mayo 31, 2012

El dragón chilango

Juan Manuel Asai
jasaicamacho@yahoo.com
Códice
La Crónica de Hoy

El PRD en el Distrito Federal impone su hegemonía por las buenas, con dádivas; o por las malas, recurriendo a la intimidación. Para el PRD-DF, la informalidad es un negocio de dos vías, obtiene dinero fresco todos los días y todas las noches y gana control político vendiendo protección a los informales, ya sean vendedores callejeros, microbuseros, taxistas piratas, invasores de terrenos y dueños de antros. El PRD-DF ha conseguido un gran éxito: vende la idea de que la capital es el corredor que va de la Condesa al Zócalo. Como si las delegaciones Iztapalapa, Tláhuac o Gustavo Madero, por poner algunos ejemplos, quedaran en otra entidad federativa. La gente en esas delegaciones se ha acostumbrado a vivir mal. Sin agua, sin drenaje, sin alumbrado, sin parques. Con basura, pandilleros, narco menudistas, con un servicio de transporte público no sólo deficiente, sino humillante. Se han acostumbrado a seguir las indicaciones de los brigadistas del PRD que no les resuelven los problemas, nada más los administran con lógica política.

Los partidos políticos de oposición en el Distrito Federal, PRI y PAN, deberían estar avergonzados por abandonar la plaza de forma tan vergonzante. Al hacerlo, entregan a los ciudadanos al dragón perredista. Por años, incluso lustros, no han hecho trabajo político, no tienen presencia, no hacen trabajo de gestoría. Su estructura territorial da pena ajena. Ante los triunfos de la izquierda simplemente agarraron sus chivas, cerraron el changarro y se dedicaron a otras cosas. No sorprende que el PRD-DF esté en camino de obtener un triunfo descomunal, insólito, en las elecciones del 1 de julio, casi sin justificación. Tomemos el ejemplo de la delegación Iztapalapa, que condensa todos los problemas habidos y por haber. Esta demarcación es, para abrir boca, el paraíso de las narco tienditas, que se han reproducido de manera escalofriante, dando lugar a una masa delictiva que sólo se dedica a vender droga, sino que también a los robos a casa-habitación, en transporte público, a transeúnte. Actúan con cinismo descomunal. Todo mundo sabe dónde están, comenzando por los policías y agentes judiciales. Hay tantos baches que surge de manera natural la inquietud de cómo se maneja esa partida presupuestal. Alguien debe estar en negocios gigantes. Los parques están convertidos en basureros. La informalidad es la regla. ¿Alguien ha calculado cuanto dinero dejan los tianguis gigantescos que se ponen en esa delegación?

Consumo.- El consumo de drogas es una experiencia individual que compete, en consecuencia, a la esfera de lo privado. Un lugar al que no tenemos derecho de entrar. El anterior es un planteamiento atractivo, políticamente correcto, pero falso. Lo es, porque no contempla una verdad dolorosa: el acto de consumir drogas está precedido de una operación mercantil de compra-venta, por definición colectiva, por medio de la cual el consumidor inyecta recursos al circuito criminal. Lo he escrito antes pero vale repetirlo. Con el dinero que les dan en la mano los consumidores y los delincuentes se pertrechan para defenderse de las autoridades y agredir a la sociedad. El derecho a consumir, esgrimido por algunos individuos, afecta el derecho colectivo a vivir en paz, sin miedo. De igual forma, el hábito de consumir se convierte en problema social cuando se transforma en adicción y requiere tratamiento médico que la gente paga con sus impuestos. No lo olviden.

Encuestas.- El protagonismo de los casas encuestadoras en las campañas políticas, es un tema idóneo, no para la ciencia política, sino para la sicología social. Los encuestadores asumen el papel de estrellas, de verdaderas celebridades. Si somos rigurosos, esta fama tiene poco sustento. Varios de ellos se equivocan con frecuencia, pero nunca pagan el precio de un pronóstico erróneo. A la siguiente elección vuelven a la carga, enganchan nuevos clientes y salen bien forrados. Cada uno tiene una encuesta hecha a la medida de sus necesidades. De manera que dejó en claro que las encuestas no son un ejercicio estadístico, manejado por actuarios implacables, nada de eso, son un ejercicio de la imaginación que diseñan motivadores profesionales para sembrar optimismo entre los aliados y pesimismo entre los rivales.

Gobernadores bajo sospecha

Alfonso Zárate Flores (@alfonsozarate)
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario, SC
El Universal

Quizá el dato más perturbador de la alternancia haya sido la “reinvención” de los gobernadores: dejaron de ser emisarios del Señor del Centro para convertirse en dueños de sus estados. En “Coahuila de los Moreira”, por ejemplo, una familia se sirvió de la gubernatura para apropiarse de los principales núcleos del poder. Ese avasallamiento le permitió todos los excesos, entre ellos, llevar la deuda de 323 millones de pesos —que había heredado Enrique Martínez y Martínez— a 36 mil millones. En el colmo de la desmesura, el entonces gobernador Humberto Moreira operó su propia sucesión para que la incertidumbre democrática premiara los esfuerzos de su hermano Rubén, actual mandamás en la comarca. Todo queda en familia.

Otros gobernadores, de distintos partidos, se sirvieron con la cuchara grande y endeudaron a las siguientes generaciones. Destacan, por la magnitud y el abuso, los casos de Natividad González Parás en Nuevo León; Fidel Herrera en Veracruz; Emilio González Márquez en Jalisco y Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal.

La regresión democrática sufrida en los estados no se agota en el dispendio de los recursos públicos. Los casos de Arturo Montiel en el Estado de México, del Góber Precioso, Mario Marín, en Puebla, y Ulises Ruiz en Oaxaca, muestran que la opacidad, la arbitrariedad y el autoritarismo forman parte de un mismo paquete. Por lo demás, los congresos suelen están dominados por mayorías al servicio del señor gobernador y las oposiciones partidarias y de la sociedad civil carecen de fuerza, por lo que no es difícil que sean nulificadas o compradas. Los jueces y magistrados obedecen las consignas de su verdadero jefe y los órganos supuestamente autónomos —comisiones de derechos humanos, autoridades electorales, institutos de transparencia y acceso a la información—, con honrosas excepciones, también están sometidos.

En las décadas de la República priísta los presidentes solían “meter al orden” a gobernadores notoriamente ineptos, corruptos o repudiados. Durante el gobierno de Miguel de la Madrid, su secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, operó sin disimulos la salida del gobernador de Yucatán, general Graciliano Alpuche Pinzón. La historia del antiguo régimen está plagada de casos similares: llamadas telefónicas desde la casona de Bucareli, operaciones truculentas surgidas de los sótanos de la “policía política” o simples guiños del otrora “poderoso” segundo de a bordo. Todo esto acabó, por fortuna, con la alternancia en el Ejecutivo. Sin embargo, también significó dejar sueltos los hilos del poder; y no sólo eso, pues una vez que los gobernadores midieron la precariedad política en Los Pinos, se volvieron altaneros y doblegaron a las instancias federales.

Oaxaca es una excepción. Allí, un núcleo sectario, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), extorsiona a los gobernadores. Lo hizo con los del PRI y lo sigue haciendo con el primer gobernador de la alternancia, Gabino Cué, quien se muestra débil y obsecuente ante los graves daños a los niños y jóvenes que se quedan sin clases, el secuestro del centro histórico de la capital del estado y la afectación a los trabajadores y comerciantes de la zona.

Pero el tema más grave ha sido la omisión de los ejecutivos locales en el cumplimiento de su responsabilidad central: garantizar la tranquilidad de la población. El enriquecimiento escandaloso de algunos de ellos podría explicarse por el saqueo de los recursos públicos o por los sobornos derivados del otorgamiento de concesiones, contratos y autorizaciones, pero también, mucho más grave, por la colusión con el crimen organizado.

En estos días ha ido avanzando la investigación que se siguen en Estados Unidos sobre presunto lavado de dinero de dos ex gobernadores de Tamaulipas: Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, ambos priístas. Y ahora se sabe que en México, con cierta lentitud, la PGR ya tiene arraigados a supuestos “operadores financieros”.

Pero este tema tampoco es monopolio priísta. Ahí están las sospechas sobre protección al crimen organizado del gobernador panista de Morelos, Marco Adame (y antes de Sergio Estrada Cajigal); o la suspicacia que ensombrece la fama pública de Leonel Godoy, ex gobernador perredista de Michoacán, sea por obra, omisión o simple vínculo fraternal con el primer —presunto— hombre del narco que llega a ocupar una curul en el Congreso federal…

#YoSoy132: el detalle es el deslinde

Jorge G. Castañeda (@JorgeGCastaneda)
jorgegcastaneda@gmail.com
Reforma

Un amplio espectro de personas y posiciones confluyen en el apoyo a AMLO pero se pueden identificar corrientes. Una está claramente compuesta por personalidades, como la mayoría de su "gabinete", con verdaderas credenciales democráticas; otra es la nomenclatura del PRD, del gobierno de la Ciudad de México, del Congreso y de los estados donde ese partido tiene cierta presencia; y como es evidente, hay una tercera corriente, militante y activista, probablemente menos viciada que la segunda, pero menos democrática que la primera y sí más visible y vigorosa que ambas.

Los democráticos en su gran mayoría son personas que buscan un ideal: una izquierda moderna, democrática, globalizada para gobernar a México, al tiempo que muchos de ellos provienen o suscriben los cánones del nacionalismo revolucionario sin su parte autoritaria. El problema que enfrentan es que aunque su deseo pueda ser compartido por muchos, la materialización de ese anhelo en la persona de AMLO es simplemente insostenible si se remite las acciones y declaraciones del candidato de entonces y ahora. Pero no hay duda de que son lo mejor del lopezobradorismo.

La segunda es mucho más complicada. Son los cuadros que vienen del Partido Comunista, del viejo "Ferrocarril", de la ACNR y sobre todo del PRI que se fueron incorporando poco a poco al aparato perredista desde 1989, y de algún modo volviéndose los dueños de las finanzas, los puestos, los medios y los contactos internacionales del partido. No han sido especialmente competentes ni en hacerlo crecer ni en conducirse como leal oposición ni como oposición radical. Como leal oposición fueron desplazados por el PAN, y como oposición radical primero por los zapatistas y después por otros grupos. Tienen fama, en parte bien ganada, de corruptos, mediocres y de arcaicos por su estatismo, su nacionalismo revolucionario autoritario y su castrofilia. Son lo peor del apoyo a López Obrador.

La tercera corriente es más heterogénea que las otras dos, sobre todo a partir del #YoSoy132. Para empezar abarca los medios de comunicación y comentócratas afines a AMLO desde 2005, o antes: La Jornada, parte de Proceso, editorialistas de medios como Reforma, Milenio, El Universal, etcétera. Y de noticieros de radio de gran audiencia. Obviamente unas voces de esa "subcorriente" son más estridentes que otras; unas son más abiertas o tolerantes que otras; y algunas lindan en la demencia y el delirio antisemita como Jalife.

Parte de esta corriente son los trolls en Twitter. Como es sabido, algunos tuiteros profesionales retuitean hasta 21 mil veces la línea que viene de blogs o periódicos. Estos también se encargan de golpear a adversarios políticos, a comentócratas en redes sociales, o donde sea. Tienden a tener, como escribí, una indigencia política impresionante y son de una majadería e intolerancia notable. Son detestables y a veces tienen resultados contraproducentes.

Por último están los jóvenes, que son obviamente variopintos. Sin duda hay participantes de las manifestaciones estudiantiles de las últimas semanas que no votarán por AMLO, aunque aventuraría que si entre ellos se levantara una encuesta de esas que ellos mismos detestan, probablemente arrojaría que, efectivamente, son abrumadoramente votantes de AMLO. Desde luego, muchos de ellos que están en el seno del movimiento no comparten, por ejemplo, el "regreso de Aburto" o el "si hay imposición habrá revolución". Pero muchos sí y éste es el problema para los demás estudiantes y las demás corrientes. ¿Quién hace la amalgama de tuiteros, manifestantes, comentócratas, burócratas y demócratas nacionalistas revolucionarios?, pues el mismo movimiento y ese es el quid. Se podría pensar en una simbiosis Cantinflas-Peña Nieto para resolverlo: el detalle está en el deslinde. Uno esperaría que dentro de este río revuelto que es el movimiento, los demócratas modernos y globalizados se deslinden de los dementes u orates. No sé por qué, pero dudo que suceda.

Ahora será entre tres

Jorge Fernández Menéndez (@jorgeimagen)
Razones
Excélsior

¿Afecta realmente el resultado electoral lo ocurrido con el movimiento #YoSoy132 o la comparecencia de los candidatos ante el movimiento de Javier Sicilia?, ¿puede modificar dramáticamente el equilibrio electoral el próximo debate del 10 de junio? Todo puede suceder, pero a un mes de las elecciones se ve difícil que pueda haber cambios dramáticos. Si estuviéramos ante unos comicios como los de 2000 o los de 2006, cualquiera de esos elementos, u otros como la detención del ex gobernador Narciso Agúndez o la inminente de Tomás Yarrington, podrían marcar las elecciones. En 2006, en unos comicios que llegaron empatados hasta el final, hubo detalles en las últimas semanas que pudieron cambiar todo: el caso Hildebrando, que presentó López Obrador en el segundo debate, aunque fue lisa y llanamente una mentira descarada, fue tan mal defendido por el PAN que pudo costarle la elección a Felipe Calderón. En 2000, además de los numerosos problemas que se presentaron en la campaña de Francisco Labastida, el mal desempeño del candidato priista en los debates decantó en el último mes una elección que para estas fechas parecía empatada.

En este sentido, como ya hemos dicho, estos comicios se parecen más a los de 1994. Existe un candidato con una ventaja importante, como ocurría con Ernesto Zedillo entonces, que incluso en sus errores (Zedillo perdió en forma evidente el debate ante Diego Fernández de Cevallos) tenía un margen muy considerable para poder operar. Quizá si Diego y el PAN hubieran apretado electoralmente en ese último mes (los comicios fueron entonces en agosto, no en julio) las cosas hubieran podido ser diferentes, pero el hecho es que Zedillo pudo administrar hasta el final la ventaja con que había comenzado la campaña luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Paradójicamente, en los meses siguientes, los de la transición, vendría el derrumbe, con el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, las profundas desavenencias entre el presidente entrante y el saliente, y el pésimo manejo que derivó en la crisis financiera de diciembre del 94.

En esta ocasión la ventaja de Peña Nieto se ha mantenido relativamente estable, como la de Zedillo en el 94. Según los propios priistas, las movilizaciones y la campaña juvenil luego de los hechos de la Ibero le generaron un costo de dos puntos aproximadamente en las encuestas, mientras que la disputa se ha concentrado en la lucha por el segundo lugar entre Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, que es quien más se ha beneficiado de esos movimientos, aunque también ha registrado un incremento relativamente marginal, por lo menos de cara a la ventaja que le lleva Peña Nieto.

Precisamente la lucha entre Josefina y López Obrador es lo que ha impedido a cualquiera de los contendientes descontar la ventaja que les lleva Peña: no hay una opción clara de voto útil y en todo caso los votos que pierda el candidato priista se dividen entre los aspirantes del PAN y del PRD y en algunos casos terminan beneficiando a un Gabriel Quadri que, con 4%, obviamente no disputará la Presidencia de la República, pero que no están nada mal para quien comenzó hace unos meses literalmente con cero.

Pero precisamente por eso habrá que prepararse para que los candidatos en este tramo final de la campaña se saquen los guantes y comiencen un proselitismo mucho más agresivo, incluido el equipo de Peña Nieto, que hasta ahora se había dedicado a administrar la ventaja: si bien la misma se mantiene, el hecho es que tiende a disminuir y no puede Peña correr el riesgo de que los comicios se cierren y, adicionalmente, se cierre mucho más la otra lucha, que está más solapada, pero que es clave para el futuro, respecto a los equilibrios en el Congreso, donde el PRI, con sus aliados, lo que busca es tener una mayoría propia. En este último mes la campaña de Peña comenzará a mostrarse mucho más a la ofensiva contra el PRD y el PAN que en el pasado.

En el caso de Andrés Manuel López Obrador, ya ha visto que la estrategia de abandonar el amor y la paz le ha dado resultados y ha regresado a un discurso mucho más duro, muy antiPeña, que se coloca en el horizonte de los grupos juveniles que, de una u otra forma, terminan apoyándolo.

Josefina Vázquez Mota tiene que abocarse a una doble batalla: su foco ya no puede ser sólo Peña Nieto, tiene que ser también López Obrador. En el debate pasado, Josefina desperdició la oportunidad de ser mucho más dura con Peña, pero también de marcar con claridad sus diferencias con Andrés Manuel, y ahora debe hacerlo: la lógica de presentar un frente común contra Peña al que beneficia es al perredista, por lo menos así lo han mostrado hasta ahora las encuestas.

Junio será un mes de candidatos sin guantes ni navegantes de muertito.


Nomura: peso fuerte, sí; el problema es "cuándo"

Carlos Mota
motacarlos100@gmail.com
Cubículo Estratégico
Milenio

Hablé ayer con Benito Berber, economista en jefe para América Latina de Nomura, el poderoso banco de inversión. Benito coincide en que la fortaleza de los atributos fundamentales de la economía mexicana es la suficiente como para afirmar que la actual depreciación del peso frente al dólar solo se debe a la aversión al riesgo global por lo que está sucediendo en Europa. Dice que sí, que el dólar estará más barato; el problema es saber cuándo.

Le pregunté a Benito qué visión tiene Nomura —el banco está basado en Tokio, tiene 27 mil empleados en 30 países— del flujo comercial y de inversiones del exterior hacia México:

“Por lo que se refiere a la cuenta corriente yo diría que hay muy pocos problemas. Mucho de lo que exporta México, primero lo importa. En la cuenta corriente México usualmente nunca tiene desequilibrios. Siempre hay un déficit muy pequeño, entre 1.5% y 2.5% del PIB.

“En cuanto a la cuenta de capital, los extranjeros que tienen una posición muy importante en bonos, lo que hemos visto es que no han reducido su posición; es decir, tienen fe en que eventualmente esa inversión les pagará. Quizá sí podríamos llegar a ver que los extranjeros compraran algún tipo de cobertura —ya sea a través de un forward o algún instrumento así—, pero que no necesariamente liquidaran esa posición. Entonces yo diría que por parte de la cuenta de capital también estamos en una posición privilegiada.”

Benito apunta el tema que dominará las próximas discusiones de la relación mexicana en la economía global, China: “En la medida en que México se está volviendo más barato en comparación con China, hemos visto que muchas compañías han regresado a México. Y aunque todavía no se ve reflejado de manera completa en los datos de inversión extranjera directa, yo tengo mucha fe en que en los próximos trimestres y en los próximo años, México verá un flujo muy importante en ese renglón”.

No solo Nomura opina positivamente de México —antier lo hicieron vehementemente Francisco González y los directivos de BBVA. De hecho, no exageran quienes afirman que los siguientes 10 años serán una década dorada para este país. El próximo Presidente, aun sin hacer mucho, tendrá una cosecha vasta.

mayo 30, 2012

Alerta roja en el PAN

Adrián Trejo (@adriantrejo)
atrejo@callemexico.com
Calle Mexico

>La encuesta presentada ayer por Roy Campos, de Consulta Mitofsky, no solo reitera la ventaja de 18 puntos que mantiene el priísta Enrique Peña Nieto sobre sus competidores sino que confirma lo que muchos panistas se niegan a aceptar: que Josefina Vázquez Mota está en tercer lugar.

Los datos de la encuesta de Roy, con algunas variaciones, coinciden con el resto de los sondeos en los que se ve a Andrés Manuel López Obrador como segundo lugar y en crecimiento en tanto que la panista no logró capitalizar los yerros del candidato tricolor.

Habrá que ver si en estos días, a 32 días de la elección presidencial, Vázquez Mota da otro golpe de timón que la coloque nuevamente en la carrera por la Presidencia. Cierto, no está decidido, pero si llega al segundo debate en tercer lugar, se desgranarán sus apoyos.

>Habrá que poner atención a lo que el Departamento de Estado de Estados Unidos declare hoy en relación con los incendios provocados en varias bodegas de Sabritas en Guanajuato y Michoacán.

Ayer se informó que el Departamento de Estado recopilaba información para hacer un pronunciamiento hoy, que seguramente será de condena.

Porque cualquiera que tiene un negocio, del tamaño que sea, sabe que esta muestra de violencia es una advertencia de lo que le pueda ocurrir a cualquiera que no pague derecho de piso al crimen organizado.

>¿Pues no que el movimiento “#soy 132” era apartidista? La pregunta vale porque ayer circuló en la red un conjunto de tuits de miembros del movimiento en los que agradecían al productor Epigmenio Ibarra, prominente lopezobradorista, su apoyo para la realización de un spot.

El productor aclaró por la misma vía, que no realizó un spot “solo prestamos y con mucho gusto apoyo y medios técnicos a @soy132MX y lo seguiremos haciendo si lo desean”.

¿O sea, sí pero no?

>No se sabe quién le recomendó a los organizadores del evento que el Partido Nueva Alianza celebró ayer en el Auditorio Nacional, la contratación de la edecán Julia Orayen, la misma que saltó a la fama luego del primer debate entre presidenciables.

El mal tino tiene que ver simplemente con el hecho de que su candidato presidencial, Gabriel Quadri de la Torre, fue el único de los tres hombres que “admiró” por más tiempo a la edecán.

Ayer mismo comenzaron a circular chistes sobre el por qué habiendo un mercado tan grande en el mundo de las edecanes, el Panal decidió por la controversial chica.

¿A poco alguien de dentro del partido se quiso congraciar con Quadri? Qué mal tino.

>Tómelo por ahora como un simple rumor, pero en algunas oficinas de gente importante ha comenzado a surgir el rumor de que podría haber otro Pemexgate en puerta. Al parecer solo se está amarrando la información técnica para reventar el asunto.

Si fuera cierto, ¿pesará igual que en la elección del 2000? ¿Será simplemente un borrego?

A ver.

Futuro y desesperanza

Rafael Cardona (@cardonarafael)
racarsa@hotmail.com
El cristalazo
La Crónica de Hoy

De un plumazo, o mejor dicho, de cuatro golpes de verbo y pluma (una fuente de sangre con cuatro chorros), Sicilia los puso en su sitio y no le quedó en su sitio cabeza títere alguno. Bravo.

