diciembre 16, 2011

Dos buenas noticias

Leo Zuckermann (@leozuckermann)
Juegos de Poder
Excélsior

Celebro que los diputados hayan dejado a un lado los nombramientos partidistas de consejeros del IFE.

Dos buenas noticias nos regaló ayer la Cámara de Diputados. Finalmente, después de 14 meses de retraso, nombraron a los tres consejeros faltantes del IFE. Esa es la primera buena noticia. La segunda es que nombraron a tres personas que tienen el perfil y el prestigio para augurar un fortalecimiento del IFE, que buena falta le hace. Me refiero a María Marván, Lorenzo Córdova y Sergio García Ramírez.

A la primera la conozco de tiempo atrás, cuando estudiábamos el doctorado en Nueva York. Cursamos un seminario de Teoría de la Democracia nada menos que con Giovanni Sartori, quien le tomó gran cariño a María, una mujer muy trabajadora y comprometida.

Marván conoce la materia electoral. Fue consejera de la Junta Local del IFE en Jalisco por cuatro años. En 2002 la nombraron comisionada del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), puesto que desempeñaba hasta ayer. Fue presidenta de esta institución, donde siempre luchó a favor de la transparencia. Ya había competido para irse como consejera del IFE pero los diputados la maltrataron en este proceso. Con valor y dignidad retiró su nombre en aquel entonces. Afortunadamente los diputados de ahora la han nombrado. Seguramente fue el PAN quien la postuló, ya que María trabajó como secretaria técnica de la fracción del PAN en el Congreso de Jalisco. Me encanta la idea de que otra mujer más haya entrado al Consejo General del IFE, y sobre todo alguien como María Marván.

Si hay alguien que sabe sobre legislación electoral en México, ese es Lorenzo Córdova. Es abogado por la UNAM y doctor en Teoría Política de la Universidad de Turín. Hasta ayer se desempeñaba como investigador en Jurídicas de la UNAM. Ha publicado un sinnúmero de artículos y libros en materia electoral. Trabajó de cerca con José Woldenberg: es, de hecho, uno de sus pupilos.

No tengo duda de que Lorenzo merece estar en el Consejo General del IFE. Más aún porque es un defensor de la Reforma Electoral de 2007. Es creyente en la necesidad de regular muchos aspectos de nuestra democracia. Yo siempre he diferido de esta postura. Y he tenido la oportunidad de debatir el tema con Lorenzo en numerosas ocasiones. Siempre de manera civilizada. Me parece una excelente idea que alguien como él vaya al IFE a administrar las mil y un regulaciones en las que cree. Va a tener la oportunidad de demostrar si efectivamente es aplicable o no la hiperregulación electoral. No tengo más que desearle éxito en su tarea de comprobar que los liberales estamos equivocados en nuestras críticas a las que consideramos regulaciones absurdas y restrictivas de la libertad de expresión. Será interesante, por ejemplo, ver sus decisiones cuando el IFE tenga que censurar spots de radio y televisión.

Para nadie es un secreto que Lorenzo es de izquierda. Seguramente fue el PRD quien lo propuso para llegar al IFE. Es un joven inteligente, honesto y trabajador. Viene, además, de una familia de académicos comprometidos. Su nombramiento, como el de María, es una gran noticia para el IFE.

El tercer consejero es Sergio García Ramírez. Es al que menos conozco. Lo entrevisté en una ocasión en FOROtv. Me pareció un hombre serio chapado a la antigua. De aquellos funcionarios de la era del PRI (partido al que perteneció y que seguramente lo propuso para el IFE) que creían en las instituciones. Es abogado, fue procurador de la República y tiene credenciales académicas impecables. Hasta ayer, como Lorenzo, era investigador de Jurídicas de la UNAM. Se trata, me parece, de otra persona con un perfil que podría fortalecer al IFE.

Celebro que los diputados hayan dejado a un lado los nombramientos partidistas de consejeros del IFE y hayan regresado al esquema de designar profesionales con reputación. Esto augura independencia de los partidos porque creo que estos tres nuevos consejeros no van a poner en riesgo su nombre tomando decisiones que burdamente favorezcan a uno o más partidos. En este sentido, enhorabuena por esta decisión de los diputados.

