enero 17, 2012

Morir de hambre

Yuriria Sierra (@YuririaSierra)
Nudo Gordiano
Excélsior

Lo reportado en la Sierra Tarahumara nos obliga a todos a apoyar, independientemente de las declaraciones de las autoridades.

De una tristeza infinita es lo que se reportó este fin de semana sobre lo que ocurre en la Sierra Tarahumara. La sola idea de preferir morir a seguir pasando hambre es capaz de vulnerar cualquier sensibilidad. Son los rarámuris y demás indígenas atrapados en lo más remoto de las sierras chihuahuenses. Y es el hambre y la desesperación. Las autoridades dicen que la información es falsa, que es mentira que haya suicidios por hambre, por la necesidad no cubierta de alimentar a las familias. Al menos así me lo declaraba ayer Juan Ramón Flores, el coordinador de comunicación social del gobierno de César Duarte, en la Segunda Emisión de Cadenatres Noticias.

Según lo que me dijo, aparte de la mentira que resulta la información que circuló por todos lados y que incluso llegó a la prensa internacional, la misma que llamó a la Sierra Tarahumara, la “Somalia mexicana”, es que los índices de suicidios de la zona no han registrado un incremento considerable. ¿Entonces, no tendríamos que preocuparnos? Y que sí, que sí hay suicidios, como los hay en cualquier parte del mundo, como si eso invalidara los hechos y los llenaran de razones.

Y es que ante el supuesto de que, en efecto, los suicidios en aquella tan remota región del país no registren aumentos, hace pensar en las razones de los que existen lo que hace todo más cruel. No podemos comprar el estilo de vida de una ciudad donde aquellos ciudadanos que deciden quitarse la vida lo hacen por cuestiones personales. Lo de los rarámuris dista mucho de eso y es resultado de condiciones de vida tan pobres que lo que era un obstáculo para su desarrollo ha generado una cadena de consecuencias que hoy los tiene en desnutrición, con hambre, al borde de la muerte.

No es sólo el olvido de varios gobiernos, tampoco el que se hayan convertido en prisioneros de lo que debería ser su territorio, pues la llegada de la “modernidad” a las faldas de la Sierra Tarahumara los ha ido arrinconando. Han sido también las consecuencias de un clima que ha cambiado en los últimos años, que ha movido la época de lluvia o la ha extinguido por completo. Situaciones para las que los habitantes de esa Sierra no estaban preparados. Y han perdido cosechas y animales. No tienen qué sembrar, no tienen qué comer. Lo único que los acompaña es el frío y el hambre.

Según el mismo gobierno del estado, éste ha sido uno de los inviernos más severos que han enfrentado. Aseguran que ha tomado las medidas necesarias para cubrir las necesidades: comida, cobijas, cuidados. Pero no entendemos, entonces, los 50 suicidios registrados que, se afirma, fueron por hambre. ¿Falso o inconsistencia en la información generada? Si son 50, ¿eso para ellos no resulta motivo de alarma?

Es noticia conocida por todos las condiciones de vida de quienes habitan en la Sierra Tarahumara. No es la primera vez que padecen situaciones climáticas adversas. No es un secreto sobre sus condiciones de pobreza extrema, de hambre y de falta de prácticamente todo, como si se tratara de otro México. Pero, también, lo cierto es que los hechos reportados nos obligan a todos a brindar apoyo, independientemente de las declaraciones de las autoridades, que sirven más para curarse en salud que como siquiera una respuesta y menos una solución...

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