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La Razón

La clave radicará en el momento en que debe ser convocada la Asamblea Nacional que tiene las facultades de cambiar los estatutos del partido. El presidente de la República, Felipe Calderón, se inclina porque su realización sea a más tardar en noviembre, antes del relevo de gobierno y todavía con la fuerza que da tener el control del poder político en el país.
Gustavo Madero, el líder de los panistas, ve las cosas de otro modo y prefiere dejar las grandes discusiones y decisiones para el año próximo, cuando las fuerzas se puedan medir de otra forma y en otro terreno.
Por eso, entre otras cosas, es difícil, si no imposible, que Madero renuncie a la presidencia del partido.
Para el grupo del actual dirigente es importante el arreglar la casa antes de pensar en nuevos inquilinos y consideran que ello es un acto de responsabilidad y más aún luego de la catástrofe electoral que sufrieron.
Es más, en su análisis la salida del dirigente nacional está lejos de aliviar los problemas y en cambio existe el riesgo de profundizarlos.
Pero es en la lucha contra el tiempo en la que se abrió un flanco de crítica a la propia elección federal, y si bien reconocen el resultado de la elección y el triunfo de Enrique Peña Nieto, consideran que los gastos excesivos en los que pudo incurrir el PRI deben ser investigados.
Madero no ve contradicción alguna entre ambas situaciones y considera que inclusive son coherentes si se tiene en cuenta que fue el PAN quien “destapó” el asunto de la participación de Monex en la elección.
En Los Pinos, en cambio, requieren que las cosas se procesen rápido, ya que por ley de la política y por realismo puro, cada día que pase contarán con menos fuerza para imponer agendas y dirigencias.
En el PAN la voz del Presidente de la República es poderosa, pero está lejos de garantizar unanimidades, como sí ocurre en otros partidos políticos.
Además, no hay bálsamo que cure las heridas en la derrota y ello puede profundizar las diferencias.
Los panistas, no hay que olvidarlo, están acostumbrados a la discusión interna y nadie puede dar por hecho lo que ocurrirá en los próximos meses.
Vamos, ni siquiera se puede descartar que con el tiempo Javier Corral, uno de los más decididos impulsores de las alianzas con el PRD, no sólo pretenda la dirigencia nacional sino hasta que la logre, si en el entorno de Calderón no juegan muy bien sus cartas.
Una cosa es segura, vienen tiempos interesantes para el panismo y ya se sabe que ésos son los más inquietantes y complejos.
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