Resultaría inútil a estas alturas cualquier intento por regatear la importancia del movimiento de Javier y los sicilianos. La Paz con Justicia y Dignidad es una real aspiración mexicana más allá del excelente fraseo con el cual Sicilia prolongó el célebre, colectivo y sincero grito de estar hasta la madre. Hasta la “mega madre”, dice una voz popular.

También resultaría insensato negar el sacudimiento de los jóvenes del 132 y cuanto se vayan acumulando en estos días. Ya lograron dos grandes conquistas nacionales: confundir la programación del duopolio con una Cadena Nacional y hablar sin rejas con Obdulio Ávila en la secretaría de Gobernación. Todo un hito en la historia nacional.

Pero en el caso inicial de estas líneas llama la atención el diagnóstico de Javier Sicilia en cuanto al verdadero significado de cada candidato, juicio inevitablemente alusivo y extensivo a los partidos propulsores, impulsores y activos en los respaldos respectivos. De un plumazo, o mejor dicho, de cuatro golpes de verbo y pluma (una fuente de sangre con cuatro chorros), Sicilia los puso en su sitio y no le quedó en su sitio cabeza títere alguno. Bravo.

A Josefina Vásquez le dijo:

“Para muchos, usted, señora Vázquez Mota, significa la continuidad de una política que nos ha sumido en el horror, la miseria y el despojo, el señalamiento duro a las corrupciones de los otros partidos, pero la incapacidad autocrítica para ver las del suyo y la protección o la simulación frente a delincuentes o malos funcionarios de su partido que ocupan y ocuparon cargos políticos, incluso de Estado.

“Usted representa a un partido que nos debe la transición y que se ha corrompido a grados ignominiosos con el poder. Usted representa un partido que después de doce años deja como una de sus herencias un inmenso camposanto como patria”.

A Enrique Peña la advirtió:

“Usted representa el regreso al pasado, es decir, el regreso al origen de la corrupción de las instituciones que hoy se desborda por todas partes y cuyo rostro no es sólo la violencia, el dolor, la corrupción, la impunidad y la guerra, sino la imposición de la presidencia imperial, el uso patrimonialista de la nación y la represión –Atenco, la respuesta descalificadora a los muchachos de la Ibero, la manipulación mediática frente a sus legitimas protestas, son sus señales más claras. Representa también el voto corrompido, el voto comprado, el voto no ciudadano, el de la miseria moral y el de la arrogancia y los intereses de los monopolios de la comunicación”.

Para Andrés Manuel fueron estas palabras:

“Para muchos, usted, señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación –en contra de lo que pregona su República Amorosa– con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones; significa el resentimiento político, la revancha, sin matices, contra lo que fueron las elecciones del 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido que incluso, contra la mejor tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a las comunidades indígenas de Chiapas y de Michoacán o a los estudiantes de Guerrero. Significa también la red de componendas locales con dirigentes que años atrás reprimieron a quienes buscaban un camino democrático, el señor Bartlet es sólo la punta del iceberg”.

Y para Gabriel Quadri este diagnóstico implacable:

“…Usted, señor Quadri, significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas –que nos negaron junto con la Reforma Política—, la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia…”

Concedamos absoluta certeza en esos diagnósticos. Pero preguntémonos también si ante esa muestra de desesperanza en las circunstancias del mundo real, del juego político, de la “Realpolitik”, podemos encontrar siquiera una rendija por la cual, salir. Quizá la haya pero en las palabras de Sicilia este redactor no las mira, al menos no en el corto plazo.

Claro, se dirá la organización cívica, ciudadana, social. Y es cierto, pero así como los ciudadanos les exigen a los políticos el cómo más allá del qué, también se le debería exigir a un movimiento de tanta profundidad política, de tan veloz inserción en la vida pública y de tan aguzado sentido para el diagnóstico de la desgracia, una real fórmula de colaboración interinstitucional más allá de la ley de víctimas con todo y su edulcorada inoperancia.

Claro, también hay un camino: abolir las instituciones políticas actuales; los partidos por delante, y sustituirlas por cofradías de buenos cristianos en pos del reino de los cielos en la tierra.

¿Transparencia? ¿cuál transparencia?

Mauricio Merino
Investigador del CIDE
El Universal

En los últimos días, la prensa crítica y un grupo cada vez más amplio de organizaciones sociales se han ocupado de llamar nuestra atención sobre la falta de información completa, confiable y precisa sobre las candidaturas que, además de la presidencial, votaremos el próximo 1 de julio. Elegiremos un jefe de gobierno del DF, seis gobernadores, 128 senadores, 500 diputados federales, 579 diputados locales y 892 ayuntamientos. Pero solamente tenemos información suficiente sobre el grupo de candidatos que se disputa los ocho poderes ejecutivos. Del resto hay retazos e información fragmentada, en medio de una oscuridad ominosa.

El IFE nos pide que votemos a conciencia, luego de juzgar los programas de trabajo y de evaluar las trayectorias de los candidatos que se han presentado a las elecciones. Pero los ciudadanos no tenemos información suficiente para actuar de esa manera, porque los partidos se niegan a darla. No lo hacen, protegidos por la legalidad que ellos mismos se han dado: el Artículo 41 del Cofipe, que regula el acceso a la información que producen los partidos políticos, remite a un reglamento que se aprobó en el 2008 y cuyo artículo 67 establece, sin más, que la entrega de información relativa a la currícula de los candidatos que buscan puestos de elección popular será voluntaria. Esto significa, en otras palabras, que las y los candidatos no tienen obligación alguna de poner sus trayectorias profesionales al escrutinio del público. Y apenas si tengo que subrayar la flagrante contradicción que esa regla supone con los principios más elementales de la democracia.

Para animarlos a actuar con criterios más proclives a la transparencia, el IFE ha dispuesto una ventana electrónica —accesible desde la página web del propio instituto— cuyo título parece escrito con sorna: “Candidatas y candidatos: ¡conócelos!”. A esa convocatoria solamente han respondido de manera voluntaria 127 candidatos de entre 6 mil 442 (según la información que ofreció ayer el Comité Conciudadano con los datos de la Unidad de Información del IFE) cuidando mucho el contenido de sus currículum; mientras que el resto ha considerado, junto con las dirigencias de los siete partidos que los postulan (sin excepción) que la trayectoria de las mujeres y de los hombres que nos están pidiendo su voto para el 1 de julio es cosa confidencial y que, en todo caso, no hace falta entregarla. Y de los candidatos locales ni hablamos: saber quiénes son y de dónde vienen es una aventura digna del premio a la investigación en ciencias sociales.

Esta falta de respeto a los ciudadanos es grave por varias razones: además de negar los principios básicos de la competencia electoral y obligarnos a votar por siglas, fotografías y proclamas y no por trayectorias completas, confirma la arrogancia de los dueños del monopolio de la representación política. ¿Para qué conocer las trayectorias de los candidatos si podemos votar por partidos? ¿Para qué ocuparnos de los poderes legislativos si los medios electrónicos nos tienen entretenidos con los candidatos a los poderes ejecutivos y éstos prometen investirse de semidioses para cambiarlo todo, más allá de las voluntades de quienes representen al pueblo en las Cámaras? Por lo demás, si nos habían prometido blindar las candidaturas de la influencia del crimen organizado, ¿cómo podemos saber que cumplieron con su palabra?

Apenas esta semana los cuatro candidatos presidenciales escribieron en estas páginas sendos artículos en los que ofrecen un conmovedor apego a la transparencia. Si eso fuera verdad, no tendrían que esperar hasta el resultado del 1 de julio: pueden y deben hacerlo desde ahora, pidiendo a sus partidos políticos que revelen la trayectoria completa, precisa y confiable de los candidatos a todos los demás puestos que se disputan. No necesitan esperar tanto para demostrar su compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas. En esta materia, lo queremos todo y lo queremos ya.

El voto útil

Manuel J. Jáuregui
Reforma

Estamos a escaso mes de las elecciones presidenciales del 2012 y cada día que transcurre queda más claro que para muchos mexicanos votar por su favorito no será opción el primero de julio.

Esto, por supuesto, si acaso pretenden que su sufragio haga la diferencia, es decir, que sea ÚTIL para impedir el desenlace que NO QUIEREN bajo ninguna circunstancia.

Deberán de escoger no pocos electores entre desperdiciar su voto sufragando por el que les gusta, pero que no tiene opción de ganar, o emplearlo para que no acceda al poder EL QUE NO DESEAN que lo haga.

Con el alto número de encuestados que dicen pertenecer al engañoso apartado de los "indecisos" es imposible pronosticar con certeza cuál será el resultado, no obstante queda más que claro que una competencia entre TRES potencialmente divide el voto global en aproximadamente tres tercios.

Con uno de los candidatos llevando aparentemente una marcada delantera, LA SUMA CIEN que es un resultado electoral hace que los dos rezagados compitan entre sí quitándose unos a otros los votos "anti", pero que sumados PUDIERAN SER LA MAYORÍA: ¡y ésta es la clave!

Llegará un momento, por ejemplo, si es que acaso el PAN llega a la víspera de la elección en lejano TERCER lugar, en el que los fervientes panistas y simpatizantes deberán sopesar sus opciones reales.

Esto es, emitir un sufragio por el tercer lugar, que para este fin no sirve a ninguna causa que no sea emocional, o sumarse al segundo lugar para evitar que llegue el que está en primero, si acaso no les parece buena opción, esto es, si no es su segunda preferencia.

Para unos será AMLO el indeseable, para otros el Gavioto.

Si se perfila una derrota estrepitosa para su abanderado, el votante habrá de pensar en la opción menos mala (su segunda preferencia) y no en su óptima o deseable.

Triste, pero cierto, es que desde hace tiempo en México nos enfrentamos en los procesos electorales a tener que escoger no entre lo bueno y lo mejor, sino de entre lo malo ¡lo MENOS MALO!

Hagamos como ejercicio los números probables, a como hoy pinta el asunto, para ir familiarizándonos con los posibles escenarios del 2 de julio.

Un candidato, según encuestas recientes, trae poco más del 40 por ciento de los votos, otro registra cerca de 30 por ciento y el tercero alrededor del 25 por ciento: la pizcacha que falta para completar el 100 por ciento se la dejamos a las comparsas.

(Coloque, amigo lector, al que usted desee en cada espacio, ya que para el ejercicio que realizamos da igual).

Si así acaba la elección, lo cual es posible y aun probable, resultará "triunfador" un candidato que cosecha MÁS VOTOS EN CONTRA que los que tiene a favor.

Es decir, ganaría y sería Presidente el que MUCHOS NO QUERÍAN porque el antivoto se dividió y quedó nulificado.

Precisamente es por esto que muchos países avanzados, como Francia recientemente, tienen la "segunda vuelta", logrando que el gobierno que llega al poder lo haga con lo más cerca posible a un claro mandato mayoritario.

Si la democracia es el Gobierno de las mayorías, resulta una contrasentido que "gane" la elección presidencial alguien que apenas logra cuatro votos a favor ¡Y SEIS EN CONTRA!

(Como es factible que suceda en México.)

