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Interludio
Milenio

En fin, volviendo al tema de la gasolina, ¿saben ustedes, amables lectores, que los carburantes están subsidiados en este país? O sea, que los consumidores, ustedes y yo, no pagamos el costo real del producto sino que papá gobierno apoquina una cantidad para que la factura no nos resulte tan dolorosa. Pero, a ver, ¿de dónde diablos creen que viene la plata para redondear artificialmente las cuentas? Pues, de nuestros bolsillos, raza. No existe, se los juro por Dios, manera de fabricar dinero sin que alguien, en algún lugar, lo pague. Es decir, la diferencia entre lo que realmente cuesta producir un litro de “Magna” y lo que solventamos en la estación de servicio, la pagamos nosotros, esos mismos que creemos beneficiarnos de las ayudas públicas. Repito una perogrullada: el gobierno no tiene dinero propio. Son nuestros denarios, y los de nadie más, los que llenan sus arcas. Díganme ustedes, entonces, si el propósito de corregir, poco a poco, este estado de cosas es, madre mía, un... ¡gasolinazo!
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