abril 05, 2012

La campaña del futuro

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Imaginen ustedes una campaña presidencial del futuro: los candidatos prácticamente no viajan, no se dan ya “baños de pueblo” y no salen a abrazar bebés en las calles sino que operan desde un gran centro logístico desde el cual se trasmiten en directo actividades especialmente diseñadas para ofrecer información al respetable público (o sea, los votantes). Y así, en ciertos horarios, el aspirante se reúne, digamos, con un grupo de amas de casa que le hablan de sus vidas y le preguntan, a bocajarro, sobre toda suerte de cosas; más tarde, departe con académicos y aprovecha el encuentro para definir los cambios estructurales que pretende acometer su próximo Gobierno; por ultimo, para cerrar la jornada, debate con sus contrincantes sobre una irrestricta variedad de temas. O sea, que la mayor parte de su tiempo se la pasa delante de las cámaras, y los periodistas de los medios, discutiendo con ciudadanos de diversas proveniencias. De vez en cuando, ahí sí, profiere un discurso sin solemnidades innecesarias y sanseacabó. Ah, y todo esto durante dos semanas, tres a lo sumo.

¿De qué estamos hablando? De un sistema donde lo importante sería privilegiar la comunicación, los contenidos, la trasparencia y el mensaje en vez de la adoración del personaje. ¿Acaso en un acto de masas hay el menor contacto con él o la más mínima posibilidad de dialogar? No. ¿A qué va, entonces, la gente? Pues, lo dicho, a rendir pleitesía.

Pero, justamente, ¿cuándo se podría instaurar este mecanismo? Yo diría que dentro de unos mil años, pacientes lectores...

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