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Día con día
Milenio

Porque somos un país responsable, firmante del consenso mundial que las prohíbe y al que hemos servido por décadas.
Desde la Operación Cóndor en los setenta del siglo pasado, orientada a la erradicación de cultivos con el uso de antidefoliantes, como el paraquat, hasta la última campaña de la guerra contra el crimen emprendida por el gobierno del presidente Calderón, la persecución de las drogas en México ha sido una historia de violencia ineficaz.
Todas las operaciones policiacas, todas las detenciones, campañas y muertes no han reducido el flujo de narcóticos prohibidos al norte. Los costos han sido elevadísimos, para empezar en corrupción institucional.
En los años noventa se descubrió que el zar antidrogas de México era cómplice de uno de los cárteles que combatía. En el año 2008 fue descubierta la complicidad con el narcotráfico de los más altos mandos de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), incluyendo a su titular.
Los últimos años registran la ola mayor de compra y corrupción de gobiernos y policías locales. Las actividades del narcotráfico se han extendido a 22 de los 32 estados de la República, cinco de los cuales viven condiciones de inseguridad y violencia que hacen correr por el mundo la imagen de México como un país más violento que Irak.
El total de detenidos como parte de la lucha contra el narcotráfico, incluyendo varios delitos, suma 144,219 personas en lo que va de este gobierno, hasta junio de 2011.
Los homicidios merecen nota aparte. Desde 1990 hasta 2007 la tasa de homicidios de México no había hecho sino descender. Había 20 homicidios por cada 100 mil habitantes en 1990, pero sólo 8 homicidios por cada 100 mil en el año 2007.
La espiral de violencia desatada desde entonces por la guerra de las drogas en México hizo subir la tasa. Según la ONU, en el año 2010 la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes era de 21.5, casi cinco veces la que Estados Unidos, y casi lo mismo que Brasil, aunque una tercera parte que la de Colombia y la mitad que Guatemala.
Respecto de la posición relativa de México y Estados Unidos en el tema de las drogas, los mexicanos suelen decir: “Nosotros ponemos los muertos y ellos ponen los consumidores”. Mucho de verdad hay en esa queja.
¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Por qué hemos quedado en la parte de la guerra donde están los muertos y los presos, y no las ganancias y los vivos?
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