Fran Ruiz (@perea_fran)
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La aldea global
La Crónica de Hoy

El 15 de abril de 1912 quedará en el recuerdo porque entendimos nuestra vulnerabilidad ante la naturaleza, lo injusta que son las clases sociales, y nuestras miserias y grandezas: Esa noche serena murieron 1,522 personas y sólo se salvaron 705; eso sí, en mucha mayor proporción las que viajaban en primera clase. Esa noche fría el mexicano Manuel Urruchurtu estaba a punto de descender al agua en el bote número 11 cuando una pasajera, Elizabeth Ramell, rogaba que le permitiesen subir, ya que su esposo e hijo le esperaban en Nueva York. El mexicano cedió su sitio a la mujer a cambio de que cuando llegara a tierra visitara a su esposa en México, según recoge el diario El Mundo. Ramell mintió para salvar su vida —no estaba casada ni tenía hijos— y tardó 12 años en viajar a México a cumplir su promesa que había hecho a su salvador. Así es la vida, como el Titanic.
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