jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE
El Universal

Ahora bien, ¿qué puede hacer el PRI frente a esto? Pues, la verdad, no mucho. Es cierto que en términos legales no basta con iniciar una investigación para probar la culpabilidad de nadie. Y quienes han criticado a la PGR por las filtraciones de averiguaciones en ese sentido tienen razón: se está violando la presunción de inocencia. Sin embargo, en términos políticos no se necesita que una acusación sea cierta, sino que sea creíble. Esa es la base de las campañas negativas. Esa fue la base de los spots que en 2006 sugerían que si llegaba AMLO a la Presidencia se podría ver afectada la propiedad privada. No era cierto, pero era creíble para una parte de la población. Como también lo fue la versión de los comerciales del PRD de que Calderón había “firmado” el Fobaproa, a pesar de que él nunca firmó nada y de que la imagen del spot televisivo presentaba a un tipo firmando con la mano derecha, a pesar de que Calderón es zurdo. En este sentido, lo cierto es que aunque no se pueda probar la vinculación de varios políticos priístas con el crimen organizado, esa posibilidad suena muy creíble para una buena parte de la población. De hecho, es muy difícil explicar el florecimiento de la delincuencia organizada en varios estados del país sin la existencia de complicidades de parte de las autoridades estatales o municipales. Y la verdad es que también el PRI se ha ganado una mala fama de corrupción y complicidad con la delincuencia durante décadas, por lo que resulta muy difícil para una parte de la opinión pública pensar que todo es una invención.
El PAN, sabiendo de qué pie cojea el PRI, ha anunciado que varios de sus candidatos se van a someter a pruebas de control de confianza —pruebas toxicológicas, polígrafo, revisión de propiedades, etc.— para demostrar que no tienen antecedentes de corrupción. Si el PRI quisiera contrarrestar la mala fama que tiene podría hacer lo mismo. Sin embargo, es muy probable que varios de sus políticos tendrían problemas para pasar dichas pruebas. ¿Acaso Humberto Moreira, Mario Marín, Ulises Ruiz, Fidel Herrera, Tomás Yarrington o Eugenio Hernández las pasarían? ¿Acaso las pasarían muchos otros políticos priístas, o incluso algunos ex priístas que ahora militan en el PRD?
Estamos, sin duda, en tiempos electorales y es previsible que el gobierno federal lance varios obuses mediáticos en torno a investigaciones judiciales sobre casos de corrupción de políticos del PRI o de vínculos con la delincuencia organizada. Algunas de estas acusaciones se podrán probar y otras no. Pero lo cierto es que el PRI está bastante indefenso frente a ello, porque su verdadero enemigo no es, en efecto, ni el PAN ni el PRD, pero tampoco lo es el desempleo y la violencia: es la mala fama que ha construido durante décadas. Y frente a ello no hay quien lo salve.
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