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En cualquier caso, todas estas lecturas suponen que el panismo de principios de 2012 sufre de una propensión al suicidio electoral. Yo mismo pensé, durante un buen tiempo, que lo del PAN se había convertido en una comedia de equivocaciones. Ahora, sin embargo, tengo una impresión distinta. Creo que el PAN ha sido mucho más astuto de lo que imaginamos.
Me explico. La hipótesis de la absurda división panista tiene como argumento central la pugna entre los tres precandidatos de Acción Nacional. “Se están destrozando. Peña debe estar feliz”, me dijo un colega cuando parecía que Ernesto Cordero de verdad se lanzaría contra Josefina Vázquez Mota. Pero eso finalmente no ocurrió, o sucedió muy brevemente. En realidad, la elección panista se ha vuelto un concurso de caballeros (y dama) en el que las fricciones resultan risibles. Basta comparar la contienda del PAN con lo que ocurre en otras primarias de verdad rijosas. Me remito al ejemplo más cercano. En la lucha por la candidatura republicana en Estados Unidos, los aspirantes han gastado millones de dólares —y de palabras— para retar, desprestigiar y descalificar a sus rivales. Los choques entre Mitt Romney y Newt Gingrich han sido memorables; las cosas que se han dicho, de verdad asombrosas. El contraste con el PAN es risible. Seamos francos: en Acción Nacional no se tocan ni con el pétalo de una rosa.
Y creo entender por qué. El PAN no es un partido suicida. Quizá no ha sabido ejercer el poder de la mejor manera, pero el poder le sigue interesando. El presidente Calderón podrá tener muchos defectos, pero la torpeza en la estrategia electoral no es uno de ellos. Sospecho, entonces, que los aspirantes panistas se reunieron, hace un buen tiempo, con la dirigencia del partido y decidieron alargar las elecciones internas para aprovechar el marco legal electoral. Al hacerlo, han ganado exposición mediática, para la candidata y para el partido. Para febrero, el PAN habrá estado, de una u otra manera, en boca de todos. Sin haber roto las reglas, sin haber sido realmente cuestionado. Y así enfrentará una campaña presidencial que será furiosa pero también fugaz. Por lo pronto, en las encuestas de enero, el segundo lugar le pertenece, por un margen respetable, a Josefina Vázquez Mota. Nada mal para una candidata que aún no es candidata.
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