abril 29, 2012

Ikram Antaki y “las canastas de langostas”

Luis Manuel Guerra (@quimicoguerra)
quimicoguerra@gmail.com
La Crónica de Hoy

"Los mexicanos resienten el éxito. Lo castigan. Premian el fracaso. En el futbol apoyan al que va a perder. Le apuestan al débil, el ganador es culpable, el perdedor es víctima inocente"

El pasado viernes, anteayer, leyendo los principales diarios de México respecto al escándalo de Walmart, me asaltó la imagen de esa gran analista de nuestra realidad y portentosa filósofa Ikram Antaki. Guapísima, originaria de Damasco, Siria (antes Persia. Ikram insistía en decir “yo vengo de Persia”) llegó a México hace 40 años sin hablar palabra de español. Heredera de una reconocida y pudiente familia siria, desde temprana edad fue rebelde y contestataria frente a una sociedad machista y ultra-conservadora.

Brillante alumna de la Universidad de Jami’atu Dimashq, consiguió su doctorado Magna Cum Laude de filosofía en la Sorbona en París a los 27 años. Intrépida y liberada, no regresó al hogar paterno, y sin ningún respaldo escogió México (sin conocernos) para desarrollar su intelecto.

Escribió más de veinte libros de historia y filosofía en un castellano impecable y produjo la inmejorable serie radiofónica “El Banquete de Platón”, y nos estudió como pueblo y como sociedad durante más de dos décadas. Se me quedaron grabadas varias de sus aseveraciones en los quince años que tuve el privilegio de compartir parte de su vida y de amarla entrañablemente.

Anteayer, leyendo los principales diarios de mi país me asaltó su voz: “Los mexicanos resienten el éxito. Lo castigan. Premian el fracaso. En el futbol apoyan al que va a perder. Le apuestan al débil, el ganador es culpable, el perdedor es víctima inocente”. Quiero analizar contigo el encabezado de primera plana a cuatro columnas con letras gruesas que publicó el periódico El Universal el jueves pasado: “PRIVILEGIA EL GOBIERNO FEDERAL A WALMART”.

El texto que sigue dice que Walmart obtuvo los permisos para construir un número importante de tiendas en el país en los años recientes. Nada más. El encabezado sugiere que es malo el solicitar y obtener permisos para construir tiendas. En ningún momento ofrece datos precisos de quién dio los permisos, qué montos ilegales se manejaron, si se violaron específica y concretamente normas o procedimientos.

Es simplemente malo el invertir importante y exitosamente en nuestro país. Te comento esto porque percibo que atrás de esta campaña perfectamente orquestada se esconden intereses políticos y económicos que tienen como objetivo el debilitar a una empresa exitosa a la cual no pueden enfrentar en el terreno de la competencia transparente y limpia, y emplean los probados métodos de la descalificación y la acusación no sustentada: “El que pega primero, pega dos veces”.

Es por ejemplo totalmente falsa y falta de verdad la acusación de que la tienda en Playa del Carmen destruyó hectáreas de selva baja caducifolia. Conozco el sitio, totalmente urbano, en donde se ubica la tienda. Te preguntarás, querida, querido lector: “¿Y por qué el químico Guerra defiende tanto a Walmart?” Porque estoy convencido que Walmart representa uno de los mejores y más exitosos ejemplos de sustentabilidad en México.

A lo largo de más de veinte años, desde que Walmart era Aurrerá, aprendí a valorar el compromiso ético de esta empresa con el medio ambiente, con los valores de la honestidad y del trabajo serio, con el compromiso con el ser humano que colabora con la empresa. Para mí, y te lo digo con pleno convencimiento, Walmart es buenas noticias para México.

Son los siguientes hechos concretos, medibles y verificables, no descalificaciones y acusaciones vagas, los que me llevan a esta aseveración, y te invito a reflexionar, a la luz de la razón, acerca de lo que te digo:

Siendo Walmart la empresa más grande del mundo, tiene oficinas austeras y eficientes en México, que no tienen lujos ni diferencias marcadas entre sus ejecutivos de alto nivel y los colaboradores del frente de batalla del día con día.

Ninguna otra oficina corporativa en México tiene su techo cubierto con celdas fotovoltaicas y aerogeneradores. Está certificado el hecho de que Walmart alimenta con energía del viento proveniente de Juchitán, Oaxaca, más de trescientos cincuenta tiendas y restaurantes en el centro de la República. Ninguna otra empresa lo hace. Los refrigeradores, la iluminación, las cajas registradores de estas tiendas usan energía limpia. Las primeras tiendas con techos totalmente fotovoltaicos en Aguascalientes y La Paz los instaló Walmart.

La reducción de la huella de carbono e hídrica de la operación de Walmart en México y Centroamérica está documentada y se puede consultar por todos nosotros abiertamente en internet.

Las plantas de tratamiento de aguas residuales más avanzadas para instalaciones comerciales las tiene Walmart. Esta tecnología es mexicana, de Querétaro, y Walmart ayudó financieramente a los tecnólogos mexicanos a desarrollarla. Pero la acción que mayor efecto está teniendo en nuestro país mientras escribo estas líneas, es la directriz de Walmart de exigirle a sus más de doce mil proveedores (son doce mil empresas con trabajadores, ejecutivos, que pagan sus impuestos) que sean sustentables. Cada proveedor debe demostrar que está reduciendo su huella ecológica, si quiere seguir siendo proveedor de la empresa más grande el mundo. Esto tiene un efecto multiplicador en sustentabilidad mucho mayor que muchas acciones de gobierno, leyes o normas.

Si existen comprobadamente delitos que perseguir en las autorizaciones para construir las tiendas de Walmart, que se castigue ejemplarmente a los funcionarios corruptos que lo propiciaron y a los ejecutivos de Walmart que lo consintieron y ejecutaron. Pero mientras no exista la prueba jurídica irrefutable, estamos actuando como decía Ikram Antaki: Castigando el éxito porque los mexicanos no lo toleramos.

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