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Cámara Húngara
Milenio

¡Guay de aquél que ose poner en duda la pureza del movimiento estudiantil conocido como #YoSoy132! No hay quien al referirse al mismo no lo haga con pincitas, a fin de no molestar a estos muchachos, en quienes empiezo a detectar cierto grado de altivez y de esa soberbia que tienen quienes se ostentan como dueños de la verdad absoluta.
Está, por ejemplo, eso de enarbolarse como los jóvenes, cosa que resulta por demás pretenciosa. Son un grupo muy grande y muy respetable de integrantes de la juventud mexicana, pero constituyen solo una parte del amplio espectro de la misma. Hacen mal en creerse representantes de todos los chavos del país. La Ibero, el ITAM o incluso la UNAM no son la totalidad: hay 14 millones de menores de 24 años en edad de votar.
Las exigencias de este conglomerado son tan difusas como su propia conformación, pero entre ellas hay una que me llama mucho la atención y es la que se refiere a “la democratización” de los medios.
No entiendo exactamente qué quieren decir con eso. Hay en México medios y periodistas pejistas (me niego a llamarlos de izquierda), los hay de centro y los hay de tinte más conservador (tampoco me atrevería a llamar de derecha a alguno en particular; no veo, por ejemplo, a un diario tan abiertamente reaccionario como llegó a ser en su momento El Heraldo de México). Todos publican con entera libertad y sin que se les censure por parte del gobierno. ¿A qué democratización se refieren entonces? ¿Una en la que haya una sola línea de pensamiento y en la que solo tengan derecho a publicar quienes coincidan ideológicamente con ellos? Stalin, Franco y el viejo PRI estarían de plácemes.
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