enero 16, 2012

Bienvenida, señora Wallace

Víctor Beltri (@vbeltri)
Analista político
contacto@victorbeltri.com
Excélsior

¿Cuál es la razón de ser de un partido político? ¿Obtener y conservar el poder, o aterrizar una manera de ver el mundo y resolver los problemas de una comunidad de acuerdo con ella? En otros términos, ¿se busca el beneficio de unos cuantos al ejercer el poder de forma continua, o el beneficio de la sociedad al gobernar de acuerdo con ciertos principios e ideales?

La pregunta no es trivial, y mucho menos ingenua. Si el objetivo de un partido se limita al ejercicio del poder, se corre el riesgo de pensar en que todo vale para conseguirlo. En cambio, la lucha política por transformar una sociedad y buscar el bien común es susceptible de aceptar la derrota en las urnas, sobre todo si es capaz de lograr que el ganador adopte compromisos y elabore políticas que incluyan las causas valiosas de sus contrincantes. Es una cuestión de altitud de miras, de sentido de la trascendencia. De anteponer el largo plazo, y el bien común, al corto plazo y los beneficios particulares.

Esta es la perspectiva bajo la que se debe de considerar la candidatura de Isabel Miranda de Wallace al Distrito Federal, en el inevitable análisis de ganadores y perdedores que arroja esta designación.

¿Por qué postula el PAN a Isabel Miranda? De acuerdo con lo declarado por Federico Döring, el panismo estaría “en la postura de obtener la mayor cantidad de votos para apuntalar a los candidatos a la Presidencia; independientemente de quien sea (…) necesitamos que el Distrito Federal aporte una gran cantidad de votos”. Y en el mismo tenor, las declaraciones de otros panistas prominentes: candidaturas competitivas, apoyo popular, aire fresco para alcanzar nichos que tienen vedados. ¿Quién pierde? Los panistas del Distrito Federal están conociendo de primera mano lo que significa el ser institucional, acatando sin rechistar las decisiones de la dirigencia. ¿Y los proyectos de gobierno que se han construido a lo largo de los años? ¿Los equipos de trabajo, los ideales, la esperanza de gobernar de acuerdo con un programa de partido? Al cajón por otros seis años, si es que les alcanza el tiempo para seguir con la inercia generada. Porque la Sra. Wallace declaró que responde a los intereses de los ciudadanos, no de un partido ni de un grupo de intereses. Así, el PAN apuesta, simplemente, a una estrategia electoral, que no de gobierno.

Isabel Miranda de Wallace, en cambio, no obedece a intereses electorales. La lucha que ha emprendido es mucho más noble que eso, y ése es, precisamente, el valor de su candidatura. Es un ejemplo de tesón y compromiso, de ciudadanía que rebasó el interés personal y se puso al servicio de una sociedad adolorida y temerosa. Una mujer valiente, que no ha dudado en poner en riesgo su propia vida por defender las causas en las que cree. ¿Cuántos políticos, de cualquier partido, gozan de la solvencia moral y el reconocimiento que, de manera muy merecida, tiene la Sra. Wallace?

Es de esperarse que la dirigencia del PAN no se equivoque al declarar que Isabel Miranda de Wallace traerá aire fresco a la contienda electoral. Sobre todo porque, al no tener compromiso con nadie más que con la ciudadanía, y contar con el escaparate perfecto para contrastar las necesidades de la sociedad con las propuestas de los políticos, puede convertirse en el catalizador para que los contendientes puedan llegar a acuerdos en temas fundamentales, a nivel local y federal. La señora Wallace, en este sentido, puede convertirse en la protagonista de 2012, aunque su candidatura no se vea culminada por el triunfo en las urnas, y obligar a que las partes en pugna asuman compromisos de gobierno, políticas públicas en beneficio del país. Y en esto, vaya que tiene experiencia.

La ciudadanía gana, indudablemente, con la postulación de Isabel Miranda. Los partidos políticos, tan celosos de las candidaturas independientes, tendrán que enfrentarse, en el proceso de 2012, a una voz crítica y acostumbrada a exigir resultados. Tendrán que escucharla, y discutir las propuestas que ponga sobre la mesa. El camino de la participación democrática, a través de las instituciones existentes, es el verdadero conducto del cambio acelerado que buscan los luchadores sociales, y ese cambio no se dará al momento de ganar una elección, sino que comienza desde las campañas. No es un cambio de trinchera, sino la continuación de un trabajo iniciado desde hace tiempo y en el que Isabel Miranda ha tenido triunfos ciudadanos importantísimos.

Sería absurdo descalificar, a priori, a la señora Wallace por su poca experiencia de gestión pública: en las condiciones actuales, esto parece una ventaja, antes que un lastre. Sin embargo, vale la pena recordarle que la campaña debe de ser una continuación de su lucha, en la que tendrá todos los elementos a su favor para lograr consensos y conseguir, desde una posición privilegiada, que los reclamos de la ciudadanía sean escuchados, atendidos y reflejados en políticas públicas, gane o no las elecciones. Y es un buen momento, también, para que los partidos reflexionen y actúen sobre sus carencias y la pobre percepción que de ellos tiene la sociedad, para que dentro de seis años no se vean forzados, de nuevo, a pasar el trago amargo de reconocer que ninguno de sus miembros tuvo la calidad suficiente para ser presentado a una elección de manera competitiva.

No hay comentarios.: