo imaginarme al Presidente venezolano, Hugo Chávez, o al Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, o a otros demagogos latinoamericanos, del Medio Oriente y Asia diciendo: "Si Gran Bretaña está considerando abiertamente adoptar mecanismos más severos para controlar los excesos de los medios, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?" De hecho, desde que se informó que el periódico News of the World, de Murdoch, había incurrido en pinchaduras telefónicas aparentemente ilegales, sobornos y otras tácticas oscuras para obtener primicias periodísticas, el Primer Ministro David Cameron y otros políticos y formadores de opinión han pedido que se implementen nuevos sistemas para evitar actividades ilegales de los medios.

Cameron dijo tras estallar el escándalo de Murdoch que la Comisión de Quejas Sobre la Prensa, un organismo autorregulado y financiado por las empresas periodísticas en Gran Bretaña, "ha fracasado". El Primer Ministro, quien está siendo atacado por su cercanía al imperio mediático de Murdoch, propone reemplazar a la Comisión de Quejas por una comisión externa que sería independiente, tanto de las empresas mediáticas como del Gobierno.

Janine Gibson, la directora de The Guardian, el periódico que encabezó la investigación de las prácticas dudosas de News of the World, escribió en una columna el 8 de julio que la Comisión de Quejas fracasó en gran medida porque "sus financiadores", los dueños de los medios, no exigieron que la comisión contratara a un ente externo para investigar al periódico de Murdoch.

"Hay demasiada concentración de poder en el núcleo de la industria de los periódicos, y evidentemente también una muy débil motivación, como para que este sistema (autorregulatorio) pueda funcionar", escribió. Gibson propuso la creación "de un organismo independiente, financiado por el Gobierno, pero que de ninguna manera deba responder al Gobierno" para reemplazar a la Comisión de Quejas.

Algunos analistas de los medios en Estados Unidos, como el Juan Cole de la Universidad de Michigan, han apoyado la idea de regresar a la doctrina de la información balanceada, que existió en Estados Unidos desde1949 hasta 1987, y que permitía a la Comisión Federal de Comunicaciones exigir a las empresas de radio y televisión que informaran de una manera que la comisión juzgara como "justa" y "balanceada".

En Latinoamérica, además de Cuba, que directamente no permite la libertad de prensa, Venezuela aprobó en 2004 una ley de medios que le permite al Gobierno monitorear el contenido de las emisoras de radio y televisión. Ecuador, a su vez, está a punto de aprobar un proyecto de ley patrocinado por el Gobierno que creará una comisión reguladora para supervisar los medios impresos y electrónicos.

La legislación propuesta por Rafael Correa, el Presidente populista de Ecuador, sería la peor de Latinoamérica, después de la de Cuba. Correa ha pedido repetidamente la aprobación de su proyecto de ley "para evitar los excesos de los medios", después de que los periódicos publicaron documentos mostrando que su hermano Fabricio Correa había obtenido contratos del Gobierno por valor de más de 300 millones de dólares.

El Presidente celebró un referendo nacional el 7 de mayo, que -al incluir el proyecto de control de los medios de prensa entre otras propuestas más populares entre la población- le permitió obtener un mandato popular para aprobar una nueva ley de comunicación.

Ricardo Trotti, director de libertad de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa, me dijo desde Quito, Ecuador, donde se encontraba en una misión esta semana, que todo indica que el proyecto de ley será aprobado muy pronto. La nueva ley creará una comisión reguladora de los medios que tendrá siete miembros, la mayoría de los cuales serán directa o indirectamente designados por el Gobierno.

"El peligro es que esta comisión podrá castigar a los medios, y podría permitirle al Presidente interferir con los contenidos editoriales", me dijo Trotti. "Creemos que la mejor manera de regular los medios es someterlos a las leyes generales que se aplican a toda la población".

Mi opinión: Estoy de acuerdo. Si los periódicos de Murdoch intervinieron teléfonos o sobornaron funcionarios, deberían ser castigados con las mismas leyes que criminalizan esas actividades cuando son realizadas por cualquier otro ciudadano.

Me temo que la alternativa -crear comisiones especiales reguladoras de la prensa- puede o no funcionar en Inglaterra y en otros países con largas tradiciones democráticas, pero casi seguramente será utilizada en muchos otros en el resto del mundo para justificar mayores controles a la prensa. Sería un precedente peligroso, que produciría mucho daño.

Holgazanes con fuero

Ricardo Alemán (@RicardoAlemanMx)
Excélsior

En no pocas encuestas, el diputado —federal y/o local— aparece debajo de la aceptación social de, por ejemplo, un policía judicial.

