octubre 22, 2011

Errores y enmiendas

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma

Las consecuencias de la declaratoria de guerra han sido nefastas porque los nuevos crímenes sí dañan a la población en general y han generado espacios donde el Estado no tiene control

1.Felipe Calderón lo ha reconocido en varias ocasiones utilizando una metáfora: sometí al paciente a una intervención quirúrgica y sólo entonces me di cuenta de la gravedad del padecimiento, se trataba y trata de un cáncer.

De ahí que el combate contra el crimen organizado sea impostergable y no se pueda dar marcha atrás.

2. Lo que el Presidente no ha reconocido es que le faltó hacer una evaluación del instrumental, el quirófano y las instalaciones hospitalarias.

Dicho de otro modo, no tomó en consideración la debilidad del Estado mexicano en todos los órdenes: carencia de cuerpos policiacos, un sistema judicial ineficiente y fácilmente corruptible, un sistema carcelario -no pocas veces- en manos de los mismos delincuentes y una enorme cantidad de municipios penetrados o cooptados por el crimen organizado.

3. Entre la primera y la segunda guerra mundial, León Trotsky definió la potencia militar de un Estado moderno no por la cantidad de armamento y destacamentos al iniciar un conflicto, sino por la capacidad de producir armas y reclutar tropas a lo largo de la conflagración.

El principio vale para el crimen organizado. Su verdadero poder se ha demostrado con el tiempo por la capacidad de rearmarse, que depende a su vez de su poderío económico y del acceso ilimitado al mercado de armas, y también por la capacidad de reclutar y formar sicarios. De ahí la espiral de la violencia y la incapacidad del Estado de contener la ofensiva y la expansión de los cárteles.

4. La crítica más severa contra la estrategia de Felipe Calderón proviene, como me hizo ver Carlos Tello Díaz, de los propios funcionarios del gobierno de la República. A decir de ellos, la ofensiva contra el tráfico de drogas ha sido tan "efectiva" que los cárteles se han visto "obligados" a incursionar en otro tipo de delitos, como el secuestro, la extorsión, el derecho de piso, la trata de migrantes, etcétera, para compensar las pérdidas.

Así que a reconocimiento de parte, relevo de pruebas. Si eso es cierto, las consecuencias de la declaratoria de guerra han sido nefastas porque los nuevos crímenes sí dañan a la población en general y han generado espacios donde el Estado no tiene control, incluidas carreteras principales.

5. Mark Kleiman, especialista estadounidense en seguridad, sostiene que el gobierno mexicano debería trazar una estrategia diferenciada contra el crimen organizado, concentrando todo el poder del Estado en el cártel más brutal y violento hasta aniquilarlo.

De ese modo enviaría un mensaje claro y contundente: toda aquella organización delictiva que sobrepase cierto nivel de violencia y atente directamente contra los ciudadanos será perseguida hasta su aniquilación.

La manera de evitar ese enfrentamiento total dependería de que las propias organizaciones delincuenciales contuvieran sus acciones y no traspasaran esa frontera. Porque al hacerlo, cualquiera de ellas, se convertiría en el blanco fundamental del Estado y sería condenada al aniquilamiento.

6. La firma de seguridad Stratfor, con sede en Estados Unidos, fue incluso más allá y predijo que ante la escalada de la violencia y la pluralidad de cárteles, el gobierno mexicano se vería "obligado" a pactar con el cártel de Sinaloa. El objetivo central sería contener la espiral de la violencia.

7. Lo cierto es que, a casi cinco años de la declaratoria de guerra contra el narco, hemos aprendido que la debilidad del Estado mexicano es estructural y que reformarlo llevará varios años. Baste pensar en el tiempo que se requerirá para formar cuerpos policiacos profesionales y modernos.

O lo intrincado y complicado que será reformar el Poder Judicial de la federación y sus equivalentes en cada una de las 32 entidades de la República. Así que si la "victoria" y la contención de la violencia se hacen depender de la reforma del Estado, pasarán muchos años antes de ver algún resultado.