Twitter: @leozuckermann

¿Paquistanización de México? No, gracias

Fran Ruiz (@perea_fran)
fran@cronica.com.mx
La aldea global
La Crónica de Hoy

A días para que comience la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre de 2012 en Estados Unidos, los republicanos pretenden poner la lucha contra el narcotráfico en México en el centro del debate político, con una clara intención: evitar la reelección del demócrata Barack Obama.

El proyecto de ley, aprobado ayer por legisladores republicanos, obligará al pleno de la Cámara de los Representantes y al Senado a votar el año que viene, en plena campaña electoral, una iniciativa que, de aprobarse, supondría pasar a considerar a los cárteles del narcotráfico que operan en México como organizaciones terroristas que amenazan la seguridad nacional de EU.

Se trata de un peligroso salto cualitativo en la estrategia de combate al narcotráfico, ya que Washington equipararía a dichas organizaciones delictivas con Al Qaeda o los talibanes que atacan a las tropas de EU en Afganistán y se esconden luego en las montañas de Pakistán. Para quien no lo sepa, la alianza bélica entre Washington y el gobierno de Islamabad para combatir el terrorismo islamista supone en la práctica una intervención militar del Pentágono en el noroeste de Pakistán, con decenas de civiles muertos por “fuego amigo”.

La consecuencia de esta estrategia ha sido nefasta. Lejos de acabar con el bastión fundamentalista, la población se venga de los “agresores” estadunidenses ayudando a los rebeldes islamistas; y lo peor, éstos se vengan del gobierno paquistaní cometiendo atentados terroristas indiscriminados contra los habitantes de las grandes ciudades del país.

¿Esto es lo que queremos para México? ¿Una paquistanización de la guerra contra el narcotráfico en México? No, gracias.

Es cierto, como denuncian los republicanos y como reconocen las propias autoridades mexicanas, que la Iniciativa Mérida está siendo un fracaso, porque no ha logrado doblegar a los poderosos cárteles de la droga ni ha acabado con la violencia que generan, pero desde luego no lo lograrán introduciendo, como decía el artífice del proyecto de ley, el legislador republicano Connie Mack, el uso de tecnologías “clasificadas”.

¿A qué se refiere, al uso de armas de guerra secretas en territorio mexicano?

El proyecto de ley está condenado al fracaso porque no pasará por la mayoría demócrata del Senado o porque lo vetará Obama. Pero esto es precisamente que quieren los republicanos, mostrar su ardor guerrero contra los narcos, frente a la debilidad y cobardía del presidente demócrata.

En vez de apostar por un control estricto de la venta de armas en EU, apuestan por convertir a México en su próximo campo de batalla, ahora que se han salido de Irak.

Ante esto está la cordura del legislador demócrata Elliot Engel, quien recordó que ya había pasado la época en la que EU “dictaba” y América Latina se sometía.

Si los republicanos no entienden esto y se salen con la suya, habría que ir pensando de verdad en una legalización de las drogas para neutralizar el problema. A ver cómo iba a reaccionar entonces Washington.

Mundo loco

Juan Villoro
Reforma

Onetti pensaba comenzar La vida breve con una frase oída al azar acerca de los absurdos del destino: "Burdel de Dios", pero los editores no se atrevieron a incluir esa expresión con aire de blasfemia. En la primera línea de la novela, una voz sin nombre dice: "Mundo loco".

Aunque la frase perdió carga transgresora, introdujo de mejor manera a un escenario desastroso que a fin de cuentas puede sobrellevarse. Los defectos del mundo rara vez nos llevan a abandonarlo.

La imperfección suele percibirse como algo muy localizado (en otra parte estaríamos mejor). Al mismo tiempo sabemos que está bien repartida (en otra parte estaríamos peor). Cada susto se relativiza con otro.

