abril 12, 2012

"¿Gasolinazo?" No, ajuste (muy) mesurado...

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Gasolinazo, le llaman. Hagan de cuenta que, de la noche a la mañana, el precio del litro de combustible se multiplicó por tres. Y así, con terminajos tan tremebundos, así vamos los mexicanos por la vida y así traficamos los temas de esta campaña presidencial. Hemos perdido por completo el respeto a las palabras. Las manoseamos indecentemente, sin pudor alguno: cualquier hijo de vecino es un “genocida”, nos gobierna la “derecha fascista”, 60 millones de mexicanos viven en “pobreza extrema”, el mero mantenimiento del orden público equivale a “represión”, en fin, nos servimos con la cuchara grande sin advertir que las pequeñas diferencias de apreciación (que, en realidad, no son tan pequeñas) —bien identificadas, bien establecidas y bien apreciadas— son las que van a asegurar nuestra supervivencia cuando, ahí sí, se trate de identificar al enemigo verdadero. Los que afirman que el PAN es un partido político fascista nunca tendrán la legitimidad para denunciar a los auténticos, y nefastos, ultraderechistas.

En fin, volviendo al tema de la gasolina, ¿saben ustedes, amables lectores, que los carburantes están subsidiados en este país? O sea, que los consumidores, ustedes y yo, no pagamos el costo real del producto sino que papá gobierno apoquina una cantidad para que la factura no nos resulte tan dolorosa. Pero, a ver, ¿de dónde diablos creen que viene la plata para redondear artificialmente las cuentas? Pues, de nuestros bolsillos, raza. No existe, se los juro por Dios, manera de fabricar dinero sin que alguien, en algún lugar, lo pague. Es decir, la diferencia entre lo que realmente cuesta producir un litro de “Magna” y lo que solventamos en la estación de servicio, la pagamos nosotros, esos mismos que creemos beneficiarnos de las ayudas públicas. Repito una perogrullada: el gobierno no tiene dinero propio. Son nuestros denarios, y los de nadie más, los que llenan sus arcas. Díganme ustedes, entonces, si el propósito de corregir, poco a poco, este estado de cosas es, madre mía, un... ¡gasolinazo!

No hay comentarios.: