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Reforma

Los candidatos del PAN construyeron una eficaz polarización. En el 2000, se trataba de "echar a los barbajanes de los Pinos", por recordar las palabras de Fox. En el 2006 evitar a López Obrador, "un peligro para México", según los spots del PAN. Una parte del votante potencial por Cárdenas en el 2000 era más antipriista que antipanista, optaron y ganaron con el PAN. Era el llamado "voto útil", útil para derrotar al PRI. En el 2006, una parte del votante priista que abandonó a Madrazo, sobre todo en el norte del país, se fue con Calderón, convencido de que López Obrador era un riesgo para sus pretensiones económicas. Los priistas que se fueron con AMLO, sobre todo en el sur del país, donde su frase "primero los pobres" tuvo más eco, no fueron suficientes como para ganar.
En esta elección Peña está colocado en el centro del espectro político. Una parte importante de los votantes panistas sigue creyendo que AMLO es un peligro. Si empezara a subir y también cayera Vázquez Mota, tenderían a irse con Peña. Por el contrario, si la que subiera fuera Josefina, y AMLO empezara a caer, es más probable que los simpatizantes de AMLO se fueran con Peña que con la candidata del partido de Calderón, cuyos negativos entre el PRD son altos.
Por ello, no parece vayamos a estar ante una cerrada carrera de dos. Quienes así lo creen están viendo el pasado. Para que esta carrera se vuelva cerrada AMLO le debe arrebatar por la izquierda a Peña una parte de sus votantes y Josefina hacer lo propio por la derecha.
El resultado más alto que ha obtenido el PAN en su historia fue 42.5 por ciento de los votos, con el triunfo de Fox. Si asumimos que el Partido Verde, que en ese entonces iba con Fox, le dio 3 puntos, le hubieran quedado 39.5 por ciento de votos panistas. Si AMLO cae por debajo de 20, digamos 19 por ciento del voto, y Josefina llega a 38, que es un poco por arriba de lo que logró Calderón y algo poco probable, Peña ganaría con la diferencia, 43 por ciento del voto. Un ejercicio análogo se puede hacer si AMLO superara ligeramente su votación histórica del 2006 y Josefina se hundiera por debajo de los 20 puntos. Por ello, paradójicamente, Josefina requiere a un AMLO fuerte y éste a una Josefina fuerte. En su mensaje de victoria de la candidatura, Josefina parece haberlo entendido, lanzando todas sus baterías contra Peña, en sus palabras, "el enemigo a vencer en la contienda presidencial". El líder del PRD respondió casi ofendido de no haber sido mencionado afirmando que Josefina "tendrá la medalla de bronce". Sería una mala noticia para AMLO que ese bronce fuera distante. Lo racional para él sería concentrar todas sus baterías contra Peña, aunque si AMLO fuera racional, se habría vuelto amoroso antes, desde la campaña del 2006, y no habría destrozado su capital político cerrando el Paseo de la Reforma después de las elecciones del 2006. Ese AMLO sería hoy el puntero.
El dilema de a quién pegarle será claro en los dos debates que por ley tendrán que llevarse a cabo, el primero en la primer semana de mayo y el segundo a más tardar la segunda semana de junio. En una campaña con tantas restricciones en el flujo de la información, ésos serán los momentos para lanzar los dardos más envenenados y Peña será el destinatario natural. Probablemente tendrá a su favor a Gabriel Quadri, el candidato del Panal. La alianza PRI-Elba Esther ya no será electoral. Pero trabajarán juntos. Será una candidatura sin éxito, difícilmente superará el 1 por ciento, pero en los debates podrá servir de pararrayos de Peña.
En sentido estricto, la campaña presidencial arranca hasta el 30 de marzo. Al ser tan corta, con tantas restricciones en la contratación de spots y con dificultades para lanzar mensajes negativos al contrincante, hace difícil para Josefina y AMLO erosionar la ventaja de Peña. Pero todo depende de la campaña, de los imponderables, de los deslices y de las estrategias de sus contrincantes.
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