Abogado postulante
Excélsior

Tomé la decisión en forma consciente y responsable de participar en la construcción de un país mejor, donde no se discriminara a nadie ni siquiera por su filiación. Yo respeto las diferencias políticas y en ese contexto he construido, a partir de las coincidencias, acuerdos para crear y reformar instituciones públicas en beneficio de la sociedad.
Las dirigencias partidistas aún no acusan recibo de que millones de militantes partidistas, además de dicha convicción política, también son ciudadanos, con plenos derechos para opinar y participar en las decisiones públicas, y que ser militantes no debiera motivar discriminación ni mucho menos descrédito.
Es impostergable recuperar la credibilidad en los partidos como entidades de interés público para que, conforme a nuestra Constitución, promuevan la participación del pueblo en la vida democrática, que contribuya a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos hagan posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público.
Se le ha regateado a nuestro país una transformación nacional que permita salir de la pobreza a millones, en gran medida porque ciertas dirigencias han utilizado de pretexto mentiras históricas que sólo contribuyen a perpetuar espacios de corrupción e impunidad.
Toda esta situación genera las condiciones propicias para que haya quien diga que no milita en ningún partido, a pesar de hacer campaña que favorecerá a varios o le mienta a la sociedad con frases publicitarias, por ejemplo, en la capital hemos sido gobernados más de 12 años por el mismo partido y no hemos tenido un gobierno incluyente que gobierne “con nosotros”, mucho menos aún en la época en que se embolsaba el dinero de la corrupción con todo y las ligas el principal operador político del señor que encabeza el movimiento que financia ese mensaje.
Yo soy militante del PAN y puedo afirmar con satisfacción que en estos últimos 12 años no se ha desperdiciado la alternancia, pues el apoyo de mi partido me ha permitido ser protagonista y testigo de los cambios en materia de transparencia y acceso a la información pública gubernamental, la creación y el desarrollo de instituciones contra la discriminación, la reforma constitucional al sistema de justicia penal, de derechos humanos y de amparo, entre muchas otras.
La consolidación democrática de México sigue en la búsqueda de los demócratas con el sentido de responsabilidad para no regatear su capital político en las transformaciones que demanda el país.
Hay partidos que acusan sobre la inseguridad, pero no asumen su responsabilidad en la falta de mejores condiciones de vida para nuestras familias y la sociedad en general. También los hay que acusan sobre el crecimiento de la delincuencia, pero omiten su responsabilidad en donde gobiernan.
Al Ejecutivo se le regatean, desde el Legislativo y en los estados, las herramientas jurídicas y operativas para enfrentar a la delincuencia y aún así lo acusan de responsable de las muertes que en realidad provocó la complicidad y corrupción en municipios y entidades federativas gobernados principalmente por la oposición.
Para construir propuestas que trasciendan las diferencias partidistas en beneficio público, hay que superar las posiciones personalistas o de grupo, asumir frente a la sociedad el costo político de decisiones tal vez cuestionables pero que, en el mediano y largo plazos, traerán los beneficios que la nación demanda, por ejemplo, en la reforma energética y laboral.
Los partidos, entendidas en su verdadera función social formadora de ciudadanos, trascienden la coyuntura de las elecciones, pero si no logramos cumplir esa función, se cometerán los mismos errores que criticamos en el pasado.
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