8. Sabemos, también, que el poder de fuego y económico del crimen organizado es prácticamente ilimitado y que en el corto y mediano plazos no hay razón alguna para que se vea debilitado.

La solución, en consecuencia, no vendrá de los golpes asestados a las organizaciones criminales. Esperarlo sería ingenuo, pero además contradice la evidencia de los últimos años.

9. Felipe Calderón no dará marcha atrás ni rectificará la estrategia. No tiene tiempo ni ánimo para hacerlo. Sus últimas declaraciones lo confirman, pero también sus acciones.

Una de las partes más débiles de su estrategia ha sido la escasa y mala labor de inteligencia. Felipe González lo precisó con claridad en España: contra el crimen organizado 15 por ciento de operativos y 85 por ciento de trabajo de inteligencia. Pero en México, añadió, se hace exactamente al revés.

Y si alguien tuviera alguna duda sobre el comportamiento y la visión que tiene Calderón de ese problema, baste señalar que el nuevo titular del Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen) es el joven Alejandro Poiré, que antes se desempeñó como vocero del Consejo de Seguridad Nacional.

Inútil advertir que el novel funcionario no tiene experiencia ni formación profesional que lo capacite para semejante responsabilidad.

10. El próximo presidente de la República, independientemente del color que sea, deberá emprender una rectificación de la estrategia.

El dilema no está en si las Fuerzas Armadas deben regresar o no a sus cuarteles, sino en cómo contener la espiral de la violencia y recobrar los espacios que el Estado ha venido perdiendo. Para hacerlo será indispensable adoptar una estrategia pragmática y heterodoxa y alejarse de los lugares comunes.

Fichas para Cordero

Ivonne Melgar (@IvonneMelgar)
Retrovisor
Excélsior

Hoy existen pruebas de que los calderonistas harán hasta lo imposible por conseguir la candidatura para el ex secretario de Hacienda.

Con una excepción acaso, la del secretario particular del Presidente, Roberto Gil Zuarth, los habitantes y funcionarios de Los Pinos quieren que el logo del PAN en la boleta de 2012 lleve el nombre de Ernesto Cordero.

Diez meses atrás, en la pelea por la dirigencia nacional blanquiazul, el ánimo en la residencia oficial era similar, casi unánime y en favor de Gustavo E. Madero, quien finalmente ganó.

Entonces, la ecuación era evidente: los afines a Cordero querían el triunfo del senador con licencia.

Es cierto, Madero no era ni será santo de su devoción. Pero los hombres y las mujeres más cercanos a Felipe Calderón, que son los mismos que quieren al ex secretario de Hacienda como candidato presidencial, apoyaron al senador porque estaban en contra de la candidatura de Gil Zuarth y, palabras más, palabras menos, decían que un advenedizo no merecía quedarse con la administración blanquiazul.

Desde la butaca de la cobertura de Los Pinos, nunca dudé en esos días de noviembre y diciembre de 2010 que el descendiente del llamado prócer de la democracia era el candidato del Presidente y de los suyos y que lo arroparían en la pelea por ganar.

Me pareció de telenovela esa versión de que al final de la competencia Calderón quería que llegara Gil Zuarth, pero las cosas se salieron de las manos por la cercanía del joven político con Patricia Flores, la ex jefa de las Oficinas Presidenciales. Y por lo tanto, contaban a modo de consuelo los perdedores, a la hora de la votación clave, la consejera Margarita Zavala con tan sólo guiñar un ojo consiguió descarrilar al llamado diputado maravilla.

El ánimo ahora vuelve a ser claro. En Los Pinos se mueven a favor de Cordero . Y sin embargo, escuchamos las historias de que la diputada con licencia Josefina Vázquez Mota es “la auténtica candidata de Calderón”, pero que juega a que su delfín es Cordero.

Y aunque los guionistas de telenovela continuarán sugiriendo que todo es una treta para engañar con la verdad, a diferencia de la sucesión del presidente del PAN, hoy existen pruebas públicas de que los calderonistas harán hasta lo imposible por conseguir la candidatura para el ex secretario de Hacienda.