No es para nada fácil, ni automático, para el ciudadano votar con la cabeza y no con el corazón, sabido es que los procesos electorales frecuentemente se deciden con actos viscerales, más que razonados.

Todo indica que el 1 de julio ésa será la disyuntiva que enfrentarán los ciudadanos conscientes que contemplan emplear el sufragio, "su" voto, como herramienta del cambio: como agente para la renovación de nuestro México, hoy tan maltrecho por tanta corrupción e impunidad.

Para los fines de los que hoy les platicamos no hay cupo para comentar el fenómeno del abstencionismo o aquellos "movimientos" para promover el voto NULO, como protesta.

Nos parece un contrasentido darle tan pobre USO a la poderosa herramienta que puede ser el voto -siempre en condiciones de que éste se respete cabalmente- y sí, por el contrario, luce mucho mejor empleo de éste el estar dispuesto a emitirlo de una manera ESTRATÉGICA para impedir que acontezca el desenlace que nos parezca más intolerable.

El peligro de una corrida bancaria en España

Julio Serrano
Apuntes Financieros
Milenio

Después de negar que los problemas de su sistema financiero fueran muy graves, el gobierno español ha tenido que entrar al quite para evitar su colapso. Hasta ahora ha inyectado más de 40 mil millones de dólares a sus bancos, con Bankia, el cuarto más grande del país, recibiendo más de la mitad de los apoyos.

Aún así, la tempestad está lejos de calmarse. El gran peligro es que la precaria situación que vive el sistema bancario español se agudice por la falta de confianza de los ahorradores. Por desgracia, no se puede descartar incluso una corrida de pánico sobre los bancos más débiles.

El temor es justificado. Ante las constantes noticias negativas sobre el sistema financiero español, la fuga masiva de ahorro es una posibilidad real. Después de todo, es difícil entender por qué alguien va a estar dispuesto a mantener sus depósitos en un banco cuando todos los días escucha que puede quebrar. Muchos ahorradores ya han sacado su dinero de las instituciones más riesgosas para meterlos en bancos españoles percibidos como sólidos o de plano de otros países. El peligro es que su número se multiplique.

Claramente los problemas de la banca española son reales. Durante varios años de bonanza prestaron demasiado, sobre todo al sector inmobiliario. Cuando la burbuja se reventó y los precios de la vivienda cayeron, los bancos se quedaron con un colateral mucho menor al monto de sus créditos, lo cual ha generado pérdidas millonarias.

Pero ahora con la desconfianza se corre el peligro de que estos problemas se magnifiquen. Un banco que pierde ahorro porque sus clientes lo perciben como frágil, se va a debilitar, generando un círculo vicioso. No cabe duda que Bankia tenía serios problemas. Pero fue la percepción de su fragilidad lo que lo empujó al precipicio. Y fue el miedo, mejor dicho temor, de que la desconfianza en el sistema financiero español aumentara y se expandiera lo que provocó que el gobierno español rescatara a Bankia con dinero de los contribuyentes.

Vale la pena notar que los dos bancos más grandes de España, Santander y BBVA, han librado relativamente bien la crisis. Su secreto fue tener una fuerte presencia fuera de su país, principalmente en Latinoamérica incluyendo, por supuesto México. No deja de tener cierto grado de ironía, que sean las filiales mexicanas de estos bancos, vistos como salvadores cuando adquirieron instituciones nacionales tras nuestra propia crisis financiera, las que ahora estén contribuyendo a que sus casas matrices no se desmoronen.

Víctimas, besos y esquizofrenia

Jorge Fernández Menéndez (@jorgeimagen)
Razones
Excélsior

La verdad es que los besos de Javier Sicilia, recibidos o no por los candidatos presidenciales que estuvieron el lunes con los integrantes de su Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad, me importan muy poco. Lo mismo que con los jóvenes del movimiento #YoSoy132, lo importante en todo caso es comprender qué está detrás, qué lecturas, qué avances y qué insuficiencias muestran estos movimientos, pero también la forma en que los partidos, los candidatos, los grupos de poder, actúan ante ellos.

Y, en todo esto, tenemos una combinación de factores que van desde el evidente avance de la sociedad civil hasta los reflejos autoritarios que siguen marcando no sólo a los actores políticos sino, también, en muchas ocasiones, a estos mismos movimientos, con una actitud esquizofrénica ante la democracia.

Vamos, por ejemplo, a la reunión del lunes de los candidatos y la candidata con Javier Sicilia. Por una parte, se trató de un encuentro importante, necesario, en el cual, se esté o no de acuerdo con la forma en que Sicilia maneja su movimiento (sombrero de Indiana Jones y besos incluidos), era imprescindible que quienes aspiran a gobernar el país se toparan de frente con una realidad que no podrán soslayar: el de las víctimas de estos años de violencia, muerte e inseguridad que han vivido millones de mexicanos. En el movimiento de Sicilia hay de todo: hay víctimas de la violencia de los grupos criminales, los hay víctimas de la violencia del Estado, de los caciques y los grupos de poder, hay quienes han hecho del ejercicio de la violencia también su sello y han terminado siendo víctimas de la violencia que generaron. Pero nadie podrá gobernar México sin enfrentarse a esa realidad para tratar de darle respuesta, incluso para estar en condiciones de deslindar a los distintos grupos, las distintas realidades que conviven en un movimiento unido hoy por algunos intereses políticos muy concretos, pero más allá de ellos, por algo tan tangible como el dolor. Y no se puede construir algo nuevo sin restañar las heridas del pasado.

En este sentido, no me gusta el protagonismo de Sicilia. Por supuesto que tiene todo el derecho de decirle a los candidatos todo lo que piensa de ellos, pero también me parece que, enfrentados los aspirantes a las víctimas y sus testimonios, el discurso y los adjetivos de Sicilia terminan estando de más, se perciben como la búsqueda de un protagonismo vacío. Y es tan contraproducente que al final la nota termina siendo qué les dijo Sicilia a los candidatos y no los compromisos que éstos asumieron o dejaron de asumir con las víctimas. Son los reflejos del autoritarismo en un movimiento que pretende ser profundamente democrático, pero que no siempre cree en la democracia a la que sienten demasiado liberal para su compromiso militante.

Algo similar ocurre con el movimiento #YoSoy132. Luis González de Alba lo describió el lunes en forma excelente en su artículo en Milenio. Reclamar cadenas nacionales no es una actitud precisamente liberal y que busca darle peso y autonomía informativa a la sociedad: es imponerle algo, en este caso el debate o lo que sea. La cadena nacional era el método por excelencia del viejo régimen y lo es hoy de los Chávez y anexas y lo fue de las dictaduras de extrema derecha en todo el mundo. El derecho a la información, en última instancia, hay que reclamarlo a todos los actores políticos, comenzando por los que impulsaron, incluyendo en un papel protagónico, a López Obrador, la reforma de 2007 que le quitó a la sociedad su derecho a expresar sus puntos de vista y opiniones en los medios de comunicación electrónicos o a tener candidatos independientes. La manipulación informativa no se combate con cadenas nacionales sino con una mayor y verdadera apertura de los medios a base del acceso a los mismos: no se puede impulsar la apertura de los medios legislando para cerrarlos.

Y eso fue lo aprobado en la reforma de 2007 y se refrendó con la negativa de sacar una nueva reforma política para este proceso electoral.

En esa lógica se admite tanto el luchar contra una candidatura como el apoyarla. De lo que se trata es muy sencillo: se debe diferenciar la opinión de la información. Y eso el movimiento #YoSoy132 muchas veces no lo hace.

Finalmente y para mostrar una vez más esa contradicción, no deja de ser algo más que significativo que muchos de los mismos sectores y personajes que un día sí y otro también reclaman al sindicato de maestros y a Elba Esther Gordillo por frenar la educación en México, no digan una palabra e incluso se dejen apoyar política y electoralmente por los grupos de maestros de la llamada disidencia, del CNTE, que no trabajan ni educan, que tienen paralizada la educación en varios de los estados más pobres del país, como Oaxaca y Michoacán, y que se plantan en el Zócalo para exigir que no haya ningún tipo de evaluación de los maestros.

Son bastante peores que lo que dicen combatir.

mayo 29, 2012

Este 1ro de julio votarás por percepción o por razón


'Narciso' por Paco Calderón





No veas 24 horas porque oculta la verdad

Poncho Vera (@ponchovpof)
ponchov@exafm.com
La Crónica de hoy

Muchos piensan que cuestionar a los medios de comunicación en México es algo reciente pero no lo es. Es común vivir en el aquí y ahora, y pensar que si se está involucrado en un movimiento de creación reciente, no hay nada más.

Son muchos ejemplos del pasado. Lo que pasa es que antes no había redes sociales, y los temas no se ponían tan de moda. Por ejemplo, algunos piensan que ahora es la primera vez que se cuestiona en protestas de una manera directa a Televisa, no, por ejemplo, yo recuerdo claramente cuando en aquellas penosas elecciones de 1988, numerosos grupos de personas salían a las calles a promover un veto contra el noticiario más importante de aquellos días, 24 Horas.

“No veas 24 Horas porque oculta la verdad”, se gritaba, se escribía en pancartas, y se imprimía en calcomanías que se distribuían de la manera más masiva posible.

La queja generalizada dentro de grupos de inconformes con los medios, va en relación al control de la información.

Justificada inconformidad, que me imagino, tiene que ver con la imposibilidad de ejercer el derecho a la información que tenemos los ciudadanos en este país.

¿En verdad no existe derecho a la información en México?, no, sí existe, pero hay que saber ejercerlo, aprovecharlo.

Aunque, claro está, cada medio de comunicación no debe de ser tendencioso, es completamente lógico entender que los al ser éstos realizados por personas, la objetividad absoluta es imposible de conseguir, de hecho tal no existe. Lo que para un periodista resulta lo más importante del día, no lo es para todos, no puede serlo.

¿Cómo decidir, por ejemplo, qué es lo más relevante de un mitin político sin que entre la visión personal del profesional de los medios de comunicación?

Sí, claro, se debe de buscar interpretar que sería lo más relevante para la audiencia, para los lectores, pero eso no deja de tener una dosis de juicio individual, el cual no es para todos el mismo.

Por eso, hay opciones, y de ahí, la necesidad de que para estar realmente informados sea necesario tomar varias fuentes.

No podemos decirnos bien informados con únicamente leer un periódico, escuchar un programa de radio, o ver un noticiario televisivo.

Se requiere de un esfuerzo, de un análisis. Es parte de la pluralidad, que en este país existe.

Las respuestas

Macario Schettino (@macariomx)
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
El Universal

Comentábamos el jueves pasado acerca de las causas de la crisis global, porque aunque ha pasado ya tiempo, no parece convencerse todo mundo de que el origen de todo es un exceso de gasto. Pero una vez ocurrida la crisis, tampoco crea usted que todo mundo tiene la misma respuesta preparada

En una cosa, creo, sí había acuerdo. Inmediatamente, lo que había que hacer era evitar una quiebra generalizada del sistema financiero, o lo que es lo mismo, había que aportar los recursos necesarios para respaldar deudas que muy probablemente serían impagables. Eso hicieron los bancos centrales de todos los países desarrollados, empezando por la Fed, que inventó un par de billones de dólares (de doce ceros) para cubrir los huecos. Así como lo lee, se inventó dinero de la nada, igual que en México se inventó Fobaproa. Así se hacen los rescates bancarios.

