Consultor y profesor de la Universidad Iberoamericana
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Animal Político

Hay otra posibilidad a la planteada por el presidente y es que su gestión se recuerde, no por eso, y sí por haber provocado la muerte de más de 60 mil mexicanos como resultado de una estrategia fallida. La ciudadanía será quien decida en independencia de lo que pueda o no pensar el presidente.
La percepción que hoy se tiene de la violencia en el país es todavía peor que la realidad. Brasil y Colombia, para poner solo dos ejemplos, son más violentos que México, pero no se les percibe así. En la construcción de estas imágenes resulta fundamental la comunicación de los tres presidentes sobre el tema.
Calderón, a partir de su declaratoria de “guerra” contra el narcotráfico, en diciembre del 2006, la convirtió en el tema central de su gobierno y el eje rector de su comunicación. Desde un inicio, lo ha mantenido hasta ahora, asumió la tarea de ser el portavoz de la lucha que su gobierno da en contra del narco.
En la campaña o como presidente constitucional electo nunca hizo mención al tema del narco. Si en el gobierno se encontró con un problema que antes no había visto -tengo datos para sostener otra posición- lo pudo haber combatido. Es su responsabilidad, sin embargo, convertirlo en el tema central de su comunicación. Eligió otro camino y el presidente se convirtió en caja de resonancia, en amplificador mediático, de los hechos de violencia que ocurren en el país. Su estrategia contribuyó de manera decidida a generar la percepción de que México es más violento que los otros.
Los presidentes de Brasil y Colombia no han hecho de la lucha contra el narcotráfico tema central de su comunicación. Al no referirse a éste, acotaron el tema en la agenda mediática. Esa decisión -que es la correcta- ha contribuido a generar la percepción, nacional e internacional, de que esos países son ahora más seguros y, al contrario, que México es más violento.
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