Nadie que conozca las entrañas de Acción Nacional y la ascendencia y capacidad de operación política de Calderón, podrá incurrir en la ingenuidad de pretender que él estuvo ajeno a la definición del Comité Ejecutivo Nacional (calderonista en su mayoría) de que, por razones de seguridad, se recurrirá a la designación en 141 de las 300 candidaturas a diputados y en 60% de los senadores.

De manera que si bien se avecina una nueva experiencia de confusiones y señales encontradas para los militantes activos y adherentes blanquiazules, éstas se diluirán cuando la gente de Cordero llame a votar por él y muestre, al mismo tiempo, las fichas de las designaciones legislativas a los cuadros políticos y funcionarios del PAN, operadores clave en la elección interna entre Cordero, el senador con licencia Santiago Creel y Vázquez Mota.

Y ese no es un secreto: por su cercanía con los integrantes del CEN, el ex secretario de Hacienda, sus promotores, tendrán muchas canicas para garantizar lealtades.

Es un trueque legitimado por el mismo partido: si alguien quiere ser diputado o senador ahí donde habrá designaciones, a cambio trabajará a favor de quien le prometa esa posibilidad.

Josefina se ha inconformado porque atenta contra la democracia en Acción Nacional y lo reduce a un partido de cuotas. En el equipo de Cordero reviran: ella se inconforma porque tiene pocas fichas qué ofrecer y eso puede quebrar lealtades de cuadros estatales que pensó cercanos e indispensables para ganar.

¿Eso significa que del tercer lugar que el delfín tenía en las encuestas recientes, pasará al primero, superando a Creel y a Vázquez Mota, ubicados en el segundo y el primer sitios?

No. La moneda sigue en el aire, sobre todo ahora que la puntera mostró que está dispuesta a una pelea en serio y que, como suele repetir en sus entrevistas, va de frente y no se quita.

Piso parejo, prometió el Presidente. Y sí, ahora se encuentra menos empedrado para Cordero.

Sin embargo, en esta fase de una contienda más cerrada por el reparto de las fichas, la popularidad que se mide en las encuestas seguirá contando, incluso en el ánimo de Los Pinos y de Calderón, quien este miércoles, en la comida anual de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), no dejaba de observar cómo este sector empresarial apapachaba a Josefina.

El Presidente parecía sorprendido ante el entusiasmo que desata una candidatura femenina. Un azoro entendible porque persiste en México la incredulidad en torno al arribo de las mujeres al poder, una duda comprensible que, sin embargo, su hermana Luisa María Calderón, La Cocoa, está a punto de enterrar en Michoacán.

Acabar con la violencia, no con el narco

Carlos Puig
masalla@gmail.com
Duda Razonable
Milenio

Calladamente, el gobierno ha cambiado la estrategia en su batalla hacia una que tiene que ver con reducir la violencia en lugar de acabar con todas las organizaciones criminales a la vez. No puede aceptarlo explícitamente, pero son varios los elementos que señalan este cambio que pone el foco en atacar con toda fuerza al grupo que genera más problemas de seguridad pública.

Eduardo Guerrero, que lleva años acumulando, sistematizando y analizando información sobre la crisis de seguridad y violencia que vive el país, no tiene duda: calladamente, el gobierno ha cambiado la estrategia en su batalla hacia una que tiene que ver con reducir la violencia en lugar de acabar con todas las organizaciones criminales a la vez o la de atrapar a sus líderes.

