febrero 14, 2012

Drogas: regular, no prohibir

Eduardo R. Huchim (@EduardoRHuchim)
omnia08@gmail.com
Reforma

Un siglo de prohibicionismo ha dejado en el imaginario social la idea de que los estupefacientes han tenido siempre la calidad de ilegales. No es así, sin embargo. Hace poco más de una centuria, el comercio y consumo de las drogas hoy prohibidas eran algo común en el mundo, incluso en México, donde "el consumo de opio, en forma de láudano y otros compuestos opiados, era legítimo y usual" (Luis Astorga, El siglo de las drogas, Plaza Janés, 2005). En el México de fines del siglo XIX y principios del XX, incluso era posible comprar mariguana en el capitalino mercado de La merced, además de que las farmacias ofrecían libremente cigarrillos de esa planta, como remedio contra el asma.

Las cosas empezaron a cambiar con los acuerdos de Shangai de 1909, cuando un grupo de países, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Francia, China y Rusia, acordaron prohibir el tráfico de opiáceos, morfina y cocaína y desde entonces se inició un multimillonario contrabando de alcance mundial y que, por las cuantiosas utilidades que produce, no ha podido ser derrotado por la interdicción, la persecución y la represión.

Hay impulsos actuales que postulan el fin del prohibicionismo represivo para sustituirlo por la regulación. Es notable, en este sentido, las posturas de la Comisión Global sobre Política de Drogas y de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, en las cuales participan relevantes personajes de la política, la economía, la diplomacia y la literatura. Uno de los ejes asociados a la regulación es considerar al adicto como un enfermo que debe ser tratado conforme a las políticas públicas de salud y no como delincuente. Esta posición no es nueva en México. Ya en los años treinta el director de Toxicomanías, doctor Leopoldo Salazar Viniegra, planteaba privilegiar el tratamiento médico sobre la persecución.

En la actualidad, frente a los elevados costos del combate a sangre y fuego del narcotráfico (muerte, dinero y desestabilización), particularmente en países como Colombia y México, es creciente la exigencia de replantear los términos de esa lucha y pensar seriamente en la posibilidad de regular la producción, comercio, transporte y consumo de las drogas. No sólo expresidentes como Zedillo, Gaviria y Cardoso se han manifestado en ese sentido, sino también lo han hecho mandatarios en ejercicio como el colombiano Juan Manuel Santos y, tan cercanamente como el sábado 11 de febrero, el guatemalteco Otto Pérez Molina, quien anunció que propondrá la despenalización de las drogas en la próxima reunión de seguridad de líderes centroamericanos.

Hay nutridos argumentos en favor de la regulación de los estupefacientes y algunos de ellos fueron expuestos lúcidamente por el investigador Francisco E. Thoumi, en noviembre de 2011, en una carta al presidente colombiano. En una parte del documento, Thoumi señala que en países como Colombia y México y en Centroamérica, las políticas prohibicionistas facilitan que grupos criminales controlen muchos pueblos, ciudades enteras y territorios aun más grandes.

El investigador colombiano pone énfasis en la incongruencia de que se toleren unas drogas y se prohíban otras menos dañinas: "Se estima que el alcohol ocasiona 2.5 millones y el tabaco 5.4 millones de muertes cada año, mientras que las drogas ilegales no más de 200 000". Luego, aludiendo al prohibicionismo, se pregunta: "¿No estamos ante un caso de imperialismo cultural impuesto por un grupo, que aunque tenga derecho a sus opiniones, no lo tiene a que éstas se impongan a toda la humanidad?" (www.razonpublica.com/).

Habitualmente se argumenta que, para implantar una política de regulación en vez de prohibición, es imprescindible el acuerdo de la mayoría o un grupo importante de naciones, porque una sola no podría hacerlo, y también se dice que es indispensable la participación del principal país consumidor, Estados Unidos. Es sensata esa argumentación, a la que, no obstante, importa matizar: paralelamente a una búsqueda multilateral, México debería plantearse la conveniencia de explorar la vía de la regulación, aunque fuera solo o con una compañía mínima. ¿Qué tal la compañía de Colombia y Guatemala para empezar?

OMNIA

Organizado por México unido contra la delincuencia, hoy se inicia en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología el foro internacional "Drogas: un balance a un siglo de su prohibición", que puede ser un interesante foro de debate sobre ese polémico asunto.

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