El sábado pasado, poco después de las nueve de la noche, caminaba en Brooklyn por Franklin Avenue cuando escuché disparos a muy poca distancia. Me volví por un segundo: vi las sombras de tres cuerpos corpulentos, realzadas por gruesos abrigos. Sólo un objeto se perfilaba con nitidez: una pistola.

A unos pasos estaba una lavandería. Entré ahí con otras personas. No había dónde refugiarse. Las lavadoras se extendían en dos hileras sin dejar huecos. El único sitio seguro era el de la ropa, pero entrar por esas portezuelas exigía pertenecer al circo chino. Nos vimos las caras en silencio. La mitad de los presentes sostenían bandejas con calcetines y camisas; tal vez por estar ahí con un fin práctico tenían rostros más tranquilos que los de quienes sólo sosteníamos nuestro miedo.

Alguien mencionó un bar que se había vuelto problemático y lo peligroso que era ese tramo de la calle. Brooklyn se había pacificado en los últimos años, pero nunca se puede estar seguro de nada. Mundo loco.

Mientras esto sucedía, en la Ciudad de México temblaba. Mi familia había ido a una reunión en Villa Olímpica y mi hija jugaba a las escondidas en el jardín. Le tocó ocultarse cuando ocurrió el sismo. No sintió nada especial, o nada más especial que la emoción de estar sola, dispuesta a no delatar su presencia. Los demás niños supieron que pasaba algo importante y el juego se suspendió, lo cual quiere decir que Inés dejó de ser buscada. Su madre, que estaba en uno de los edificios, bajó por ella y comenzó otro equívoco: mi hija creía que el juego seguía en curso y perfeccionó su ocultamiento; mi esposa la buscó con creciente angustia, entendiendo la desaparición como una consecuencia del terremoto.

Inés pensó en la posibilidad de que no dieran con ella. Planeó hacer una camita con hojas y trató de recordar el sitio donde había una toma de agua. Ya era de noche. Dormiría como Robinson Crusoe. Tardaban tanto en localizarla que seguramente había ganado el juego. La recompensa, sin embargo, era la soledad.

Mientras tanto yo seguía en el falso escondite. Ofrecíamos un blanco seguro. La lavandería semejaba un acuario iluminado en exceso, hecho para mostrar especímenes que no saben moverse. Mi esposa dio con Inés antes de que la desesperación fuera total. Mientras tanto, ya abandonaba la lavandería. Me dijeron que si doblaba en la siguiente calle entraría a una zona más tranquila. La violencia estaba claramente demarcada. En Estados Unidos el caos tiene reglas. En la esquina, una patrulla avanzaba al sitio del delito.

Una vez a salvo, pensé en la suerte de que mi familia no estuviera conmigo. Pero no hay mundos perfectos, no en éste.

Iba por primera vez a casa de unos amigos. Ninguno era mexicano. No había noticias del terremoto. Al día siguiente supe lo que pasó con mi familia. Recordé mi infancia, que en buena medida transcurrió en la calle. Cuando anochecía, mi madre se asomaba a decirle a un vecino: "Si ves a Juan, dile que ya vuelva". A la distancia, me sorprende la tranquilidad con que se renunciaba a buscar directamente a un hijo. Alguien lo encontraría. La ciudad estaba en orden.

Obviamente también entonces el mundo incluía peligros. La mayor diferencia es que los niños conocíamos el camino de regreso. Hoy son llevados de un sitio a otro. Saben en qué hueco, en qué rincón, en qué lugar están. Pero alguien debe llevarlos de ahí a su casa. Para alguien de 11 años, encontrar su camino entre las torres y los prados de Villa Olímpica para recomponer después la ruta a casa es una hazaña digna de un precoz Ulises citadino.

"Eran tiempos difíciles, como todos los tiempos", escribe Dickens. Acaso incurrimos en una imaginativa nostalgia al suponer que hubo grandes seguridades anteriores. Mi abuelo se embarcó como polizón a México a los 13 años y padeció indecibles rigores. Sin embargo, la inseguridad contemporánea nos hace pensar que incluso en las circunstancias más extremas la noción de estar a salvo tenía más sentido en el pasado. Hay una erosión esencial de esa confianza. "Burdel de Dios" es un reclamo teológico. "Mundo loco" expresa un sinsentido sin causa.