Para nadie es novedad que el “trabajo” de diputado es uno de los más desprestigiados de la burocracia de todo el país. Según una mayoría de ciudadanos, el diputado —en tanto “representante popular”— es calificado en el rango más bajo de de la escala de confianza, credibilidad, eficiencia y aceptación.

En no pocas encuestas, el diputado —federal y/o local— aparece debajo de la aceptación social de, por ejemplo, un policía judicial. De ese tamaño es el descrédito que arrastran unos dizque representantes populares que —en los hechos— representan sólo sus propios intereses y los de quienes los promovieron al cargo, sea el jefe del partido al que pertenecen, sea el gobernador al que deben todo.

Sin embargo —y a pesar de que son poco apreciados por la sociedad en general—, las y los diputados juegan un papel fundamental en la compleja maquinaria del Estado mexicano. Entre muchas otras, tienen atribuciones formidables, como la elaboración y aprobación de leyes; elegir a integrantes de órganos autónomos, como el IFE; llamar a comparecer —generalmente a insultar y ofender— a miembros del gabinete presidencial, y la extraordinaria facultad de mover y aprobar el Presupuesto anual del Estado mexicano.

Pero no es todo. Además, los diputados pueden convertirse en candidatos a alcaldes de grandes capitales y/o gobernadores de su respectiva entidad, como el caso de César Duarte, que presidió la Cámara de Diputados entre 2008 y 2009, para luego convertirse en candidato y después en gobernador de Chihuahua, en donde su papel ha sido más que vergonzoso. O el no menos penoso caso del diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, actual presidente de la Cámara, y que ya se ve como candidato del PRI al gobierno de Yucatán.

Lo curioso del caso es que, a pesar de la elevada responsabilidad de representar a los ciudadanos y de velar por sus intereses en el Congreso —por eso se les conoce como representantes populares—, la gran mayoría de diputados federales —de todos los partidos— no son más que vulgares vividores de la política: “levantadedos” y “calientacurules”, a los que poco o nada importa la sociedad a la que dicen representar. Y lo peor del caso es que han convertido sus cargos en mero instrumento personal y de grupo.

Y viene a cuento el tema porque es vergonzoso, para el Estado todo, que los titulares de la Sedena y la Marina casi deban suplicar para que los señores diputados aprueben la Ley de Seguridad Nacional, que les permita a soldados y marinos desempeñar con un respaldo jurídico la labor que realizan para combatir al crimen y al narcotráfico. Es vergonzoso que por intereses mediocres y mezquinos, los diputados no hayan elegido a tres consejeros del IFE, lo que coloca a los diputados y al árbitro electoral en falta constitucional.

Es vergonzoso que los señores diputados hayan congelado reformas fundamentales para el desarrollo del país, como la laboral, la fiscal y la político-electoral, que en la elección federal de 2012 le daría a los ciudadanos instrumentos fundamentales como la reelección, candidaturas independientes, la revocación de mandato, iniciativa ciudadana y muchas otras facultades de beneficio directo a los ciudadanos. Es vergonzoso que los diputados trabajen menos de un tercio del año…

Es vergonzoso que Javier Sicilia deba suplicar para ser escuchado por los señores legisladores; esos que insultan, ofenden y acusan a todas las instituciones del Estado, pero son incapaces de rendir cuentas acerca de sus abultados salarios, la grosera burocracia que gasta y gasta y no transparenta nada, y sobre su poca eficacia. ¿Por qué la Cámara de Diputados es un frigorífico de iniciativas y leyes? Sí, porque muchos de los legisladores son vividores de la política, verdaderos holgazanes con fuero.

Y va una perla para los que tengan dudas. El líder de los diputados, el priista Jorge Carlos Ramírez Marín, gusta de ser entrevistado en medios fundamentales, como Playboy, en donde revela joyas como ésta.

Playboy: “Dígame, ¿por qué colecciona casas de muñecas?”

Ramírez Marín: “Bueno, quizá porque no tuve demasiados juguetes cuando era niño. O a lo mejor es mi parte femenina. Me gustan, sobre todo las artesanales, las antiguas. Me parece curioso que alguien se haya tomado tantos cuidados y tantas molestias para que pudieran disfrutar meter muebles y personitas. Me parece fantástico. Casas de muñecas y soldaditos de plomo; esas son las cosas que colecciono”.

¿Qué tal? ¿Será que cada quien tiene al diputado que se merece?