Una vez evitada la catástrofe (algo que no se hizo bien en 1929), viene la segunda parte del asunto, que es en donde no hay acuerdo. Según unos, lo que se debe hacer es inyectar a la economía dinero para reducir en lo posible la caída de la demanda. Esta postura es la que se llama genéricamente “keynesiana” y que ha defendido todas las semanas Paul Krugman. La otra solución propone que los gobiernos vayan reduciendo su déficit para evitar más problemas, aunque eso pueda causar algunas dificultades en el corto plazo. Es la solución “austriaca”, que han defendido otros economistas menos famosos que Krugman.

La solución keynesiana, que el gobierno entre a sostener la demanda, incurriendo en un déficit, tiene su origen en un concepto de Keynes que se llama “multiplicador”. De acuerdo con esta idea, cada peso que el gobierno mete a la economía se convierte en varios pesos a través del consumo. Por ejemplo, digamos que el gobierno regala cien pesos a una persona que va pasando por la calle (no se ría, es una de las posibilidades). Esta persona va a usar esos cien pesos para, digamos, ir a comer. Va a comer y gasta 80 pesos, se queda con veinte. La señora de la fonda en la que comió tiene ahora 80 pesos, con los cuales va a comprar su recaudo para el día siguiente. Gasta 65 pesos, y se queda con quince. El señor de la tienda de abarrotes tiene ahora 65 pesos que no tenía, y puede con ellos pagar la luz, que no había pagado. Gasta 55 pesos y se queda con 10. La empresa de electricidad puede contratar ahora a alguien que vaya a limpiar las oficinas, a la que le paga 45 pesos, y así seguimos. Vea usted lo que ocurrió, los cien pesos son ahora 80 de la comida, 65 del recaudo, 55 de la luz, 45 de la limpieza, más lo que se quedó cada quien: 20 del primero, 15 de la señora, 10 del abarrotero, 10 de la compañía. La suma es grande: 80+65+55+45+20+15+10+10=300. Los cien pesos del gobierno se han multiplicado por tres, y eso que nada más los seguimos durante cuatro operaciones. Con los datos que le presentaba, el multiplicador es de 5, es decir, los cien pesos del gobierno acabarán convertidos en 500 pesos.

Por eso la propuesta de Keynes es tan popular con los gobiernos, porque les da un argumento para poder tener déficit. Si el gobierno tiene un déficit, digamos, de 1% del PIB, el efecto multiplicador lo convertirá en un crecimiento de la economía de 5%. Es tan atractivo este argumento que uno se pregunta por qué no los gobiernos tienen déficit de 20% anual y con ello duplican su economía cada año, ¿o no?

El problema es que este argumento no es correcto. Los cálculos que se han hecho en Estados Unidos para estimar el tamaño real del multiplicador concluyen que es, cuando mucho, de uno. Es decir, con suerte la economía recupera el dinero que el gobierno gastó de más, pero no siempre se logra.

Una de las razones por las que esto ocurre la planteó David Ricardo más de cien años antes de Keynes: cuando las personas ven que el gobierno se endeuda, se imaginan que tarde o temprano van a subir los impuestos, y al prevenirse de ello, el efecto del déficit en la economía desaparece. Esta idea de Ricardo fue replanteada en los años ochenta por Robert Barro (por eso se conoce como la hipótesis Ricardo-Barro). De acuerdo con esta versión, el efecto del déficit será de muy corto plazo, y rápidamente desparecerá. Hace unos días, el 10 de mayo, Barro publicó un artículo en The Wall Street Journal explicando por qué el estímulo económico en Estados Unidos no está teniendo resultado.

Para dejarlo más claro, déjeme regresar al famoso multiplicador. Le decía que, con los datos que planteaba, el multiplicador era de cinco. La razón es que este multiplicador es el inverso del porcentaje que ahorran las personas en la economía. Puesto que en mi ejemplo cada persona ahorraba 20%, el inverso de este número es precisamente 5. Si las personas ahorraran 50%, entonces el multiplicador sería de 2. Y aquí viene el problema. Si usted tiene una economía en donde las personas tienen deudas inmensas, que no van a poder pagar, y usted le regala dinero a estas personas, ¿qué van a hacer con él? Claro, pagar sus deudas, o ahorrar para hacerlo. Es decir, es muy probable que 100% de este dinero adicional que obtienen se quede detenido en la primera persona. En nuestro ejemplo, en lugar de ir a comer con los cien pesos recibidos, el señor corre al banco y adelanta un pago de su tarjeta de crédito. Si el ahorro de las personas es 100%, el multiplicador es 1.

La hipótesis de Ricardo-Barro no depende de la deuda, sino de que la población, cuando ve que el déficit se incrementa, supone que le van a cobrar más impuestos, y empieza a guardar para ello, con el mismo resultado del párrafo anterior. Así, el “estímulo fiscal” tiene un impacto durante unos meses, y luego deja de tenerlo. En pocas palabras, la idea de que el gobierno puede impulsar la economía mediante un déficit es equivocada. Pero es una idea atractiva, y por eso no desaparece.

Cuando los opinadores insisten en que para recuperar las economías hay que olvidarse de la austeridad, son apoyados por millones de personas que quisieran tener más dinero. Pero es una idea equivocada, que sólo aumenta el sufrimiento, conforme las deudas crecen, y por lo mismo se encarecen. Pero decirle a la población que no hay otra solución que trabajar más y comer menos, es indudablemente poco popular. Ni modo.

PAN: sin vocación de poder

María Amparo Casar
Reforma

Curioso fenómeno el del PAN. A juzgar por su comportamiento en estas elecciones, habría que definirlo como un partido sin vocación de poder.

Fue el único que se embarcó en una selección interna para definir a su candidato a la Presidencia. Josefina Vázquez Mota ganó a la buena la candidatura. No era la favorita del Presidente. Los funcionarios públicos que ocupaban una cartera y en sus tiempos libres hacían política partidaria se volcaron a favor de Ernesto Cordero. No recibió el apoyo de los gobernadores del PAN que en su mayoría operaron a favor del candidato del Presidente. Otro tanto puede decirse de la burocracia nacional del partido que tampoco estuvo con ella. Presidente, gobernadores y Comité Ejecutivo optaron por poner la estructura y recursos al servicio de otro candidato. A pesar de ello la hoy candidata de Acción Nacional ganó en una campaña interna que aunque no exenta de irregularidades tuvo la virtud de que arrojó a una clara ganadora y de que los perdedores reconocieran su triunfo de manera inmediata.

Sucesos como este ocurren en muchas democracias en las que, porque así lo obliga la ley o por decisión propia, seleccionan a los candidatos a puestos de representación a través de procesos de elección entre su militancia. Las contiendas internas suelen ser encarnizadas y es perfectamente normal y legítimo que se expresen las preferencias y apoyos de los órganos de dirección de un partido y de los militantes por un candidato u otro.

Lo que no suele ocurrir es que una vez concluido el proceso de selección interna el candidato triunfador sea abandonado a su suerte o que reciba apoyos que en el mejor de los casos se pueden calificar de exiguos. Eso es precisamente lo que, a diferencia de otras experiencias internacionales o nacionales, vemos en el PAN de hoy.

Santiago Creel, el candidato preferido por Fox para ocupar la candidatura presidencial, perdió las internas del partido. Contra los pronósticos iniciales, Calderón se alzó con el triunfo. De manera inmediata y como era natural en una organización política que buscaba preservar el poder, todo el partido incluidos el Presidente, el candidato perdedor, los gobernadores, las estructuras territoriales y la dirigencia nacional se alinearon detrás de Calderón. El candidato contó con toda la autonomía necesaria en sus decisiones de campaña y conformó su propio equipo pero el resto de los militantes y sobre todo la élite dirigente se pusieron a su servicio. Con una fuerte desventaja frente a su más cercano competidor pero con toda la fuerza del partido Calderón terminó ganando las elecciones.

Las cosas en 2012 cambiaron. Como en la época de Fox, Calderón tuvo un favorito. Como entonces, ese favorito perdió. Como en aquel tiempo, el perdedor reconoció su derrota. Pero aquí terminan las similitudes. El reconocimiento del triunfo de la candidata del PAN no se tradujo en un apoyo ya no se diga incondicional sino tan solo lógico. Lo menos que se hubiese esperado de su partido, incluidos el Presidente, la dirigencia nacional y los gobernadores, hubiera sido una alineación detrás de quien resultó vencedora. No fue así. La porción del partido que no estuvo con ella se limitó a dejarla pasar, pero ni se resignó, ni se reconvirtió, ni se alineó detrás de su abanderada. La dejó a sus aires arriesgando una derrota.

A uno le enseñaron que el principal objetivo de un partido era obtener o mantener el poder, pero al PAN no parece quedarle claro. O Acción Nacional es un caso anómalo y no tiene esa vocación o decidió que se siente más cómodo en su papel de oposición o se tragó la píldora de que hay ventajas irremontables.

Es cierto que la mayoría de las variables del triunfo electoral están del lado de Peña Nieto y el PRI: más dinero, más medios, más estructura, más gobernadores, mejor equipo de campaña. Pero sobre todo tienen todas estas cosas alineadas a un solo objetivo: el triunfo de su candidato.

En términos objetivos el PAN está en una posición menos ventajosa. Pero tampoco está manco: tiene al Ejecutivo federal y solo o en coalición a 9 estados entre los que se encuentran 3 de los de mayor padrón electoral; su estructura partidaria cubre prácticamente todo el territorio y después del PRI es el partido con mayores recursos y acceso a medios. Lo que no tiene es unidad de propósito y, en procesos electorales, la unidad se expresa en torno al candidato y el propósito en torno al triunfo.

Quedan 30 días de campaña, en muchos países democráticos ésta es la duración total de las campañas, la interrogante es si el parque que necesita su candidata va a llegar.

El protagonismo de Sicilia

Francisco Garfias (@panchogarfias)
www.elarsenal.net
Arsenal
Excélsior

La nota la dio Sicilia con López Obrador. Lo llamó autoritario, mentiroso, resentido, mesiánico, intolerante...

Javier Sicilia repartió besos —AMLO no se dejó— y regaños. Pontificó, juzgó, cuestionó, descalificó a los candidatos presidenciales a los que convocó a “dialogar” en el Alcázar de Chapultepec. Era, al mismo tiempo, abogado, fiscal y juez.

A sus seguidores les gustó el tono. “Les dijo sus verdades a los cuatro”, repitieron en las redes sociales. Otros se preguntaron: “¿Quién lo nombró representante del pueblo?” Yo confirmé lo que vi alguna vez en el Congreso, cuando le gritó al diputado del PVEM Pablo Escudero, yerno de Manlio, en el Palacio Legislativo de San Lázaro: Perdió piso.

La nota la dio Sicilia con López Obrador. Fue la más leída en algunos portales. Lo llamó autoritario, mentiroso, resentido, mesiánico, intolerante, cómplice de represores y algunas linduras más. Le sacó a relucir su alianza con Manuel Bartlett, el mismito al que se le cayó el sistema.

