febrero 09, 2012

Mujeres y civilización: el triunfo de Josefina

Blanca Heredia (@BlancaHerediaR)
La Razón

En su libro The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined, Steven Pinker nos dice, siguiendo a Norbert Elias, que la civilización tiene que ver fundamentalmente con todo eso que regula y contribuye directamente a disminuir la violencia. De acuerdo a Pinker, son varios los factores que explican la disminución secular de la violencia entre los seres humanos, pero y de acuerdo a su investigación, los agentes centrales de ese proceso son dos: las mujeres y los sacerdotes.

En la historia fascinante de cómo diversos tipos de violencia entre los seres humanos —la que se vincula a la guerra, la que tiene que ver con el crimen en las calles y con la que nos toca cotidiana e íntimamente adentro de la casa— disminuyen de manera sistemática y persistente a lo largo de los siglos, señala Pinker, las mujeres ocupamos un lugar clave.

Visto desde ahí, me parece que el triunfo de Josefina Vázquez Mota en la interna panista nos ofrece a los mexicanos un atisbo de esperanza. Dicho de otra manera: el retroceso civilizatorio que vivimos desde hace algunos años y cuyo signo más claro es el aumento en vertical del número de mexicanos muertos desde el 2008, no es ni el dato esencial, ni la única narrativa posible de eso que somos.

Somos también otra cosa. Somos un país, en el que un partido importante, un referente de color azul que aglutina heridas colectivas profundas, dogmatismos horrorosos y miedos intensos, pero también resortes desde los cuales abrazar responsablemente nuestra libertad, se sobrepone a los lastres y anuncia futuros posiblemente más civilizados.

No se le conoce a Josefina agenda de género ninguna. No ha sido eso lo suyo. No hay, en lo que a promover la igualdad de género se refiere, logros, ideas, equipos o propuestas que indiquen que Josefina haya abrazado su poder como mujer. Pero es mujer y lo es, intuyo o quiero creer, en un sentido distinto a otras mujeres poderosas como, por ejemplo, Margaret Thatcher.

Más allá de lo que Josefina Vázquez Mota piense, sienta o haga con su condición de mujer en la esfera pública, hay algo en esa parte del país que se reconoce azul, y de todo ese país en el que caben y viven los azules que me produce esperanza. No es un logro colectivo menor. Ese mismo país en el que el poder omnipresente del machismo abarca los gestos y las entrañas también de sus mujeres acaba de darse, por primera vez en su historia, la posibilidad de que una mujer lo gobierne.

Josefina no la tiene fácil frente a esa mezcla de nuevo y conocido que es Peña Nieto. No le será fácil competir contra la maquinaria del tricolor. Tampoco le será sencillo remontar el desgaste de 10 años —deslucidos, por decir lo menos— de gobiernos del PAN. A su favor, aunque, hay que decirlo, también en su contra: operará, por sobre cualquier otro tema, el hecho contundente de ser mujer. Veremos cuál país gana: el que se amarra tercamente a lo de siempre o el que se anima a imaginar y a construir mejores futuros posibles.

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