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Interludio
Milenio

Lo que parece un ejercicio retorico o un sueño (delirante) de seguidores (de Cordero) que imaginan, desde ya, resultados absolutamente fantasiosos ¿podría transmutarse en una realidad tan irreal como inesperada, ilógica, absurda y, sobre todo, absolutamente perjudicial para un partido que, ahí mismo, consumaría una especie de gran suicidio colectivo y que le dejaría el camino absolutamente despejado a Enrique Peña, por lo pronto, y, también, a un Obrador que, a falta de otros competidores de peso, podría cosechar los votos útiles de aquellos que, pase lo que pase, no quieren el retorno del PRI?
O ¿acaso estamos hablando de que Felipe Calderón, a diferencia de su antecesor, tiene un decisivo ascendiente en las determinaciones que pueda adoptar su partido y que, siendo Cordero, como dicen las malas lenguas, su delfín, entonces el actual presidente de Estados Unidos (Mexicanos) va a imponer, por dedazo, a su posible sucesor o, en todo caso, al personaje que él prefiere por encima de las preferencias del respetable publico y de los todavía más respetables votantes inscritos en el padrón electoral de este país?
Yo no entiendo la lógica del asunto, estimados lectores. Porque si a mí, por ejemplo, me viniera a la mente imponer a un amigote o a un pariente cercano para que participara en una competición, la que sea, pues el primer requisito que tendría que cumplir mi recomendado es que tuviera unas mínimas posibilidades de ganar. Digo… Pues eso.
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