julio 18, 2012

Ecos del 2006

Salvador Camarena (@SalCamarena)
salvador.camarena@razon.mx
La Razón

El fin de semana en San Salvador Atenco alrededor de 300 organizaciones acordaron una agenda de protestas para rechazar la elección del 1 de julio. Se agruparon en la Convención Nacional contra la Imposición.

El programa de movilizaciones incluye el cerco a medios de comunicación, y al Congreso de la Unión en días clave, el 1 de septiembre y el 1 de diciembre, fechas del informe e inicio de la nueva legislatura, y de la toma de poder del presidente.

¿Quién va a atender y a negociar con estos grupos? ¿El gobierno actual? ¿El equipo del candidato ganador Enrique Peña Nieto? ¿Ambos? ¿Qué papel va a jugar en este trance la izquierda?

Fue Joaquín López-Dóriga quien mencionó el 2 de diciembre pasado que no había motivo alguno para considerar pan comido al final de una presidencia. “No hay duda del precio que hemos pagado los mexicanos en el último año de gobierno”, decía López-Dóriga ese día en Milenio al recordar, entre otras cosas, la crisis y la nacionalización de la banca en 1982, o el fatídico 1994.

A 20 semanas de la fecha del cambio de gobierno, luego de meses de movilizaciones de protesta en contra de Peña Nieto y tras la impugnación del proceso electoral por parte de la izquierda y su candidato Andrés Manuel López Obrador, el calendario luce como un rosario de dolores de cabeza, crisis seguras si no se instala un mecanismo que atienda los reclamos de estos grupos, para desactivar algunas de las demandas, para minimizar el impacto de otras.

A la hora de recordar cómo llegamos a este punto, citemos unas líneas de Manuel Camacho Solís: “El nuevo gobierno recibirá un balance dramático por lo que toca al empleo, el fracaso de la política educativa y un mayor rezago en la ciencia y la tecnología. En materia política y de justicia, recibirá un país con niveles de violencia no conocidos hasta ahora, enfrentamientos sociales, polarización en ascenso y una administración pública debilitada por la colonización de los intereses especiales”. Este diagnóstico tiene un agravante. Se trata del escenario previsto por el ex regente de la ciudad de México en mayo de 2006.

El desarreglo institucional que viene de antes de este sexenio será puesto a prueba en los siguientes meses. Con el relanzamiento de una tríada de iniciativas ya enunciadas durante la campaña —una para combatir la corrupción, otra para ampliar la transparencia y una más que promete clarificar la compra de publicidad de los gobiernos— Peña Nieto ha querido manifestar su compromiso de romper con el pasado de su partido. “Es momento de un verdadero diálogo democrático entre ciudadanos en favor del país”, publicó el candidato ganador en Reforma el lunes.

¿Tendrá Miguel Osorio Chong, nombrado por Peña Nieto como encargado del diálogo y acuerdos políticos, capacidad para una interlocución con la Convención Nacional contra la Imposición? La misma duda aplica para Gobernación. Pero, sobre todas, la pregunta es ¿qué podemos esperar de la izquierda, sus partidos y sus figuras?

De nuevo citemos a Camacho Solís, líneas también tomadas de El Desacuerdo Nacional (editorial Aguilar): “Gane quien gane tendrá, por lo menos, la mitad del país muy en contra. El curso actual indica una colisión; para evitarla, debe desviarse el enfrentamiento antes de que tope con las rocas de la realidad. Sólo hay una manera política de hacerlo: el diálogo”. Vigente en 2006, y en 2012.

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