El Peje le reviró: “No me pueden meter en el mismo costal. No soy nada de eso que tú mencionas. No hay soberbia, yo me formé de otra manera, no soy un político mentiroso, corrupto. Llevo 35 años luchando por mis ideales, por mis principios”.

Al terminar el turno del tabasqueño, el poeta lo acompañó hasta la salida del Alcázar. Lo hizo con todos. Tomó su tiempo. El equipo de campaña de Andrés asegura que uno de sus asistentes del poeta lo previno. “‘Javier, ya está listo Gabriel (Quadri)’. Con el brazo le dijo que se esperara”, asegura la fuente.

Los camarógrafos se quedaron con ganas de grabar “el beso al mesías.” Nomás no se produjo. López Obrador explicó, después, por qué se resistió a Sicilia. “A veces, por estas imágenes se pierde lo sustancial. Sicilia no lo hace con propósitos propagandísticos. No es un frívolo, pero no quiero presentarme así”, le dijo a Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula.

A Peña lo trató de emisario de un pasado de corrupción. Abonó a Ulises Ruiz, Mario Marín, Arturo Montiel a la cuenta del candidato del PRI. Equilibró con el clásico beso con el que recibió al priista.

Sicilia dejó a Trinidad Ramírez, de Atenco, las palabras más duras contra el priista.

“El dolor de nuestros pueblos es para ti un trofeo. El 3 y 4 de mayo de 2006 tú ordenaste un operativo contra nuestro pueblo. La violencia la provocó tu gobierno. Fue una venganza tuya. ”, dijo la esposa de Ignacio del Valle, dirigente del Movimiento en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco.

El priista repitió lo que ha venido diciendo sobre el caso: “Soy el primero en reconocer los excesos, atendí las recomendaciones de la CNDH”. Dijo que este caso le dejó la lección de que el uso de la fuerza debe estar basado en protocolos.

Josefina fue la primera en llegar al Alcázar. De los cuatro candidatos es la más cercana al poeta. Aun así, Sicilia le reprochó que los gobiernos del PAN hayan convertido a México en un camposanto, pero también que no haya limpiado a su partido. Le reconoció, eso sí, su honestidad. Fue la menos regañada.

Ella pidió perdón a las víctimas por el clima de inseguridad. Más tarde, en su cuenta de Twitter, la candidata del PAN agradeció a Sicilia la oportunidad de compartir sus propuestas para una paz con justicia y dignidad.

Le pedimos un comentario a Santiago Creel, quien acompañó a la candidata del PAN al Castillo de Chapultepec. “El discurso fue duro, el trato personal, afable”, sintetizó.

En las redes le tundieron al poeta. “¿Quien nombró a Javier Sicilia representante del pueblo?”, preguntó @BG_Diego. Otros lo acusaban de incoherente, de judas, de erigirse en la conciencia nacional…. @Pueblapeje de plano le reclamó: “Oye, te portaste grosero con López Obrador, ¿sólo porque no aceptó beso? Pues sé feliz con EPN.” Y @visionciudadano: “Les hablaron duro y le siguen dando protagonismo al poeta”.

En el IFE recibieron con beneplácito la anunciada decisión de Emilio Azcárraga de transmitir el segundo debate entre los candidatos presidenciales por el Canal de las Estrellas. El mero mero de Televisa

Marco Baños, consejero del IFE, integrante de la comisión para los debates, saludó el gesto. “Es una buena noticia para el desarrollo del proceso. Muy saludable, el Canal 2 es el de mayor cobertura. Hay que destacar que lo hace de manera voluntaria. Espero que TV Azteca tome una decisión similar”, nos dijo.

Fernando Balaunzarán, ex dirigente del CEU, se hizo eco de la afirmación que se repitió con insistencia: “Es un triunfo del movimiento #YoSoy132”.

Casi simultáneamente, representantes de ese movimiento estudiantil llegaron al IFE y a la Secretaría de Gobernación para entregar un documento en el que solicitan cadena nacional para la transmisión del segundo debate entre presidenciales, a celebrarse en Guadalajara el próximo 10 de junio. “Es un proceso electoral de trascendencia nacional para todos los ciudadanos”.

Rudeza necesaria

León Krauze (@Leon_Krauze)
leon@wradio.com.mx
Epicentro
Milenio

De la mano del incipiente movimiento estudiantil, las campañas del PRD y el PAN han despertado para comenzar una serie de ataques contra Enrique Peña Nieto. Los simpatizantes de López Obrador llevaron la campaña al mismísimo Tlatelolco, donde trataron de vincular con mayor claridad el movimiento universitario con el candidato de la izquierda. Diversos actores afines al lopezobradorismo se han adueñado con éxito de las redes sociales. A tal grado han hecho suyos los trending topics de Twitter que ya es posible decir que esa batalla, la del universo de la comunicación horizontal, la ha ganado López Obrador. Escritores, músicos, actores y periodistas (algunos colegas debutando en un poco ortodoxo papel de proselitistas), han comenzado a advertir de los “riesgos” que implicaría, de acuerdo con su lectura, el regreso del PRI a Los Pinos. Académicos afines al proyecto de izquierda ya aprovechan foros internacionales para explicar por qué, en su opinión, el candidato del PRI representa “el viejo México, de poder corrupto y privilegios”. John Ackerman, conocido columnista de La Jornada y Proceso, publicó la semana pasada un texto en Los Angeles Times que resultó muy popular. En él, Ackerman opina que “la versión mexicana del politburó soviético está listo para regresar” para luego asegurar que Peña Nieto es “un lobo con piel de oveja” cuya “sonrisa telegénica” sólo esconde sus vínculos con el pasado priista. “Peña Nieto amenaza con traer de vuelta los modos autoritarios del pasado”, remata Ackerman. El artículo se llama —dígame si le suena conocido— “El peligro del PRI para México”. Lo mismo ha hecho Josefina Vázquez Mota, que ha comenzado una serie de anuncios en distintos medios atacando al puntero. En suma, perredistas y panistas (y gente cercana a dichos proyectos) han echado a andar, finalmente, una campaña negativa contra el candidato que ocupa la delantera, recurriendo al PRI y su historia para tratar de erosionar la ventaja de Peña Nieto.

Todo esto es completamente natural (y deseable) en una democracia sana. Lo sorprendente es que nos impresione que haya marchas contra el puntero, que jóvenes le armen alharaca en una universidad (y en plazas, y en conferencias), que voces varias traten de explicar por qué el candidato sería un riesgo para el país. También es normal que actores diversos de la sociedad manifiesten su predilección por un candidato o su rechazo a otro (es menos común que periodistas olviden la imparcialidad indispensable del oficio para hacer proselitismo, pero en fin). En 2008, en Estados Unidos, Barack Obama se benefició enormemente del apoyo abierto e intenso de Oprah Winfrey, la reina de la televisión matutina. Nadie se quejó de que Oprah fuera parcial; nadie la acusó de usar su prestigio y su espacio para hacer patente su respaldo a un candidato y un proyecto. No tiene nada de malo. Tampoco tienen nada de raro las campañas negativas. Es más: los estudiantes deberían poder recaudar fondos y comprar tiempo para anunciarse en medios, pero como eso lo prohibió la muy “equitativa” reforma electoral, pues no es posible. Y deberían porque todo ello es parte de una democracia. Una democracia ruda, sí. Pero no sucia, ni desleal. Es rudeza necesaria porque, entre muchas otras cosas, revela el carácter del puntero.

Por lo pronto, me alegra que, a diferencia de 2006, los distintos actores políticos tomen con cierta naturalidad este devenir de la democracia electoral. El propio Enrique Peña Nieto, antes que indignarse o decirse perseguido, ha dicho que valora y (va de nuevo la palabrita) “respeta” las protestas en su contra. Hace bien. Lo que un candidato tiene que hacer cuando las cosas se ponen rudas no es quejarse y denunciar una supuesta y corrupta guerra sucia en su contra, sino apretar el paso y responder con inteligencia. Está por verse qué hará Peña Nieto con los 30 días que le restan. No serán fáciles. Por lo pronto ha resistido la tentación de confundir a la opinión pública. No sobra decir que, si Andrés Manuel López Obrador hubiera reaccionado con esa misma naturalidad después de la durísima (pero también enteramente normal) campaña del 2006, este sexenio habría sido muy distinto. Todo esto —esta rudeza necesaria, esta campaña negativa— es normal en 2012 y lo era también hace seis años.

mayo 28, 2012

País deslindado

Gabriel Guerra Castellanos (@gabrielguerrac)
Internacionalista
gguerra@gcya.net
El Universal

Yo me deslindo, tú te deslindas, ellos y ellas se deslindan… Todo México parece cautivado por esta palabrita que tenía hasta hace poco más usos agrícolas. Pero es tal el estado de nuestras campañas que candidatos y partidos se preocupan más por separarse de sus militantes incómodos y menos por buscar adherentes, muchos de ellos, hay que decirlo, igual de espinosos.

No hay partido que no tenga en sus filas o entre sus candidatos a personajes no aptos para todo público. El PRI lleva por supuesto la delantera, pero no sé si por los años que lleva en el poder o porque tenga alguna predilección por ese tipo de individuos. Yo hace mucho tiempo dejé de creer en que un solo partido en México tenga el monopolio de la corrupción o la ineficiencia, y más bien me inclino a pensar que todos comparten las características del sistema que los parió. Y no hay más que verlos: desde el negocio farmacéutico familiar de uno a la propiedad privada de otro, en lo que a los pequeños toca, pasando por los grandes pecados de los otros dos grandes partidos, o partidos grandes: no hay a cuál irle.

Yo comparto la indignación de muchísimos ciudadanos que ven todos los días nuevos ejemplos de cinismo político, y cuya única arma de defensa, el voto, puede ser esgrimida apenas cada tres o seis años, según sea el caso. Nos indignan por igual los casos flagrantes de corrupción que los de ineptitud o ineficiencia, de dolo o pereza en el quehacer público.

Lejos de mi pensar, como Kant, que todos los males son moralmente iguales, obviamente no hay comparación entre la negligencia criminal que lleva a una tragedia como la de la guardería ABC —y a la impunidad que la ha acompañado que, por decir algo— a la ineptitud de quien debería ver por las fugas de agua o la recolección de basura. Pero tienen algo en común: indiferencia, irresponsabilidad y la más absoluta falta de consecuencias: un país donde las probabilidades de pagar por una falta u omisión en el servicio público, o por un delito, son mínimas y las penas casi siempre irrisorias.

Con todas las críticas que se puedan enderezar a la mal llamada “guerra” contra el crimen organizado, yo vi en ese intento por enfrentar a las bandas criminales un acierto, el de tratar de acabar de una vez por todas con la impunidad rampante que tanto afecta a México. Mi idea no era tan ingenua como hoy podría parecer: si el gobierno estaba dispuesto a encarar a los cárteles todopoderosos, la señal para el resto del país, de la sociedad, de los políticos sería inconfundible. No más impunidad, para nadie.

Lamentablemente el mensaje cayó en oídos sordos, en parte porque así les convenía y en parte porque los supuestos aliados del Presidente en su propio partido decidieron que era buena idea politizar el combate al narcotráfico para sacar ventaja electoral. Con eso, la decisión más valiente tomada en Los Pinos se volvió para algunos herramienta de campaña y para sus opositores en blanco legítimo de sus contraataques. Más allá de los muchos tinos y yerros, cuando se le juzgue objetivamente se verá que volverlo instrumento propagandístico resultó contraproducente, agraviante para la sociedad y para quienes están metidos hasta las rodillas en las trincheras.

