Reforma

1.Felipe Calderón lo ha reconocido en varias ocasiones utilizando una metáfora: sometí al paciente a una intervención quirúrgica y sólo entonces me di cuenta de la gravedad del padecimiento, se trataba y trata de un cáncer.
De ahí que el combate contra el crimen organizado sea impostergable y no se pueda dar marcha atrás.
2. Lo que el Presidente no ha reconocido es que le faltó hacer una evaluación del instrumental, el quirófano y las instalaciones hospitalarias.
Dicho de otro modo, no tomó en consideración la debilidad del Estado mexicano en todos los órdenes: carencia de cuerpos policiacos, un sistema judicial ineficiente y fácilmente corruptible, un sistema carcelario -no pocas veces- en manos de los mismos delincuentes y una enorme cantidad de municipios penetrados o cooptados por el crimen organizado.
3. Entre la primera y la segunda guerra mundial, León Trotsky definió la potencia militar de un Estado moderno no por la cantidad de armamento y destacamentos al iniciar un conflicto, sino por la capacidad de producir armas y reclutar tropas a lo largo de la conflagración.
El principio vale para el crimen organizado. Su verdadero poder se ha demostrado con el tiempo por la capacidad de rearmarse, que depende a su vez de su poderío económico y del acceso ilimitado al mercado de armas, y también por la capacidad de reclutar y formar sicarios. De ahí la espiral de la violencia y la incapacidad del Estado de contener la ofensiva y la expansión de los cárteles.
4. La crítica más severa contra la estrategia de Felipe Calderón proviene, como me hizo ver Carlos Tello Díaz, de los propios funcionarios del gobierno de la República. A decir de ellos, la ofensiva contra el tráfico de drogas ha sido tan "efectiva" que los cárteles se han visto "obligados" a incursionar en otro tipo de delitos, como el secuestro, la extorsión, el derecho de piso, la trata de migrantes, etcétera, para compensar las pérdidas.
Así que a reconocimiento de parte, relevo de pruebas. Si eso es cierto, las consecuencias de la declaratoria de guerra han sido nefastas porque los nuevos crímenes sí dañan a la población en general y han generado espacios donde el Estado no tiene control, incluidas carreteras principales.
5. Mark Kleiman, especialista estadounidense en seguridad, sostiene que el gobierno mexicano debería trazar una estrategia diferenciada contra el crimen organizado, concentrando todo el poder del Estado en el cártel más brutal y violento hasta aniquilarlo.
De ese modo enviaría un mensaje claro y contundente: toda aquella organización delictiva que sobrepase cierto nivel de violencia y atente directamente contra los ciudadanos será perseguida hasta su aniquilación.
La manera de evitar ese enfrentamiento total dependería de que las propias organizaciones delincuenciales contuvieran sus acciones y no traspasaran esa frontera. Porque al hacerlo, cualquiera de ellas, se convertiría en el blanco fundamental del Estado y sería condenada al aniquilamiento.
6. La firma de seguridad Stratfor, con sede en Estados Unidos, fue incluso más allá y predijo que ante la escalada de la violencia y la pluralidad de cárteles, el gobierno mexicano se vería "obligado" a pactar con el cártel de Sinaloa. El objetivo central sería contener la espiral de la violencia.
7. Lo cierto es que, a casi cinco años de la declaratoria de guerra contra el narco, hemos aprendido que la debilidad del Estado mexicano es estructural y que reformarlo llevará varios años. Baste pensar en el tiempo que se requerirá para formar cuerpos policiacos profesionales y modernos.
O lo intrincado y complicado que será reformar el Poder Judicial de la federación y sus equivalentes en cada una de las 32 entidades de la República. Así que si la "victoria" y la contención de la violencia se hacen depender de la reforma del Estado, pasarán muchos años antes de ver algún resultado.
8. Sabemos, también, que el poder de fuego y económico del crimen organizado es prácticamente ilimitado y que en el corto y mediano plazos no hay razón alguna para que se vea debilitado.
La solución, en consecuencia, no vendrá de los golpes asestados a las organizaciones criminales. Esperarlo sería ingenuo, pero además contradice la evidencia de los últimos años.
9. Felipe Calderón no dará marcha atrás ni rectificará la estrategia. No tiene tiempo ni ánimo para hacerlo. Sus últimas declaraciones lo confirman, pero también sus acciones.
Una de las partes más débiles de su estrategia ha sido la escasa y mala labor de inteligencia. Felipe González lo precisó con claridad en España: contra el crimen organizado 15 por ciento de operativos y 85 por ciento de trabajo de inteligencia. Pero en México, añadió, se hace exactamente al revés.
Y si alguien tuviera alguna duda sobre el comportamiento y la visión que tiene Calderón de ese problema, baste señalar que el nuevo titular del Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen) es el joven Alejandro Poiré, que antes se desempeñó como vocero del Consejo de Seguridad Nacional.
Inútil advertir que el novel funcionario no tiene experiencia ni formación profesional que lo capacite para semejante responsabilidad.
10. El próximo presidente de la República, independientemente del color que sea, deberá emprender una rectificación de la estrategia.
El dilema no está en si las Fuerzas Armadas deben regresar o no a sus cuarteles, sino en cómo contener la espiral de la violencia y recobrar los espacios que el Estado ha venido perdiendo. Para hacerlo será indispensable adoptar una estrategia pragmática y heterodoxa y alejarse de los lugares comunes.