Y sin embargo, como los atribulados personajes de La vida breve, sobrellevamos la calamidad, ya sea en compañía de unos desconocidos que sostienen calcetines que no hacen juego o en la soledad donde una niña convierte el hueco de un jardín una habitación.

El congelamiento del júbilo

Francisco Martín Moreno (@fmartinmoreno)
Escritor
fmartinmoreno@yahoo.com
conferenciasmartinmoreno@yahoo.com
Excélsior

Los priistas deben estar sometiendo a su candidato a un curso intensivo de enciclopedismo y de ilustración al que López Obrador ni siquiera tiene acceso.

En el año en curso nos cansamos de contemplar los rostros eufóricos de una inmensa mayoría de priistas que festejaban con entusiasmo fanático el escandaloso disparo de la popularidad del precandidato Peña Nieto. Muchos de ellos soñaban con llegar a pasar el trapo por sus antiguas oficinas desde las que tomaban decisiones que, en su mayor parte, provocaban la involución de México (muchas de ellas eran meras cajas disimuladas para recaudar sobornos). ¡Claro que ni Fox ni Calderón lograron desmantelar el aparato corporativo priista que le permitió al PRI mantenerse en el poder durante 70 años! El sindicato de Pemex permaneció intocable, y fortalecido al igual que el SNTE y los sindicatos oficiales que el PRI aprovechaba y utilizaba talentosamente para mantenerse en el poder. ¿Esos eran los peces gordos de Fox? Cuando el electorado pensaba que la alternancia en el poder se traduciría en cambios, sólo vio sepultadas sus ilusiones en tanto anhelaba con nostalgia el regreso de los priistas animados por la figura fresca y reconfortante de Peña Nieto, un joven con ideas de vanguardia con un libro publicado apenas hace un par de semanas, un sólido ideal que les permitía alimentar ilusiones de volver a Los Pinos para repetir, ahora sí, por lo menos durante un siglo, los años oprobiosos de la eterna "Dictadura Perfecta".

Sin embargo, cuando Peña Nieto, este joven político mexicano concluyó su mandato como gobernador del Estado de México y se presentó como un candidato indiscutible e insuperable del PRI, la inmensa mayoría de los militantes del partido pensaron que nada ni nadie podría contener su inercia incontenible hacia la Presidencia de la República. Las encuestas de las más diversas tendencias hablaban de un candidato invencible que superaba hasta con 40 puntos a quien lo seguía en un modestísimo segundo lugar. ¡Claro que echaron todas las campanas al vuelo, izaron las banderas, sacaron del armario las maracas, accionaron estruendosamente las matracas, soltaron las palomas, liberaron miles de globos y obsequiaron cientos de miles de gorras, camisetas y tortas, a la más vieja usanza priista para festejar de antemano el triunfo indiscutible de su candidato!