Pero me desvío del tema original, que es el de los deslindes. Está hoy de moda el verbo porque los candidatos a la Presidencia lo practican a diario: el del PRI tiene para aventar para arriba con Moreira, Romero Deschamps o Yarrington, pero en el PAN no cantan mal las rancheras, trátese del alcalde de los quesos o de los hijos de Marta Sahagún, por sólo mencionar dos casos “frescos”. En la izquierda no conozco a nadie serio que cuestione la integridad personal de su candidato, pero sí la de muchos de sus compañeros de viaje, siendo Agúndez y Bejarano los dos primeros en el abecedario. De los pequeños para qué hablar: a los anuncios de uno les toca rechifla en los cines, al del otro los agobia la maestra sin cariño.

Todos creen que deslindarse es fácil, pero no se dan cuenta de que sin consecuencias gana la impunidad. Ya pasó, hace mucho, el tiempo de los discursos. Quien quiera deslindarse que lo haga en el sentido original de la palabra: que pinte su raya, ponga su cerca, y deje del otro lado, fuera, a los malandrines y a los pillos.

Todo lo demás es puro rollo.

Redes, plazas y autoengaños

Jesús Silva-Herzog Márquez (@jshm00)
Reforma

Las movilizaciones estudiantiles de los últimos días han sorprendido a todos. Nadie pudo haber anticipado la irrupción de miles de jóvenes que toman las calles para interpelar a la clase política (en particular al PRI) y a los medios (especialmente a Televisa). Dos impulsos cívicos han animado las protestas recientes: reivindicar el derecho a la discrepancia y reclamar veracidad a los medios. Ejercicio de la crítica y exigencia de verdad.

No es claro que las manifestaciones vayan a tener un impacto electoral decisivo. Nuestra experiencia aconsejaría separar el entusiasmo de las concentraciones públicas de la fría aritmética de los votos. El activismo escenifica las intensidades de la opinión pública pero no la sintetiza. Expresa bien el engranaje de las maquinarias partidistas o la pasión política, pero no es abreviatura del universo electoral. Quienes llenan la plaza se convencen fácilmente de que ahí se expresa la nación verdadera, que las consignas que repiten son la voluntad popular, que la solidaridad descubierta en la festividad de la política tiene la fuerza de cambiar la historia. No suele ser así. La urna suele refutar a la plaza. No digo que las concentraciones juveniles que hemos visto en estos días sean irrelevantes, que sean una simple anécdota. Por el contrario, creo que las movilizaciones recientes ya han tenido un impacto relevante en la contienda electoral. Han puesto al candidato puntero y a su partido a la defensiva y han elevado la exigencia pública a la cobertura política de los medios. Dos conquistas extraordinariamente valiosas que cuentan, sobre todo, como advertencia, más allá del 1o. de julio. La agilidad organizativa de estos días es anticipo de lo que podría activarse en el futuro inmediato, si se dan los abusos temidos.

Es de celebrar que una nueva generación se involucre en la política y haga oír su voz. No será fácil la conservación del ímpetu, tras la primera descarga emotiva, tras el descubrimiento de la calle y el hallazgo de las adhesiones. El camino por delante será mucho más difícil, si es que existe. Será necesario transformar los rechazos en algún tipo de afirmación, sobre todo en tiempos de elecciones. El movimiento juvenil podría convertirse en el impulsor social del voto útil contra el PRI, si abandona el falso discurso del apartidismo. Lo que unió a este grupo heterogéneo fue, precisamente, el rechazo al candidato del PRI. Si ésa es la coincidencia, ahí puede estar la segunda etapa del movimiento.

Pero si hay mucho que celebrar de esa rebeldía cívica hay también rasgos inquietantes que no creo que deban ser pasados por alto por adulación a los "muchachos". Decir que las manifestaciones son la semilla de una organización que podría transformar la vida democrática del país me parece absurdo o, por lo menos, prematuro. Se trata de una nueva muestra de la decepción democrática, una exhibición contundente de la distancia entre el régimen y la sociedad, particularmente entre el sistema político y las nuevas generaciones. Como denuncia, las manifestaciones son elocuentes. Me preocupa ver que los manifestantes tropiezan con trampas viejas. La razón conspiratoria es la reina de su retórica: los poderosos se han puesto de acuerdo y nos impondrán al candidato que nadie quiere. Los perversos tienen el control de los medios, las encuestas y las instituciones electorales. Se cree así que el candidato que ellos repudian carece de respaldos reales y es un simple invento de la televisión al que nadie apoya. Las encuestas son, en consecuencia, una farsa, una mentira. Las redes y las plazas parecen más convincentes que los estudios de opinión. Las casas encuestadoras (las mismas que dieron la candidatura a Andrés Manuel López Obrador y que muestran la ventaja del PRD en el Distrito Federal) son una patraña. ¿Cómo me dicen que Peña Nieto va arriba si ninguno de mis amigos va a votar por él? ¿Cómo se atreven a decirnos que al candidato del PRI no le ha pegado la movilización estudiantil si de todo lo que se habla en la red es del repudio a él? Redes y plazas pueden ser rincones del autoengaño. Creer que no hay más mundo que el que uno ve.

La lógica de la conspiración termina por aceptar la idea de que estamos en vísperas de la "imposición". El próximo presidente de México será impuesto por los poderes fácticos, se dice y se corea. Lo ha sugerido muchas veces el candidato de la izquierda y parece que su versión encuentra eco en los jóvenes que se han manifestado recientemente en las calles. "Si hay imposición habrá revolución", se escuchaba en una de las concentraciones recientes. La democracia mexicana tendrá muchos defectos y tiene muchas tareas pendientes pero instauró el mecanismo para elegir gobernantes a través del voto. Si Enrique Peña Nieto gana las elecciones será porque tuvo más votos que sus contrincantes, no porque lo impuso una televisora.

No les creo

Víctor Beltri (@vbeltri)
Analista políticocontacto@victorbeltri.com
Excélsior

Todos los días podemos ver, en las noticias, la crónica de alguno de los eventos en los que participan los candidatos presidenciales. Es perfectamente natural, y signo de una democracia sana, que quienes aspiran a gobernar expliquen sus propuestas ante diferentes auditorios. Así, los hemos visto en una gran cantidad de foros, a los que llegan, dirigen un discurso, responden algunas preguntas y son aplaudidos o abucheados, según sea el caso. En el caso de que coincidan sus presentaciones en el mismo evento, unos minutos más tarde subirá al escenario el siguiente candidato y la rutina se repetirá.

La nota de prensa, normalmente, destaca algún comentario hecho por los candidatos, especialmente si hace alusiones a terceros. La respuesta, atinada o no, a una pregunta incómoda. El clima creado por la audiencia, sobre todo si hay muestras de repudio. Mientras más exacerbadas, mejor: el apoyo se da por sentado, y no es noticia. Ver al candidato perder la compostura siempre será más atractivo que publicar fotos llenas de sonrisas y actitudes triunfalistas.

Algunas veces se da cuenta, también, de lo que ocurre tras bambalinas. La logística de llegada y retirada de los candidatos, siempre entre un fuerte dispositivo de seguridad. Y más allá de lo anecdótico, hay una constante en estos eventos: los equipos de cada uno se coordinan con los organizadores para evitar, a toda costa, que los candidatos coincidan en algún momento. Los hacen esperar en salones separados, toman ascensores distintos, utilizan otras entradas. Los tiempos están perfectamente planeados para que no puedan cruzar una sola palabra.

Los candidatos no hablan entre sí. No intercambian ideas. Cuando coinciden, como tuvieron que hacerlo en el debate anterior, no tienen un diálogo real sino hasta que están obligados a hacerlo. Y entonces, como lo vimos, son discursos preparados, datos y cifras elegidos para hacer trastabillar al contrario, gráficos de estadísticas y fotografías que están planeados para sacar al oponente del punto de equilibrio, con la esperanza de que el impacto sea tal que pueda reflejarse en las encuestas al día siguiente.

Estos son los candidatos que, en el discurso, son incluyentes y proponen reconocer las ideas del otro, formar gobiernos de coalición o extender su mano franca. ¿Cómo podemos creerles, si no dialogan? ¿Cómo confiar en su disposición para gobernar para todos los mexicanos, si en los hechos se demuestran más enemigos que adversarios? ¿Cómo creer que van a reconocer el triunfo de quien ni siquiera están dispuestos a voltear a ver?

El encono, la rivalidad insana y desmedida, el afán de negar la existencia del otro, está entre nosotros. Lo demuestra la actitud de los contendientes y de sus seguidores. Desde las redes sociales, que de instrumento valiosísimo de comunicación se han convertido en una tribuna más, llena de insultos y descalificaciones, hasta los medios de comunicación en donde una narrativa llena de absolutismos y generalizaciones trata de hacer ver al ciudadano que no hay sino una opción, aquella con la que comulgue el opinador de turno. La arenga política llega hasta el ciudadano de la calle, que de elector reflexivo se convierte en creyente fervoroso e intransigente. Y poco a poco, la división sigue haciendo presa de la sociedad entera.

Es increíble que existan marchas y manifestaciones públicas en contra de personas determinadas. Increíble y preocupante. Lo vivimos ya cuando a López Obrador se le etiquetó, con toda ruindad, como un peligro para México. Cuando la lucha en contra del crimen organizado, y sus consecuentes víctimas, se convirtió en la guerra y los muertos de Calderón. Cuando se promueve una marcha antiPeña Nieto. Hemos pasado del debate de las ideas al señalamiento personal. Y esto, lamentablemente, puede ser el pretexto perfecto para señalar en el futuro a grupos que actúan de buena fe y con la mejor intención de transformar el país, como los estudiantes que en las últimas semanas se han manifestado y que, por lo demás, aportan un elemento valiosísimo de reflexión y acción por una causa justa.

México es un país enorme, en términos de población, de territorio, y de diversidad cultural. Enfrentamos problemas acuciantes que, como ha quedado demostrado, no pueden ser resueltos con una visión única y mucho menos centralista. Tenemos que ser capaces de dialogar, de encontrar las soluciones que puedan aplicarse, con una visión amplia y de conjunto, a las particularidades de cada región y grupo social.

¿Qué hace falta para que esto cambie? No mucho, en realidad, pero en términos prácticos es imposible, dadas las condiciones actuales. El primer paso es darnos cuenta, comenzando por los propios candidatos a la Presidencia, de que en democracia, como ha sido repetido hasta el hartazgo, nadie gana ni pierde de manera absoluta. Quien sea el ganador debe de ser capaz de sentarse a dialogar con los perdedores, e integrar lo valioso de las demás propuestas en sus propias políticas públicas. La elección está cada vez más cercana, y sería catastrófico que el primero de julio se encontraran cuatro enemigos en vez de cuatro contrincantes. Así, no sería de extrañar que el conflicto postelectoral, que muchos comenzamos a advertir, rebasara por mucho el de 2006, mismo que no acabamos de superar.

