febrero 17, 2012

AMLO: el desliz

Pablo Hiriart (@phiriart)
phl@razon.com.mx
La Razón

En lo dicho: López Obrador está cansado, sin vigor ni chispa.

La percepción de su agotamiento no proviene únicamente de observadores externos a su entorno, sino que fue él quien lo manifestó en una reunión a puerta cerrada con empresarios inmobiliarios.

Ahí el abanderado de la coalición PRD-PT-Convergencia admitió lo que era un secreto a voces y que en este espacio comentamos hace una semana: está cansado.

Ya no es el mismo de hace seis años. López Obrador está fuera de forma para una campaña presidencial.

Se le nota en la mirada, en las bolsas de los ojos, en su andar cansino de político sin entusiasmo. Su hora pasó. Ya no emociona a sus seguidores ni a los indecisos.

Lo importante de lo dicho por el candidato de las izquierdas no fue la gracejada de dónde pensaba irse a vivir hace seis años si perdía “limpiamente”: a una finca heredada de su padre que lleva por nombre “La Chingada”.

El chiste es bueno, pero lo sustancial se encuentra en la mente del candidato: ya entendió que no está en forma.

Ante esa confesión, la pregunta que seguramente se harán en su coalición es por qué no se baja de la candidatura ahora, de una vez.

¿Qué necesidad tiene de arrastrar al conglomerado de la izquierda al tercer lugar?

Lo lógico es que se vaya ahora, con los laureles conquistados en 2006, y no que el electorado lo retire con un lejano tercer sitio en julio próximo.

A la izquierda también le conviene renovar su esperanza para esta elección. Ahí tienen a un candidato joven, competitivo, eficaz, que se llama Marcelo Ebrard.

Sería una muy buena elección a tercios entre Josefina, Peña Nieto y Ebrard. El país ganaría por la calidad de la contienda y el resultado también sería positivo.

El tiempo está del lado del PRD: los candidatos presidenciales se van a registrar hasta el 22 de marzo. Se puede hacer el cambio.

Suena duro decirlo, pero la población joven vota por candidatos jóvenes.

En el Estado de México sólo el seis por ciento de los electores jóvenes votó por Luis Felipe Bravo Mena, quien aparentaba ser el mayor.

Y aunque López Obrador está lejos de la tercera edad, lo cierto es que es un hombre cansado y lo refleja.

Del gabinete que presentó, salvo Ebrard y algún otro, todos son veteranos. Muy respetables algunos, pero de un mundo distinto al de la mayoría de los electores.

Si se retira ahora lo hará con cierta gloria, sobre todo para un sector de la población que lo asume como ganador en 2006.

Pero aferrado a la candidatura llevará a la izquierda al tercer lugar. El electorado lo va a retirar. Y nunca nadie pedirá para él la medalla Belisario Domínguez.

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