Sólo que, en las últimas fechas, he observado que han guardado matracas, desinflado globos, atrapado palomas, escondido camisetas y gorras y recluido al candidato Peña Nieto para evitar su menor exposición ante la prensa, porque si bien una parte del electorado inteligente pudo aceptar, a regañadientes, la confusión entre las obras de dos ilustres escritores mexicanos, el hecho de que no supiera cuál es el salario mínimo en México ni cuanto valía un kilo de tortillas ya ha sido demasiado para las tragaderas de un país en que prácticamente la mayoría de los mexicanos permanece sepultada y aprisionada en la pobreza y en donde el maíz forma parte insustituible de la dieta de los gobernados a los que aspira convencer para que voten por él. Resulta conveniente, entonces, sacar de los reflectores a Peña Nieto en su más cercano círculo de asesores para someterlo a una tremendísima tormenta de ideas para tratar de hacer un inventario de los cuestionamientos que en el futuro le podría hacer una prensa absolutamente ávida de exhibir sus niveles de ignorancia. Debo decir, eso sí, en obsequio de Peña Nieto, que desconozco, aun cuando me lo imagino, lo que hubiera contestado López Obrador si le hubieran preguntado a quemarropa cuánto valía el salario mínimo, así como el precio de un kilo de tortillas. La misma situación podría aplicársele a Josefina Vázquez Mota, sin duda alguna la próxima candidata del PAN a la Presidencia de la República. Claro que después de la traumática experiencia de Peña Nieto, hoy ya todos los precandidatos saben —o deben saber— quiénes fueron Baudelaire, Molière, Dante, Goethe o Schiller… Hoy cualquier precandidato sabe cuál es la matriz insumo producto, el PIB de México, así como el de Costa de Marfil y saben, a ciencia cierta, cuánto cuesta un kilo de chirimoyas en San Cristóbal de las Casas, así como deben dominar, como licenciados en historia del arte, quiénes eran De Köoning, Degas, Monet, Dalí y, en otro orden de ideas, Rostropóvich, Sibelius, Revueltas o Ricardo Palmerín. A partir de la catastrófica experiencia de Peña Nieto todos los candidatos mexicanos a la Presidencia ya deben ser ilustres enciclopedistas. ¿No..? Veo con asombro que, después de la abrupta desaparición política de Moreira y de los garrafales errores políticos de Peña Nieto, que los priistas, antes eufóricos, arrogantes e insolentes, antes titulares de la verdad absoluta, hoy, como diría el poeta, empiezan a tocar con el violín muy bajo, es más ya ni se les oye ni se les ve. Deben estar sometiendo a su candidato a un curso intensivo de enciclopedismo y de ilustración al que López Obrador ni siquiera tiene acceso. Esa es una de las ventajas de Peña Nieto. Debe aprovechar la debacle para ponerse a estudiar intensamente la problemática nacional porque en el momento no debe existir un solo periodista mexicano que no tenga como objetivo prioritario volver a exhibir a Peña Nieto en el ridículo para ganar lectores y consideración en el gremio, por lo que finalmente concluyo, en política todo es popularidad y el congelamiento del júbilo no ayuda en nada al incremento de la popularidad de Peña Nieto. Éste debe sentarse a estudiar mientras Josefina y Manlio se frotan las manos…

¿Le van a jugar limpio a Josefina?

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

Impresionante la demostración de músculo que hizo anoche Ernesto Cordero al registrarse como precandidato presidencial del PAN. Aunque el simbolismo de poderío se sigue quedando muy corto frente al dato esencial del inicio de la precampaña: Josefina Vázquez Mota parte con 40 puntos de ventaja.

El PRI y las izquierdas enseñaron buen juicio electoral al no ponerles piedras a sus candidatos naturales. Y hoy que la ventaja de Josefina se parece a la que tuvo Enrique Peña Nieto sobre Manlio Fabio Beltrones, vale preguntar a los panistas (secretarios de Estado, gobernadores) que apoyan a Cordero si, en verdad, piensan que el ex secretario de Hacienda es la mejor carta para los comicios de julio.

Es comprensible, sano, el deseo de Cordero y Santiago Creel de terminar una competencia para la que se prepararon a fondo y han dado en buena lid. Lo que cuesta entender es la suspicacia del partido en el poder (y en riesgo de irse al tercer lugar) ante su “candidata natural”.

Los meses que vienen no pueden ser para seguirse enredando con temas como las lealtades y la hija desobediente, porque el PRI de Peña Nieto y las izquierdas de Andrés Manuel López Obrador no piensan tomar prisioneros.

Allá los panistas si usan cientos de miles de spots para abrirle un boquete a la mujer que, según las proyecciones, gane o pierda en julio, puede ponerlos en la franja de 20 a 30 por ciento de los votos. Allá ellos si, haiga sido como haiga sido, bajan a Josefina y meten a un candidato que hoy no pinta para superar el 20 por ciento.

Algo sabremos el lunes 2 de enero, cuando reaparezca La historia en breve, que se toma un par de semanas de descanso. Gracias y felices fiestas.