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Interludio
Milenio

Pero, miren ustedes, resulta de cualquier manera muy sorprendente, aparte de inquietante, que un presunto defensor de los ideales de la izquierda en el Viejo Continente simpatice abiertamente con un autócrata populista que, entre otras cosas, utiliza el poder del Estado para perseguir perversamente a sus adversarios políticos, se solaza en el odioso culto al caudillo fantoche y, aparte de modificar la Constitución de su país para perpetuarse en el poder, suprime libertades ciudadanas sirviéndose de un Congreso a modo.
Lo de cerrar los ojos ante los abusos a los derechos humanos —digo, siempre y cuando se perpetren en nombre de la “revolución socialista”— y lo de acomodarse sin mayores problemas de conciencia a los modos de los opresoresson indecentes vicios que la izquierda europea no logra quitarse de encima.
Sin embargo, lo que de verdad me ha exasperado fue leer, en la sección Téléphones rouges de Le nouvel observateur —mi revista francesa favorita, encima— una nota sobre las elecciones mexicanas, titulada, sin más, Corruption électorale. Los redactores del semanario reseñan, como si fueran hechos comprobados, las denuncias de Obrador: compras de votos en Tabasco, 260 mil tarjetas de débito repartidas para distribuir fondos provenientes del “blanqueo de dinero”… No se han tomado la pena de enterarse de que tenemos un IFE, de que los ciudadanos supervisamos directamente las elecciones y de que hemos realizado enormes esfuerzos para democratizar este país. No. Basta con que se les aparezca el caudillo y caen redonditos. Merde!
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