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La Razón

Para bien, las encuestas la colocan en una posición envidiable y muy cerca de obtener la candidatura presidencial de su partido, el PAN.
Para mal, porque está sufriendo una operación de acoso permanente que tiene como objetivo el descarrilar su avance y de afectar su ánimo.
Muchos son los interesados en que no sea la abanderada panista, dentro y fuera del PAN.
Para el PRI y para el PRD sería mejor, en teoría, el enfrentar a un candidato con el perfil de Ernesto Cordero, porque va muy abajo en las encuestas y porque se le puede ligar de modo natural al presidente en turno y sobre todo aprovechando los aspectos negativos o debatibles de su mandato.
Todo esto es especulativo, pero el único dato duro con el que se cuenta, por el momento, es el que arrojan las mediciones sobre intención del voto y el comparativo entre candidatos.
Por eso no sería extraño que la presión aumente en los próximos días y en las vísperas de la elección interna del 5 de febrero.
Las elecciones se están volviendo una guerra de lodo, en las que las descalificaciones, los expedientes comprometedores y hasta el espionaje se están convirtiendo en un asunto cotidiano.
Se dirá que así son las cosas, pero nadie puede negar el daño que causan en los propios partidos.
Es el riesgo de las contiendas internas, que si bien demuestran una voluntad democrática, suelen dejar una estela de agravios.
Va a ser difícil reparar las heridas una vez que se determine quién contenderá por los colores del PAN en el próximo proceso electoral.
La operación política después del 5 de febrero, si no hay segunda vuelta, va a tener que ser de precisión.
Hace unos días, al presentar la denuncia por espionaje ante la PGR, y luego de que se dio a conocer un audio en que Vázquez Mota critica a Cordero y lo llama “patán”, el coordinador de la campaña, Roberto Gil, le dijo a reporteros que “no creía” que las intervenciones telefónicas fueran cosa de panistas.
Es probable que tenga razón, y que más bien estén enfrentando una estrategia que tiene como propósito el dividirlos.
Algo similar ocurrió en 2000 y seis años después entre los propios priistas, y los resultados están a la vista.
La utilización de la información se vuelve estratégica en estos casos y más ante una contienda que ya se anuncia peor que la de 2006.
Vázquez Mota, por ello, vivirá las horas más complejas y determinantes de su carrera política, y de su capacidad de reacción va a depender, no hay duda, su propio futuro.
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