abril 24, 2012

Walmart

Macario Schettino (@macariomx)
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
El Universal

De acuerdo con el NYT, para alcanzar las metas de expansión de Walmart en México, directivos sobornaron autoridades locales, en una historia más de corrupción

El domingo se publicó un extenso reportaje en The New York Times, firmado por David Barstow con apoyo de Alejandra Xanic y James C. McKinley Jr desde la ciudad de México, que desvela prácticas de corrupción de Walmart en México, pero que se concentra en los esfuerzos internos de la compañía por administrar el problema, más que en las propias prácticas de corrupción en México.

De acuerdo con el periódico estadounidense, para alcanzar las metas de expansión de Walmart en nuestro país y convertir esta subsidiaria en una de las más importantes de la cadena (si no es que la más), los directivos sobornaron autoridades locales para poder abrir sus tiendas rápidamente. Para enmascarar esa corrupción, se alteró la contabilidad. Sin embargo, el reportaje deja ver que estas prácticas eran conocidas no sólo por los más altos directivos en México, sino también en la casa matriz. Más importante aún, cuando el caso se conoce debido a denuncias de un ejecutivo, más que investigar, se procede a esconder el tema, se administra por unos años, y luego se olvida.

La publicación del reportaje ya tuvo impacto interno, puesto que el viernes renunció a Walmart uno de los implicados. Y el efecto en el mercado se empezó a ver ayer mismo, con una caída de 5% en la bolsa de Nueva York. Los mercados castigan la corrupción en los países en los que la ley es importante, es decir, en las democracias. Por eso la importancia de consolidar un estado de Derecho pleno si se quiere vivir en democracia.

Aunque el caso ocurre en México, el reportaje del NYT no hace mayor énfasis en ello. Se trata de prácticas de corrupción de una empresa de EU en el exterior, y para el caso no hay gran diferencia si eso ocurrió en México o en cualquier otro país. Para nosotros, sin embargo, sí debería ser un tema de discusión, y no nada más de autoflagelación, como acostumbramos.

Para nadie debería ser sorpresa que se desvelen en México casos de corrupción. Tampoco que esto ocurra en investigaciones desde otros países. Así se ha castigado, en sus países de origen, a empresas europeas y estadounidenses en varias ocasiones. Y casi siempre, una vez descubierto el asunto fuera de nuestras fronteras, le damos acá cierta atención, y ocasionalmente hay alguien que acaba en la cárcel. No es muy frecuente, por cierto.

Pero lo más grave, en mi forma de ver, es que no aprovechamos ninguna de esas oportunidades para discutir seriamente el origen de la corrupción en México, y por lo tanto su posible reducción. Nada más nos humillamos entre nosotros, insultamos al gobierno en turno, y esperamos el siguiente caso.

Lo que Walmart hizo en México, según se entiende del reportaje, es sobornar autoridades locales para poder abrir sus tiendas más rápido y, me imagino, en mejores lugares. Esto ocurre, sin duda, porque hay personas corruptas, pero eso no es nada nuevo, los seres humanos somos así. Lo importante es que, si Walmart no hubiese sobornado, no habría podido abrir sus tiendas, o habría tenido que hacerlo en lugares menos favorecedores en mucho más tiempo. En español: la regulación de los usos de suelo en México está hecha para que los funcionarios puedan corromperse. Porque al mismo tiempo que Walmart (e infinidad de empresas) tienen que corromper para instalarse, al mismo tiempo tenemos un desarrollo urbano totalmente caótico. Nadie cumple la ley, que sólo es utilizada, repito, para que los funcionarios puedan vender los espacios. Ocasionalmente, me imagino, podrá usted encontrar un funcionario exageradamente honrado, que no acepta esto. No durará mucho en su puesto, le puedo garantizar.

Vuelvo a insistir en que éste es uno de los dos problemas fundamentales de México: no queremos cumplir la ley, que por cierto es incumplible, porque no se hizo para eso. Las leyes en México nunca se cumplieron. Durante toda nuestra historia, el presidente (o el hombre fuerte, cuando correspondía) estaba por encima de la ley. Decidía lo que tenía que hacerse, y para ello se modificaba, torcía o ignoraba lo que las leyes dijeran. Desde la Constitución hasta el reglamento de construcción del pueblo más bicicletero de este país.

Es sólo desde 1997 que el presidente de México está restringido por la ley. Y eso ocurre porque hay otros dos poderes que son independientes de él: la Corte y el Congreso. Eso nunca había ocurrido en los doscientos años de historia de México, y por eso los mexicanos no lo entendemos bien. Es más, nosotros estamos hechos a como era México, un territorio libre de leyes, en donde el poder, político-económico, decidía lo que quería, y en donde todos los demás aguantábamos vara. Esto dejó de existir hacia 1997, como le digo. El presidente está limitado por el Congreso, pero también por la Corte, que por ejemplo le ha impedido a los presidentes expropiar a su antojo, como lo hacían antes.

Pero el marco legal que tenemos nunca se pensó para cumplirse, porque la ley no se cumplía, de forma que lo que encuentra usted en nuestra legislación es una suma de grandes visiones del mundo, ocurrencias, y regulaciones pensadas para venderse. Soy claro en esto: como las leyes no se cumplían, se hicieron sólo para poder extraer recursos. Si usted quería un permiso de importación, había que sobornar; si hoy quiere un permiso de construcción, lo mismo.

Cuando una tienda de Walmart, o para el caso, de otras cadenas de autoservicio o tiendas de conveniencia, se instala en un barrio, los precios se reducen cerca de 10% en esa zona. Los consumidores ganan. Pero para que eso ocurra, esas tiendas tienen que repartir dinero. Si no, no se les autoriza el uso de suelo, o la construcción, o se les ponen trabas “ambientales”. Por eso las presidencias municipales son tan peleadas, porque son una mina de oro. Mientras el Presidente de México está acotado por ley, ni los gobernadores ni los alcaldes lo están.

Y cuando está abierto el cajón, el más honrado es ladrón. No somos más corruptos los mexicanos que otros pueblos, sino que tenemos leyes hechas para corrompernos. ¿Quiere usted menos corrupción? Hay que dejar atrás, de una vez por todas, ese nefasto régimen de la Revolución y sus herencias.

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