Me lo dijo esta semana en MILENIO Televisión y lo escribió en el documento “Seguridad, drogas y violencia en México”, presentado en Washington hace un par de semanas. El gobierno no puede aceptarlo explícitamente, pero, según Guerrero, son varios los elementos que señalan este cambio que pondría el foco en atacar con toda la fuerza a la organización que genera mayor violencia y problemas de seguridad pública:

“Primero, no hemos visto la detención o muerte de un líder criminal desde que fue muerto Nazario Moreno en diciembre de 2010. Desde 2011, la campaña mediática del gobierno dice que están enfrentando a ‘los criminales más violentos’. Los Zetas, la organización criminal responsable en buena parte del incremento de la violencia en los años 2010 y 2011, han sido identificados como el principal objetivo del gobierno. En julio de 2011, una serie de enfrentamientos entre las fuerzas federales y Los Zetas terminó con la muerte o captura de varios de los principales miembros del cártel. La operación Lince Norte incluyó la movilización masiva de miles de elementos del Ejército que supuestamente terminó con la confiscación de 722 vehículos y 23 aeronaves. En julio, la procuradora Marisela Morales advirtió que Los Zetas eran la más alta prioridad”.

Según documenta Guerrero, esto es una estrategia conjunta con los americanos, Los Zetas se han convertido en la principal amenaza de seguridad mexicana para el gobierno estadunidense. En julio de este año, Los Zetas fueron la única organización latinoamericana entre cuatro organizaciones criminales del mundo sancionadas por el gobierno de Obama.

De ser cierto, no será sencillo que el gobierno acepte públicamente este giro, pero tampoco importa demasiado. En principio porque sería la aceptación de que la estrategia de los primeros cuatro años —con su violencia y decenas de miles de muertes— pudo haber estado equivocada. Imposible en año electoral.

Lo que importa es saber si podría funcionar.

En medio del debate generado por las declaraciones del presidente Calderón a The New York Times sobre supuestas negociaciones con los narcos y las supuestas ganas que los nuevos priistas tienen de negociar, Jorge G. Castañeda, en su artículo de Reforma, “¿Negociar con narcos?, falso debate”, ve las declaraciones del Presidente desde otro ángulo: “Para dar una alternativa a la guerra fracasada contra la demanda en EU y la oferta en México, no se trata de negociar, sino de cambiar los incentivos, de tal manera que unos y otros (consumidores, productores, criminales, autoridades, etcétera) respondan a ellos de la manera en que se busca”.

Y se refiere a un artículo de Mark Kleiman en el ejemplar más reciente de Foreign Affairs, en el que en los párrafos finales el investigador estadunidense propone un cambio de estrategia que se parece mucho a lo que Guerrero describe como lo que ya está sucediendo en el país.

Cito a Kleiman:

“… Esas seis organizaciones (los cárteles mexicanos) son diferentes en su uso de la violencia; la violencia total en el país se reduciría si la participación de mercado cambiara a favor de las organizaciones menos violentas, o si cualquiera de las organizaciones redujera su nivel de violencia”.

Kleiman propone que el gobierno, después de un lapso, identifique a la organización que genera la mayor violencia y crisis de seguridad pública y la identifique como su prioridad para destruirla. Ni siquiera se necesitaría arrestar a sus líderes siempre y cuando la organización elegida padeciera suficiente presión como para hacerla poco competitiva.

Kleiman argumenta que la cooperación estadunidense podría ser clave en la nueva estrategia: “El punto de máxima vulnerabilidad para las organizaciones mexicanas podría no estar en México. Las agencias policiacas estadunidenses piensan que por cada organización de distribución en Estados Unidos, pueden identificar a una de las organizaciones mexicanas. Si la DEA anunciara que su proceso de selección de objetivos domésticos dará prioridad a la organización designada por México como la más violenta, el resultado seguramente será la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento”.

La propuesta de Kleiman se basa en que la destrucción de la organización “más violenta” resultaría en su sustitución por organizaciones menos violentas. También podría provocar un aumento temporal de la violencia por la irrupción en procesos y relaciones existentes. “Pero en cualquier caso, si a la destrucción de la primera organización siguiera el anuncio de una nueva medición para saber cuál de las sobrevivientes es ahora la más violenta y se le aplicara el mismo tratamiento, habría suficiente presión para que los cárteles redujeran sus niveles de violencia”.

Si Los Zetas han sido la organización objetivo para “pilotear” esta nueva estrategia, lo sabremos pronto.