El juego de las no coincidencias en los actos públicos es extremadamente simbólico de lo que ocurre en el terreno de las ideas y de la disposición al diálogo. El día en que los contrincantes sean capaces de encontrarse en cualquier lado, estrecharse la mano y desearse mutuamente lo mejor, sabremos que nuestra democracia ha madurado y pasado de la lucha descarnada por el poder a un estado superior, de competencia leal. Y más aún, el día en que los contrincantes se procuren y dialoguen, buscando puntos de acuerdo y acordando políticas públicas para el futuro inmediato, podremos creer en la inclusión de las ideas, gobiernos de coalición y extensiones de mano franca. Mientras tanto, y según se sigan evitando en los ascensores, señores candidatos, en lo personal no les creo.

Bienvenidos al amparo, jóvenes

Luis González de Alba
La Calle
Milenio

He leído y releído el pliego petitorio de la Marcha #YoSoy132. Y sigo sin saber qué exigen en concreto… con-cre-ti-to, gritábamos en el 68 a quien divagara en sesiones del CNH. “Hoy los jóvenes hemos encendido una luz”… aplauso. “Los jóvenes decidimos.” Desacuerdo. Decidimos todos los que somos ciudadanos en México, de los 18 años en adelante.

Es común en los jóvenes lanzar su juventud como presentación y argumento demoledor. La edad es un número, y hay de todo en cada segmento de edad: en Veracruz fue detenido un joven de 16 años, confesó haber asesinado a dos marinos y que mataba y descuartizaba a sus víctimas a mordiscos. Perdió la cuenta, pero todo lo grababa en su celular para posterior goce y jactancia ante los cuates. Su guardaespaldas tiene 12 años. La edad no garantiza nada: ni sabiduría en los viejos ni “valentía e integridad” en jóvenes. Mal comienza quien hace suyo ese mito dorado.

Exigen “Libertad de expresión y derecho a la información de los mexicanos”. Totalmente de acuerdo. Coincide con el amparo que interpusimos un grupo no tan joven y con varios viejos contra los muros levantados por los partidos para darse el monopolio de las candidaturas, las llaves del reino. Luego, subieron su contrarreforma a la Constitución. Así, por ejemplo, no puede un juez aceptar un amparo que acuse de inconstitucional la negación a que un ciudadano sea candidato sin que lo inscriba algún partido.

Después mencionan que son apartidistas, pero sus marchas han sido convocadas contra el candidato de un partido, Peña Nieto del PRI. “En esencia, este movimiento busca la democratización de los medios de comunicación, con la finalidad de garantizar información transparente, plural e imparcial…” Muchachos: eso es una tontería: en la prensa todos tenemos preferencias y las manifestamos como parte de nuestra libertad de expresión, la misma que ustedes dicen defender. “Exigimos someter a concurso producciones para canales…” Ahora sí mi desacuerdo es absoluto: el socialismo real cayó por tratar de imponer línea a economía, cine, teatro, tv, prensa y pintura. Superan al PRI y su Dirección de RTC. Volvemos a los tiempos de Margarita López Portillo que ustedes no pueden recordar porque no habían nacido, pero resultaron tan funestos como el arte discutido por los comisarios políticos en la URSS y sus satélites.

“Exigimos abrir el debate entre los jóvenes y los medios de comunicación sobre las demandas aquí expuestas”. Todavía ni yo con relecturas sé cuáles son “las demandas aquí expuestas”. Y no veo por qué el límite sea la juventud… ¿Hasta qué edad… de 27 ya no? ¿Le negarán el micrófono a quien, con 16 años les gana en juventud, y descuartizó sus víctimas a mordiscos? ¿Él no está invitado? ¿Por qué no? ¿Quién decide?

Luego reviven otro engendro del PRI: las cadenas nacionales. En este caso, para el segundo debate… “como forma de garantizar el derecho de elegir ver o no (ver)…” La forma de garantizar la libre elección es, diría el siempre citable Perogrullo, garantizando la libre elección: que la gente que quiera volver a sufrir con Chepina la vea, y quien desee ver Discovery o la final de tenis en Uganda, también. Creo que a ustedes tampoco les ha llegado el telegrama que avisó la caída del Muro de Berlín que por idéntica unanimidad patriótica impuesta para bien del pueblo y salud mental de los trabajadores, cayó en noviembre de 1989.

Otra novedad de estos ahora jóvenes es que no se manifiestan contra un dictador con 40 años en el poder, o contra leyes que permitían, hasta 1971, encarcelar opositores, sino contra un candidato en campaña por la Presidencia. Hasta donde sé, en el mundo entero ocurre que sencillamente pierde porque los votantes no lo eligen. A veces gana. Punto final.

CULPA. En Tlatelolco, López Obrador se conmovió hasta las lágrimas. Eso fue hace una semana, en este 2012. Cuando sólo habían transcurrido un par de años de la masacre del 2 de octubre, y gobernaba Luis Echeverría, muy probable autor de esa trampa mortal, un López Obrador de 17 años solicitó su ingreso... al PRI. Subió rápido a presidente del PRI-Tabasco.

Pregunta con dolo: ¿Por qué lo hiciste, Andrés Manuel? Tenías el Partido Comunista, aunque clandestino. ¿Por qué te afiliaste al PRI a dos años de Tlatelolco y con más de 600 presos políticos? Los muertos y heridos el 10 de junio de 1971, ¿tampoco fueron suficientes para dejar el PRI?

QUADRI. Todo voto por Quadri remacha el partido de Elba Esther. No se lo des.

Novedad: Agápi mu (Amor mío) en eBook: http://www.amazon.com/dp/B007LX0TPU

mayo 27, 2012

Un partido para los jóvenes

Enrique Krauze (@EnriqueKrauze)
Reforma

Para Jaime Grabinsky.

Los jóvenes piensan por sí mismos y actúan por sí mismos. Así debe ser, pero quizá les convenga no escucharse sólo a sí mismos. Por eso hace unos días les sugerí (a través de su medio natural, el Twitter) que trabajaran en la fundación de un nuevo partido político. No fue una ocurrencia: es una idea con sustento histórico y lógica política.

En México ha habido movimientos estudiantiles desde tiempos de la Colonia. Muy pocos trascen- dieron a su momento. Hacia 1885, los estudiantes se opusieron al oneroso pago de la deuda inglesa.

A principios del siglo XX, los jóvenes anarquistas denunciaron la muerte de la Constitución, y en 1911 los liberales aclamaron a Madero. Quizá el primer movimiento de relevancia fue el vasconcelista.

Lo integraban los jóvenes indignados que en 1929 conquistaron la autonomía universitaria. Su objetivo era derrotar en las urnas a los generales sonorenses y llevar al poder a un caudillo cultural, el educador y filósofo José Vasconcelos. Al ver la efervescencia estudiantil, Manuel Gómez Morin (quien rebasaba apenas los treinta años de edad) advirtió a Vasconcelos sobre el riesgo de sacrificar una generación en el altar de su propio liderazgo personalista (su "dictadura apostólica", le llamó). Era preferible crear una organización política permanente. Tras la previsible derrota, el movimiento se esfumó como una burbuja. La mayoría de sus miembros abandonaron el ideal democrático y abrazaron el comunismo, el fascismo o la burocracia gris y corrupta. La frustración llevó a algunos al alcoholismo y aun al suicidio. Habían perdido la oportunidad de vertebrar una institución propia, que perdurara.

El siguiente gran movimiento estudiantil fue, por supuesto, el de 1968. Participé en él como alumno de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. En el cenit del poderoso sistema político mexicano, bajo un presidente autoritario y paranoico, manifestarse en las calles podía costar la vida. Y muchos compañeros nuestros pagaron con sus vidas esas libertades que ahora son normales. El movimiento fue un precursor de la democracia mexicana pero el destino de muchos líderes fue triste y en algunos casos trágico. La historia habría sido distinta si hubiéramos escuchado las voces que simpatizaban con nosotros pero que, pidiéndonos reflexión y sensatez, nos sugerían formas cívicas para hacer que perdurara nuestro movimiento. La alternativa de formar un partido político era viable, a mediano plazo. En 1971, al salir de la cárcel, Heberto Castillo trabajó infructuosamente en ese sentido. De haber secundado su proyecto, los jóvenes que no creían en la vía violenta habrían contado con un partido de izquierda independiente mucho antes de la fundación del PRD.

Las circunstancias actuales son muy distintas. A diferencia de 1929 y 1968, México es ya -con todos sus grandes defectos- una democracia, y los jóvenes deben ser los primeros garantes de que el orden democrático se consolide en un clima político de civilidad y tolerancia. En 1929 gobernaban los militares y en 1968 mandaba Díaz Ordaz. Hoy hay una presidencia acotada. Existen tres sólidos partidos políticos y los jóvenes del movimiento actual podrán legítimamente inclinarse por el candidato de su preferencia (muchos, según han manifestado, lo harán por López Obrador). Pero creo que las experiencias de 1929 y 1968 arrojan lecciones dignas de meditarse: si quieren que su movimiento no se esfume tienen que tomar en serio la participación política, y esta participación debe ser invariablemente autónoma.

Si no es ahora, ¿cuándo? El país atraviesa por la mayor crisis desde la Revolución. Los partidos pequeños son vergonzosas franquicias familiares o meros cotos de poder, y los grandes han decepcionado a la ciudadanía: ven más por sí mismos que por sus supuestos representados. Hace falta uno nuevo: limpio, visionario, moderno.

Cierto, crear un nuevo partido bajo la legislación actual está cuesta arriba. Para comenzar, la organización debería notificar su propósito al IFE en enero de 2013. Enseguida tendrían que llevarse a cabo asambleas en 20 entidades o en 200 distritos electorales, con la asistencia de por lo menos 3 mil o 300 afiliados, respectivamente, que aprobarían la declaración de principios, el programa de acción y los estatutos del nuevo partido. Un funcionario designado por el IFE certificaría la realización de una primera asamblea nacional. En enero de 2017, la organización debería presentar su solicitud de registro como partido político nacional, y con ella un número total de afiliados verificable no menor al 0.26% del padrón y con un año de antigüedad. De haber cumplido con los requisitos, el registro tendría efecto el 1o. de agosto siguiente, once meses antes de la próxima elección a la presidencia.

Todo lo cual suena muy difícil pero no imposible, sobre todo en la era de Twitter y Facebook. Y el tiempo vuela: el 2018 está a la vuelta de la esquina.

El movimiento actual está muy lejos de la dimensión, la articulación y la profundidad de los de 1929 o 1968. Su rechazo al PRI es comprensible (conocen su historia) y sus demandas de transparencia son razonables (si bien deberían hacerlas extensivas a otros medios electrónicos o impresos). Pero los males del país son infinitamente más vastos y complejos, y requieren que los jóvenes los aborden con un análisis serio que vaya más allá de la retórica.

Las revoluciones, las dictaduras y las crisis son grandes escuelas de madurez. En ellas los jóvenes se despiertan adultos porque sienten que el futuro -su futuro, nada menos- se les escapa de las manos. Pero no basta protestar, marchar y pintar pancartas. Y es contraproducente e indigno exhibir intolerancia, agresividad y odio: ser joven no es garantía de superioridad moral. Por todo ello (y porque ser estudiante es, por definición, una condición transitoria) creo que la única forma de trascender es crear organizaciones permanentes.